No sé muy bien cuanto dormí. Pero cuando abrí los ojos estaba descansada. Miré a mi alrededor, no había nadie. Me levanté y llevé mis manos suavemente hacia mi rostro, tocando en el lado izquierdo unas vendas. Anduve hacia un espejo y me miré. Salí de la habitación y luego de la casa, ya que no había nadie. Cuando dí unos pocos pasos, vi el brillo de un cuchillo a mi espalda y me giré, sacando un puñal completamente blanco y colocándolo en la trayectoria de la otra hoja. El que me atacaba era un tío calvo, feo y algo alto. Fruncí el ceño e intenté patearlo, pero me esquivó retrocediendo.
-¡¿De qué vas?!-Le espeté.
-Nadie te ha dado permiso para salir de ahí.-respondió, luego sonrió levemente. De pronto aparentaba estar de “buenas”.
-No te conozco y como vuelvas a intentar matarme, te parto el pescuezo.-Refunfuñé, luego retrocedí levemente. No quería darle la espalda.
Volvió a intentar atacarme. Cuando estuvo demasiado cerca pateé con fuerza sus “partes más sensibles” y cayó al suelo, desmayado. Le miré de reojo, luego hice una mueca de desagrado y me marché. Recorrí toda la ciudad. Lo cierto es que creía que nunca había estado allí, sin embargo, me equivoqué. De pequeña viví unos años allí y, al pasear, recordaba cada rincón de aquel lugar como si fuese mi propio refugio… que ahora no existe. Al volver vi a un tipo de pelo naranja intentando entrar en la casa de Dizliz. Peleamos, discutimos y…Me besó. ¡Dos veces! ¡Ese capullo me besó! Era un arrogante desgraciado y aún así él… …
Al final uno de sus pies estaba mal. Por lo que le hice pasar. Entramos en la cabaña, y le hice tomar asiento en una cama.. Anduve un poco por la casa hasta que las encontré, medicinas. Sujeté un frasco: Calmante. Era perfecto para alguien tan nervioso como ese capullo. Saqué una pastilla y cuando él estaba despistado…
-Toma y cállate.-Le metí de golpe la pastilla en la boca y tragó porque le tomé por sorpresa.- Esto te va a doler un poco.
Sujeté le pie con algo de cuidado, al principio, pero de pronto hice un movimiento brusco y... debía dolerle más, un dolor agudo. Suspiré y luego hice otro movimiento brusco hasta que al final... pudo mover el pie, sólo un poco. Tenía los dientes apretados y los ojos cerrados, aunque desde que notó que no iba a hacer ningún movimiento más los abrió lentamente.
-Lo tenías fuera del sitio.-informé, luego empecé a vendarle el pie.
-Ya, pues ni siquiera me ha dolido.- Respondió, orgulloso. Sí, ya… Yo me lo creo.
-Gracias.- dijo cuando terminé.
-No es nada.-Alcé la mirada por un momento, luego comencé a recoger las medicinas.
Me ayudó a recogerlas y, no se si adrede o sin querer, acarició mi mano. Entonces se detuvo y me miró, yo había levantado la mirada también. ¿Qué hace? Como intente volver a aprovecharse le mi le corto el cuello.
-No sigas con eso.-Ordené.
-¿No te gustó?- preguntó sonriendo.
-Esa no es la cuestión.-respondí, evadiendo la pregunta. ¿qué tipo de contestación era esa…?
Terminé de recoger las medicinas, por lo que me puse en pie para colocarlas en su lugar.
-¿Ni siquiera un poquito?- insistió levantándose y siguiéndome, caminando torpemente, apoyándose en todas las paredes.
-No seas pesado...-Contesté mientras colocaba las medicinas en su sitio. Cuando lo hice, me giré bruscamente.- No puedes ponerte de pie aún.
De pronto palideció y perdió fuerzas, sus ojos se cerraban y lo sujeté ya que empezó a caer hacia delante.
-Aquello era un calmante.-susurré. Perdió entonces el conocimiento.
