sábado, septiembre 20

Hacía varias horas que había regresado de la ciudad, pero no podía dormir, no dejaba de darle vueltas a lo mismo. Mi mirada seguía fija en la puerta de mi cuarto, y yo, me encontraba inmóvil, sentado sobre mi cama.
Podía recordar con claridad la expresión de Nirahina al enterarse de mi verdadera identidad. ¿Había hecho mal en contárselo? No... fuera como fuese, alguna vez se enteraría... y ya me era imposible ocultárselo.

Salí de mi cuarto para despejar un poco la mente, y me encontré con Azim por los pasillos. Parecía pensativo.
Hablé con él acerca de lo que me atormentaba. Azim también pensaba que haberle dicho la verdad había sido lo mejor, pero... ¿qué estaría pensando ella de mi?...
Esa noche apenas pude dormir... pasó poco tiempo, cuando Azim tocó en mi puerta, venía a buscarme para ir a la fiesta. Me levanté con pesadez, y me preparé enseguida.
Salí y comencé a caminar junto a él hacia las naves que nos llevarían hacia Kaitan. Pero... no, no podía ir, tenía que hablar con Nirahina, y aquella fiesta... era absurdo que yo fuera.
Le comuniqué entonces a Azim mi intención, y como esperaba, me apoyó. Así que con la mirada fija en el horizonte, me dispuse a coger la nave rumbo a la ciudad.


Por fin ya estaba cerca, no sabía con quién podría encontrarme, sólo esperaba que no se negara a recibirme.
Necesito hablar contigo, Nirahina.
Me acerqué a su cabaña, y toqué en la puerta, decidido.
Oí desde dentro:
-¿Te has olvidado algo, Dizliz?

