"Obviamente, Su Alteza...No se le permitirá hacer cosas que pongan en peligro su bienestar o el del Imperio"
Conservaría esa frase en mi memoria como resumen de la "pequeña reunión" mantenida por mi tío, ese Iolaus y yo. La indolencia y la arrogancia del nuevo tutor me exasperaban; pero decidí que sería mejor ponerme de su lado durante la charla.
Mostrar recelo hacia un joven, tan apuesto, tan amable, y con -aparentemente- tan buenas intenciones -¿más tiempo para mi divertimento? Si pierdo el Trono me divertiré jugando a la pelota con su cabeza- podría hacer sospechar a mi tío que Valeria había dejado de ser simplemente una "joven con una inteligencia inusual".
Y, quién sabe. Mi tío siempre se ha mostrado receloso a dejarme intimar demasiado con otras personas. Quizás, mostrando una simpatía exagerada hacia el nuevo tutor, logre que el siempre tranquilo Alexis se disguste de verdad...
Reprimí un bostezo y entré en mis aposentos. Instintivamente, miré debajo de la cama; pasaría semanas haciéndolo, muy a mi pesar. Tras comprobar que no había nadie escondido, me senté en la cama y me despojé de mis zapatillas.
Era por la mañana, y había decidido llamar a mis doncellas -en especial, a una de ellas- para informarme sobre el estado -yo esperaba que no fuese otro sino el de difunto- en el que se encontraba Christopher Iolaus.
No me dio tiempo, sin embargo. Conocí a la pequeña Hilda. Si tenía clasificados a todos mis conocidos, y colocados dentro de unos márgenes concretos, como si fueran las piezas de un puzzle, aquella niña sería la típica ficha proviniente de otro juego, que no es posible acomodar junto a las demás piezas. Mientras conversaba con ella, me di cuenta de que mi vida sería mucho más feliz si hubiese podido estar rodeada de gente como ella...
Pero aquello no podía ser. Yo misma me ocupé de reprender a los guardias y asegurarme de que aumentasen la seguridad en aquel ala del palacio.
Guardaría aquel encuentro como un recuerdo muy especial, algo que jamás se volvería a repetir.
Poco después, fui informada de que, efectivamente, el ex-espía seguía vivo, y horas más tarde, pude comprobarlo yo misma.
Tiré de uno de los botones del vestido con demasiado vigor mientras recordaba aquel momento.Observé el agujero que había dejado en la prenda y suspiré.
Tranquila, Valeria. Hubiese sido realmente muy estúpido si hubiera muerto la misma noche de su llegada. No importa. Ya encontraré la manera. La próxima vez lo haré yo misma, si es necesario...
Tocaron a mi puerta tímidamente. Mi sirvienta, la que había enviado a encargarse de Iolaus, entró con aire compungido. Rápidamente le pedí explicaciones.
"Fue un animal"; "se tiró encima de mí";"no pude hacer nada"; "no sé cómo pudo darse cuenta"... y demás excusas para justificar un fracaso.
Es interesante, aún así, saber cómo a ese hmbre de apariencia tan recta, le pierden las faldas. Una debilidad importante.
-No importa-acabé de vestirme el camisón y me giré hacia ella-.En mi entusiasmo, vertí medio frasco en la copa. Seguramente eso le permitió olerlo. Usaremos sólo unas gotas en su desayuno de mañana.
Extendí la mano.
-Dame el frasco de veneno.
Entonces la mujer palideció, un sudor frío empezó a recorrer su rostro,y gruesos lagrimones corrieron por sus mejillas. "Lo he perdido"; "tiene que habérseme caído mientras forcejeaba con él..."
Tomé su barbilla con la mano derecha, clavándole las uñas en el rostro.
-Inútil-dije, furiosa, y la solté para darle la espalda. Noté como se arrodillaba, sollozando.
No puedo permitir que esta mujer siga aquí. ¿Y si alguien la interrogara?
Quería matarla, pero, de alguna forma, sentía que yo también me había equivocado al administrar la cantidad de veneno.
Si no asumo mis responsabilidades, seré una penosa Emperatriz. O simplemente, no llegaré a serlo.
-Los soldados Corrino en Dune siempre necesitan sirvientes. Irás allí.
La mujer dejó escapar un grito de angustia.
-¿Con los fremen? ¿Dune?¿El planeta desierto?-se atragantó en su propio llanto, para luego continuar-¡En Dune no hay agua, mi señora! ¡No hay agua para beber! ¡Los fremen...!
Me giré hacia ella, me agaché a su altura y sonreí con deliciosa crueldad.
-¿Que no hay agua en Dune?-pregunté, burlona-¡Pues bebed néctar!
//OUT// Post de Valeria, al fin! Perdonad por el retraso. Creditos a Maria Antonieta por modificarle las frases (que no tienen pan? pues que coman croissant ^0^!) //Out//
Kaori volvió al desierto a las 12:09 a. m.
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