Le sujeté. Pesaba bastante. Quizá demasiado y aún que me dolía el cuerpo después de lo sucedido en el refugio, lo arrastré hacia la cama. Le tiré, pero con el impulso yo también acabé tirada en ella. Abrí los ojos pero entonces… se me volvieron a cerrar solos. Él estaba boca abajo, con un brazo sobre mi y yo quedé dormida. Cuando abrí los ojos él continuaba igual. Pero tenía el rostro girado hacia el lado donde yo me encontraba y me quedé quieta, mirándole. Era un tipo extraño, sin duda, un desgraciado, una sabandija... Abrió los ojos de repente y se quedó mirándome, luego sonrió y acercó su cara a la mía.
-Sabía que te gustaba.- murmuró acercándose aún más. Yo retrocedí y caí al suelo, él siguió hasta el borde de la cama y se tiró encima de mi.
-No, te equivocas.-Negué, luego intenté quitármelo de encima. Es un bruto...- No me gusta.
-¿Entonces por qué estabas a mi lado, mirándome tan fijamente mientras dormía?-
-Porque cuando te fui a colocar en la cama también caí yo y quedé dormida.-Respondí, luego le miré fijamente.- Engreído.
-Enana mentirosa.-
-¡Que no me digas enana!-Espeté.- ¡Mandarina! Y no miento. ¿Qué pasa, tan engañadito te tienen que crees que le gustas a todas?
-Tú eres la que está engañándose a sí misma.- respondió de repente, quitándose de encima y volviendo a recostarse en la cama con dificultad.
-Cállate y descansa.-Respondí, sentándome en el suelo y cruzándome de brazos, mientras miraba hacia otro lado.
De repente sentí un cosquilleo en las mejillas, era su mano, que acariciaba mi rostro. Se había inclinado hacia delante, extendido su brazo hasta llegar a mi. Le ordené parar, mientras le miraba a los ojos. Pero hizo caso omiso. Se levantó y continuó acariciándome. Pasó su mano por mis labios, y se detuvo en ellos, comenzando a acariciarlos también con sus dedos.
-Para.-Ordené, luego tomé su mano y le detuve. Continué mirándole a los ojos.
No quería detenerse. Empezó a mover la mano que le tenía agarrada, hasta que entrelazó sus dedos con los míos. Luego me sonrió de esa forma tan extraña, como ya lo había hecho antes.
-¿Se puede saber qué haces?-pregunté.- Deja de burlarte de mí de una vez.
-No lo hago.- contestó muy serio tirando de la mano que me tenía agarrada. La colocó a la altura de sus labios y la besó suavemente.
-Ya basta.-giré la cabeza hacia un lado.
Los que son como él disfrutan manipulando a los demás. No quiero que se acerque más. Luego él soltó mi mano, se incorporó y retrocedió, quedando sentado en la cama. Se puso en pie, sin apoyar del todo el pie herido, y caminó cojeando hasta la puerta.
-Será mejor que me vaya, no quiero causarte más molestias.-
Miré atentamente como llegaba hasta la puerta. Sea de donde sea no llegará lejos con el pie así. No quiero que esté cerca de mi pero... está herido. Todo sería más fácil si conociera a alguien aquí. Entrecerré los ojos y me puse en pie.
-¿A donde vas en ese estado?-le pregunté.- No puedes andar bien y no llegarás muy lejos.
-No te preocupes, me las apañaré sólo, gracias por haberme ayudado... chica de ojos azules.- dijo comenzando a salir de la cabaña
-Oye...-musité, mientras corría hacia la puerta. Me apoyé en el umbral.- podrías hacerte daño de verdad si te vas así...
-Espero que entonces estés cerca, para que puedas curarme de nuevo.- bromeó mostrándome una amplia sonrisa.
-Puedes quedarte a descansar.-Dije mientras miraba a otro lado.- La casa no es mia, pero supongo que a la propietaria no le importará.
-Me es imposible quedarme por más tiempo. De verdad te lo agradezco, pero debo irme.-
-Pues vete y muérete.-Respondí, luego le miré levemente.- Pelinaranja.
Volvió a sonreírme y, sin rechistar, salió de la cabaña cojeando. No aguantaría mucho tiempo. Y así fue, no pasaron cinco minutos, y ya estaba regresando.
-Siento molestarte de nuevo pero... no sé tu nombre.-
-...-Suspiré y le sonreí.- Nirahina Dizliz. Pero puedes llamarme Nira. ¿Y cual es el tuyo?
