Johann no había regresado, era ya muy tarde y no podía conciliar el sueño, entonces volvió a mi cabeza. Me levanté, y sin ponerme más ropa que la que llevaba, salí de mi habitación a dar una vuelta.
Caminé por los pasillos despreocupadamente, vestida sólo con un camisón violeta que dejaba entrever el mismo color en mi ropa interior. No llevaba un rumbo fijo, pero al pasar por delante de su habitación, no pude evitar quedarme allí parada. No lo pensé dos veces, sujeté el pomo de la puerta y entré sigilosamente cerrando la puerta y quedando apoyada en ella.
Allí estaba él, delante de mi. Acostado en su cama, con la ropa aún puesta, parecía cansado. Comencé a sentir algo de frío, y vi como su ventana estaba abierta, me acerqué hasta ella y la cerré, luego me senté a su lado, intentando que no se despertara. Pero cometí una estupidez, no pude evitar tocarle, le tenía tan cerca... Acaricié su rostro con mi mano derecha, muy suavemente...
A pesar de mi delicadeza, finalmente acabó despertando. Sus ojos se abrieron casi de par en par y los clavó en mi, sin embargo, al ver quien era yo, su mirada se tranquilizó. Pero pude ver algo de confusión.
Me recosté completamente a su lado, y le miré fijamente a los ojos, esperando que dijera algo, no sabía cómo reaccionaría y no quería decir nada que pudiera perturbarle.
-Baronesa Ilysse.-Susurró, mientras me miraba.- ¿Ocurre algo?
-Echo de menos tu esencia...- susurré acercándome un poco más a él.
-¿Q...?-intentó hablar, pero se silenció de golpe. Noté que por un momento se quiso apartar, sin embargo no lo hizo puesto que creo que recordó nuestro "encuentro" anterior.
-¿Te incomodo?- pregunté sin más.
-n... ... yo... sólo es que... -balbuceó.- ... no... ... creo que.... no debería estar tendida a mi lado.
No contesté a su opinión, me mantuve en silencio, con los ojos entrecerrados, acercándome un poco más. Su esencia... su respiración, su voz...
Coloqué una mano sobre su pecho lentamente, y fui deslizándola por dentro, acariciándole.
-Pare...-
A pesar de su petición, continué acariciándole para después comenzar a desabrocharle la camisa.
-No puedo.- contesté
-No debe hacer esto.-Negó levemente con la cabeza y luego tomó mi mano con delicadeza.
-Dime Azim, ¿no te gusto? ¿no me deseas?- dije apretando levemente la mano con la que me había detenido.
-Usted está casada.-se limitó a responder.
-No me estás contestando a lo que te he preguntado. Dime, ¿no me deseas?- repetí pegando mi cuerpo aún más al suyo.
-... pero da igual, usted está casada y no debe hacer esto.
-Azim, olvida por esta noche mi condición de baronesa, y también de casada, por favor... y demuéstrame, si me deseas...- murmuré algo molesta.
-no puedo hacer eso... Os respeto a vos, a vuestro esposo y a vuestro hijo...-
Mi hijo... mi esposo... si tu supieras Azim...
En aquellos momentos mis pensamientos me traicionaron, y volvieron a mi los más amargos recuerdos, aquello causó que mis ojos se llenaran de lágrimas...
La habitación se quedó en silencio. Cerré los ojos fuertemente, intentando evitar que las lágrimas continuasen saliendo. Pero luego, noté la mano de Azim sobre mi mejilla, la cual me quitaba algunas lágrimas. Al abrir los ojos, vi que me miraba preocupado.
Agarré su mano, y la aparté de mi rostro, con brusquedad. Me levanté de la cama, y limpié rápidamente las lágrimas.
-Primero me haces daño, ¿y luego intentas consolarme?- espeté sin medir mis palabras.
Estaba tan dolida por su rechazo, que ya no sabía qué hacer... qué decir...
-¡No quería hacerle daño!-Exclamó, oí como se sentaba en la cama.
-Pues lo has hecho, ¡lo haces continuamente, con tu rechazo! con tu indiferencia...- respondí dejándome caer también sobre la cama, quedando sentada de espaldas a él.
-No quiero hacerle daño.-dijo.- Pero... ... como he dicho, les respeto a los tres...