Abrió la puerta, con una leve sonrisa pero al verme le desapareció del rostro. Aunque me miró por un momento, luego retrocedió un paso.
-¿Qué haces aquí?-preguntó.
Al verla, sólo deseé una cosa.
Me acerqué a ella lentamente, sin responder, y de repente la hice hacia mí y la abracé.
-Nirahina...- susurré en su oído.
-Clement.-farfulló, empujándome para que me apartase.
Fijé mi mirada en sus ojos. Su mirada ya no era la misma de siempre.
-¿Podemos hablar?- pedí sin saber qué decir exactamente.
-¿Hablar de qué?-preguntó, consiguiendo que me apartase finalmente.
-De... mi.-
-¿De tí?-Agachó la cabeza, sin mirarme.- ¿Qué más hay que hablar? Eres el hijo de los Barones.
-Nira, yo... no quería engañarte, no quiero pretender quien en realidad no soy. Soy un Harkonnen... pero eso no cambia lo que ha pasado entre nosotros, no para mi.- indiqué agarrando su barbilla con delicadeza, para que me mirara a los ojos.
Sus ojos se clavaron en los míos. Parecía confusa, parecía no saber qué decir pero volvió a retroceder, zafándose de mi mano. Negó con la cabeza un poco y dijo:
-Si eres un Harkonnen, algún día atacarás a mis seres queridos.-
-Lo sé... es mi destino, pero a ti nunca te haría daño, no podría... Nira... contéstame sólo una cosa, ¿te arrepientes de haberme conocido?-
Sus ojos permanecieron clavados en los míos fijamente, durante un rato. No hacía ningún gesto, sólo me miraba. Apretó con fuerza su mano izquierda y agachó la cabeza hacia un lado.
-Debería arrepentirme.- musitó al final.
-Eso quiere decir que... ¿sientes lo mismo que yo?- pregunté agarrándole nuevamente el rostro con una mano, y haciéndola hacia mi con la otra.
-¿Qué se supone que sientes?-Continuaba reacia a mis manos.
-Me tienes completamente pillado.- contesté sonriendo de aquella forma tan extraña en mi, recordando las palabras de Azim.
-Sería mejor entonces que no nos viésemos.-musitó, aún con la cabeza gacha y se libró de mi de nuevo.
-Supongo que eso es una negativa por tu parte.- sonreí de nuevo, esta vez reflejando mi tristeza ante sus palabras. -Parece que soy el único al que le afecta nuestra situación, siento haberte molestado.- continué diciendo sin dejarla hablar.
-Precisamente porque siento nuestra situación no podemos volver a vernos.-Dijo bruscamente, luego cerró los ojos.- Esto no está bien ni para ti ni para mi y al final nos acabaremos haciendo daño.
-¿Quién dijo qué está bien o qué está mal? Yo me siento bien contigo, y para mi eso basta. Me importa una mierda mi condición o la tuya, precisamente porque me da igual quienes seamos es por lo que estoy aquí. Pensaba que eras una chica más fuerte, más luchadora, pero ya veo que abandonas con facilidad.- espeté apretando los puños, lleno de rabia.
-¡No es que abandone con facilidad!-Me gritó, mirándome fijamente.- ¡Pero lucharé, lucharé contra los Harkonnen! ¡Y no quiero hacerte daño! ¡Por eso creo que es mejor que terminemos con esto de una vez!-
-Yo también lucharé contra los fremen, pero... si luchamos también por esto, puede que alguna vez podamos estar juntos sin importar nada más... eso es lo que yo creo.-
-Eso es improbable. Al final alguno acabará muriendo.-
-Tsk...- gruñí apretando los dientes.
Cogí el brazo de Nirahina, y la halé hacia mi. Quedamos muy pegados, era imposible que nos acercásemos más.
-Si sigues hablando de esa forma, tendré que obligarte a que pienses de otra manera.- susurré mirándola fijamente.
-¿Obligarme?-masculló, forcejeó pero no consiguió que la soltase.- Déjalo de una vez.
-No voy a dejarlo, y tampoco voy a soltarte.- dije desafiante, aproximándome a su rostro.
Ahora podía sentir su respiración, un poco agitada, parecía nerviosa.
Levantó su brazo y sujetó el mío, para detenerme. Negó con la cabeza y continuó forcejeando, por lo que me obligó a apoyarla en el umbral de la puerta aún pegado a ella.
Hice desaparecer la distancia entre los dos y la besé. Al principio se resistió, pero luego noté cómo dejaba de forcejear para besarme también.
Me separé de ella muy lentamente, y abrí los ojos para mirarla.
Tenía la cabeza gacha y estaba lo más pegada que podía del bastidor de la puerta.
-Clement, por favor... ya basta.-musitó.
No respondí a su petición. La hice retroceder para meternos en su cabaña y cerré la puerta.
Seguí caminando de manera que ella tuviera que hacerlo hacia atrás, hasta que tropezamos con algo, era un sofá. Hice que se recostara con cuidado, y me coloqué sobre ella, con cuidado de no hacerle daño. Luego comencé a acariciar su pelo, mientras continuaba mirándola.
-Clement, he dicho que te detengas.-Farfulló, mientras me miraba de forma extraña.- De una vez...-
-Lo siento... pero no puedo.- susurré colocando mi dedo índice en sus labios. Seguidamente volví a besarla, esta vez con más intensidad.
Quizá fui demasiado apasionado y cuando me separé suavemente, ella tenía los ojos cerrados e intentaba respirar. Colocó su mano sobre mi pecho y me empujó para apartarme, mientras continuaba recuperando el aire. Abrió un poco los ojos.
-Co...-musitó.- con...trola.... tus... ... tus.... impul...impulsos...-
-¿Estás bien?- pregunté preocupado.
-Ca... casi me ahogas...-masculló.- Pero... márchate...-
-Deja de echarme Nirahina, no voy a irme, y tú no puedes obligarme.- dije volviendo a quedar sobre ella, muy cerca.
-Claro que puedo.-colocó sus manos entre ambos.- No debes estar aquí.
-No, no puedes.- insistí cogiendo sus manos, y colocándolas sobre el sofá, inmovilizándola.
-Clement...-gruñó.- no continúes insistiendo.
-Y tú no continúes siendo tan cabezota, deja de negártelo a ti misma. Tú deseas esto tanto como yo, ¿o me equivoco?-
-Te equivocas.-negó, entrecerrando los ojos mientras continuaba inmovilizada.