-¿Sólo lo haces por respeto? ¿Sólo por eso?- pregunté, girándome para mirarle.
Tenía la cabeza gacha, miraba fíjamente al suelo y parecía no querer apartar la mirada de allí por un buen rato.
-... algo así.-respondió, poco después.
-No quiero obligarte... pero...-
No encontré las palabras adecuadas, no podía explicarle cómo me sentía, o cuál era el motivo real. Sólo podía desahogarme... por eso no pude parar. Las lágrimas caían cada vez con más rapidez, no pude evitar el llanto. Corrí hasta la puerta, y salí de la habitación con la cara tapada.
Me detuve un momento, apoyada en la puerta. Tenía que tranquilizarme, no podían verme así.
-Ilysse...-masculló desde dentro.
Me deslicé hasta sentarme en el suelo, y abracé mis rodillas. Los pasillos estaban oscuros, y muy silenciosos, tenía que intentar hacer menos ruido o me descubrirían, pero no podía volver a mi habitación, no quería volver allí y atormentarme de nuevo.
La puerta a mi espalda se abrió y noté que él estaba justo detrás. Se agachó, hasta quedar a mi altura y noté como puso suavemente su mano en mi cabeza.
-¿Por qué... está así?-susurró, no entendía mi actitud.
-Déjame en paz, tú no puedes, no, tu no quieres entenderlo.- mascullé.
-No me ha explicado lo que le ocurre...-dijo, paciente.
Me levanté y me giré hacia él, que también se había levantado, y le besé impulsivamente.
Noté como ponía sus manos en mis hombros, al apartarme y abrir los ojos vi que me miraba sorprendido. Su mirada expresaba algo que no era capaz de identificar.
Bajé la mirada, confusa.
-Lo... siento.- susurré.
-No se... preocupe...-respondió.
Me aferré a su camisa y le abracé, cerré los ojos con fuerza y apreté los dientes, llena de rabia. ¿Por qué tenía que disculparme al darle un beso al hombre que amo?
Los ojos me escocían, que volvían a llorar, por lo que empecé a mojar la camisa de Azim.
Noté como me rodeó con sus brazos y se mantuvo paciente, en silencio. Me sentí como si hubiese retrocedido en el tiempo y estuviese en los brazos del Azim que yo conocía.
-Te quiero...- balbuceé sin darme cuenta.
No hizo ningún gesto, era como si no me hubiese oído. Sin embargo, me separé un poco de él y me estaba mirando fijamente.
Cerré los ojos y me acerqué un poco más a el, mi intención era que él hiciera desaparecer la distancia que quedaban entre nuestros labios, pero en el fondo pensaba que no sería así.
Unos suaves labios rozaron los míos, pero no estaba segura si había sido yo la que finalmente se había acercado o fue el quien me besó. Al abrir los ojos, él tenía la cabeza girada hacia un lado con los ojos entrecerrados.
Volví a cerrar los ojos y le rodeé con mis brazos, aferrándome más a aquel beso. No quería que terminara nunca...
Cuando por fin nos separamos, el retrocedió levemente con la cabeza gacha.
Agarré suavemente su mejilla y le obligué a mirarme a los ojos.
-No te sientas mal, yo te he obligado, es culpa mía.-
-Perdóneme.-se limitó a responder, aún con la cabeza gacha.
-No acepto tus disculpas, te repito que he sido yo, tú lo has hecho en contra de tu voluntad, así que por favor, no te preocupes...- murmuré entrecerrando los ojos.
-Pero no la he detenido todo lo que debiera.
-Lo siento Azim, quien debe disculparse soy yo porque... no puedo prometerte que no volveré a intentarlo... es algo que... ni siquiera yo puedo evitar.- intenté explicarme.
-¿Por qué esa fijación?-preguntó, finalmente.
-No me preguntes... no puedo contestarte.-
-¿Por qué?-
-Dejémoslo en que... siento algo muy profundo por ti.-
-... pero eso...-susurró, mirándome.- ... ...
-Sí, es un sentimiento no correspondido.- contesté suponiendo su respuesta.
-... soy sólo un guardaespaldas, mi señora.-respondió.- No merezco sus sentimientos, por lo que debería olvidarlos...