Intentó soltarse, pero eso sólo provocó que la sujetase con más fuerza y me pegase más a su rostro. Sus ojos brillaban de una manera especial, mientras continuaba observándome.
-¿Por qué no quieres aceptarlo? Nirahina, déjate llevar...- murmuré acercándome para besarla.
Giró el rostro y acabé besándola en la mejilla. Su mirada estaba perdida hacia un lado del sofá y pude notar que se sonrojaba un poco. Continuaba reacia a mi, pero algo menos que antes. Movió sus manos un poco más.
Deslicé mi mano por detrás de su cabeza, y la levanté ligeramente, acercándola a mi. Luego aproximé mis labios a su cuello, y comencé a besarlo. Entonces solté sus manos, dejando de inmovilizarla.
-Cle...-musitó, su mano derecha la colocó en mi cabeza, acariciando mi cabello.- No lo hagas más difícil, Clement.-
-Por favor, no digas nada más.- dije volviendo a quedar frente a ella.
-Pero es que no quiero que nos hagas daño.-musitó, observándome. Tenía aún su mano entre mi pelo.-
Cerré los ojos. Cogí su mano de mi pelo, y la besé. Luego suspiré resignado.
-Sólo quiero estar contigo.-
-pero...-musitó, entrelazando nuestros dedos de la mano suya que yo sujetaba.- Clement, tú continuarás sirviendo a los Harkonnen. Yo a los fremen. Seremos enemigos.

Abrí la boca, para responder. Pero ella se alzó sólo un poco, quedando nuestros rostros muy pegados el uno del otro. Me miró por un momento y luego cerró los ojos y rozó mis labios. Lo había hecho sin pensar, y luego volvió a su posición anterior y me miró con los ojos entreabiertos.
No pude evitar sonreír. Por fin se había dejado llevar, aunque solo fuera por un instante.
Volví a besarla, una y otra vez, no podía detenerme. Rodeé su cuerpo con mis manos, y la aferré a mi. Luego comencé a besarle también el cuello, y continué bajando...
-Clement... no...-susurró mientras tenía sus manos en mi espalda.
Recorrí su cuerpo suavemente con mis manos. Noté que se estremeció ligeramente, y la besé para tranquilizarla. Mientras lo hacía, deslicé una mano por su espalda, empezando a quitarle aquella malla negra que llevaba.
Sus ojos brillaban y llevó sus manos a mi pecho. Poco a poco comenzó a desabotonar mi camisa. Su respiración estaba algo acelerada, pero de pronto clavó su mirada en mi.
-¿Ocurre algo?- le susurré antes de continuar.
-No.-respondió, mirándome.
Terminé de quitarle la malla, y la dejé en el suelo. Hice lo mismo con mi camisa. Ahora nuestros cuerpos estaban en contacto, podía sentir su cálida piel...
Continué besándola, y seguí bajando, muy despacio, para empezar a despojarla también de su pantalón.
Había conseguido desabrochar su pantalón, cuando se sentó. Tomó mi rostro e hizo que levantase la mirada, ladeó un poco la cabeza y sonrió suavemente.
-Clement...-Dijo, con tono agradable..
Hice un gesto con la cabeza para que hablara, sonriéndole de la misma manera.
-Verás, es que si seguimos...-musitó, cada vez estaba más sonrojada. Estaba muy mona así.-Entiendo... lo había olvidado, creo que me había dejado llevar demasiado.- dije acariciándole el rostro.
-Lo siento.-musitó ella, mientras colocaba su mano sobre la mía que estaba sobre su rostro.- ... ¿Tú estás seguro de que quieres verme?-
-Si no lo estuviera, ahora mismo estaría en Kaitan, en esa fiesta imperial que se celebra cada año. Sin embargo, no podía sacarte de mis pensamientos, y he venido aún sabiendo que tú podrías despreciarme.- murmuré tomando su mano entre las mías.
-Sé que nos vamos a hacer daño.-musitó, mirándome a los ojos. Lentamente, comenzó a acercarse a mi rostro.- pero creo que ahora eso me da igual...

Rozó mis labios suavemente, luego volvió a besarme de una manera más intensa mientras sujetaba con fuerza mis manos. Se separó un poco y apoyó su frente en la mia, mientras me miraba.
-Por esto quería que te fueras.-susurró.
-Lo sé, por eso me quedé, sabía que uno de los dos tenía que enfrentar lo que sentía y hacerle ver al otro que merece la pena luchar por esto.- sujeté su rostro con ambas manos, y la miré con firmeza. -No quiero perderte Nira, quiero que nos sigamos viendo, pase lo que pase.-
-Yo también quiero verte.-susurró.- Pero deberíamos tener cuidado...-
Creo que será más difícil de lo que ambos creemos, pero mientras pueda seguir viniendo sin que nadie lo sepa, todo estará bien...


*OUT* Thanks Azim y Nirahina!!! *-* espero que os guste el post de Clement que ya tocaba!!! creo que es un poco larguin >_< disculpen!! kissss!! *OUT*




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