-¿Cómo puedes hablar así? ¿Acaso nunca has sentido nada por nadie? ¿Desde cuando se manda en los sentimientos? Lo que me pides es imposible... yo... viviré con esto que siento.- mascullé ofendida.
-... quizá ahora piense así. Pero el tiempo ayuda, siempre ayuda...
-Créeme cuando te digo esto: eso, no es verdad. El tiempo sólo es un velo que oculta la verdad, pero... no dura para siempre, yo... he aprendido a vivir con lo que siento, sin embargo no he conseguido olvidar.-
-... lo lamento entonces.-agachó la cabeza.
Negué con la cabeza y sonreí tristemente.
-Supongo que no puedes entenderlo.-
-... no es eso...
-¿Mmm?-
-Simplemente no debemos mezclar las cosas.
-¿Mezclar dices? ¿A qué te refieres?-
-Mi trabajo es protegerla. Si tuviéramos otro tipo de relación que no fuese jefa-empleado, las cosas podrían complicarse. Además, no podría traicionar la confianza de su familia de esta manera.
-No logro entenderlo... ¿complicarse de qué forma?- pregunté interesada en conocer la respuesta
-Las cosas siempre acaban terminando mal.-
-No conocía esta faceta tuya tan optimista.- comenté con ironía. -No todo tiene por qué acabar mal.-
-En esos asuntos, todo acaba mal siempre.-
-Siempre es una palabra que no debe usarse nunca.- comenté divertida. -Si supieras Azim, sólo un poco de lo que sé yo, no dirías eso tan a la ligera. Hay cosas más importantes que la confianza y el respeto.-
-¿Cómo qué?-
-Algún día lo sabrás, y ése mismo día, también conocerás el motivo del por qué tu rechazo me hace daño.-
-... lo siento... mucho.-susurró.
Apoyé mi mano derecha en su hombro, y sonreí levemente.
-Me alegro de que seas tú quien me proteja, me alegro de que aún... estés a mi lado.-
Me miró sin comprender, pero luego sonrió suavemente.
-No me dejes nunca Azim.- sentencié repentinamente.
-Nunca lo haré.-respondió
-¿Ni siquiera por tu familia?- dije muy a mi pesar, imaginándomelo con mujer e hijos.
-No tengo familia.-
-Algún día la tendrás.-
-No lo creo.
-Espero que no.- pensé en voz alta.
-Tranquila, me quedaré siempre a su lado.-
-Azim, ¿nunca me has visto como a algo más que a tu protegida?-
-No puedo hacerlo.-
-Sincérate conmigo Azim. Aunque no pueda, eso no quita que lo hayas hecho, ya te dije antes que no podemos mandar en nuestros sentimientos. Mírame a mi... yo no debería sentir esto...- dije llevándome una mano al pecho.
-Tengo la capacidad de que si no puedo, no lo hago.-
-Comprendo... no te importunaré más, necesitas descansar.- sentencié.
Me miró fijamente a los ojos, pero no movió ni un músculo.
-Siento... haberte molestado.-
-No se disculpe, no me ha molestado.-respondió.
-No es necesario que mientas Azim, sé perfectamente cómo te ha sentado mi visita...-
-No, no se preocupe.-negó con la cabeza.- No pasa nada.
-¿Entonces puedo venir siempre que quiera?- pregunté acercándome a él. -¿A tu cama?- aclaré.
-Ehm... eso...-susurró.
-¿Mmm?- murmuré para que continuara.
-Eso no es lo más adecuado.-se limitó a decir.
-¿Te molesta?- insistí
-Baronesa Ilysse...-susurró, de manera que me dio a entender que no quería volver a discutir sobre eso.
-Está bien, está bien, ya me voy... buenas noches.- contesté dándole la espalda, y comenzando a caminar.
-Buenas noches.-Dijo en voz baja
Continué caminando sin mirar atrás, y me dirigí a mi cuarto. No sabía cómo me sentía, pero no podía sonreír y tampoco llorar...
Abrí la puerta de mis aposentos, y me dejé caer sobre la cama, estaba demasiado cansada... y mañana... la fiesta...
*OUT* Disculpen el tamaño >_< pero hacía muxo que no posteaba y no había manera de resumirlo, si es que cuando Azim e Ilysse se ponen a hablar... no hay quien los pare xDD kiss!!! *OUT*
Yuna volvió al desierto a las 11:32 p. m.
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