-Clement Caín, pero llámame sólo Clement.-
-Ajá.-asentí, luego ladeé la cabeza y le miré, interesada.- ¿y has vuelto sólo para preguntarme mi nombre?
-En realidad, sí. Pero ya que he vuelto, muy a mi pesar.- ironizó. -Me quedaré un rato más, acompañando a una ena.. pequeña y desvalida muchachita.-
-¿Hum?-Le miré con la ceja levantada. El último que me llamó desvalida se comió el suelo del refugio.- Eres muy gracioso.
-Lo sé, es otro de mis numerosos encantos.- bromeó, entrando en la cabaña y tomando asiento en la cama nuevamente.
Suspiré mientras cerraba la puerta, luego me giré para mirarle. Poco después fuí a la cocina. Sin duda Dizliz habría hecho lo mismo que yo. Había ayudado a un torpe mocoso que se ha herido. ¿no? ... Le llevé algo de comer y beber, se lo tendí mientras miraba a otro lado.
-Toma.-dije.
-Gracias, es todo un detalle por tu parte.- comentó mientras empezaba a beber y comerse todo lo que le había llevado.
Pronto acabó con todo y me tendió la bandeja vacía, muy sonriente.
Sonreí suavemente y tomé la bandeja, mientras iba la cocina. Me quedé allí pensativa, por un momento. Lentamente llevé mi mano a las vendas que tapaban una zona de la parte izquierda de mi rostro. Quité la mano rápidamente y luego me giré, regresando donde él estaba.
-¿Estás mejor, Clement?-le pregunté.
-Si, ¿y tú?-
-Yo estoy bien.-respondí, luego me apoyé en la pared.- No fui la que salió herida.
-Lo digo por tus vendas...-
-…- abrí los ojos levemente, me tomó por sorpresa por lo que creo que me puse muy seria. Llevé mi mano a las vendas de nuevo y respondí, sonriendo un poco.-No es nada. Sólo magulladuras.
Clement se levantó, caminó hacia mi y llevó también su mano a mis vendas, la colocó sobre la mía, aferrándose a ella.
-Espero que pronto estés completamente bien.- murmuró en un hilo de voz.
-Claro.-respondí, mirándole fijamente. Me tomó por sorpresa esa actitud suya.- Tú también te pondrás bien pronto.
Sentí cómo dejaba de apretar mi mano y la bajó hasta mis mejillas, para luego agarrar mi barbilla con suavidad. Abrí la boca para protestar, sin embargo acercó su rostro al mío y colocó su dedo índice sobre mis labios. Estábamos demasiado cerca, a tan sólo unos milímetros, y él hizo que desaparecieran. Clement me besó de nuevo, pero esta vez estaba siendo muy más delicado y tierno que las otras veces. Apoyé mis manos en sus hombros. Si hiciera lo que debiera lo separaría. Pero no lo estoy haciendo. Me aferré a él mientras permitía que me besase. Aunque sea de esa manera... No me importa.
Clement cogió mis manos e hizo que le rodeara, mientras me seguía besando. Colocó sus manos alrededor de mi cintura y me hizo más hacia él, pegándome completamente a su cuerpo. Me sonrojé levemente pero yo también le besé. Me separé un poco, ya que estaba apunto de ahogarme y le miré fijamente. ¿Se burlaba de mi? Lo hacía en serio o... quién sabe. Acaricié suavemente su cabello mientras continuaba mirándole.
-Esto... ¿podríamos sentarnos un momento?- dijo entrecortado, luego miró su pie, estaba apoyándolo completamente para poder mantenerse.
-No debes forzar tu pie.-le recordé y sonreí levemente. Mientras le ayudé a llegar a la cama. Se sentó y yo permanecí de pie, mirándole.
-Lo sé, enfermera, lo sé.- sonrió también. A continuación cogió una de mis manos, y haló de mi, obligándome a sentarme encima de sus piernas.
-Deberías descansar.-Le aconsejé. Tomé su cara con mis manos, para que me mirase directamente y le observé severamente.-El dolor debió de haberte agotado las fuerzas.
-Nira... ¿por qué esta vez... no me has golpeado?- preguntó curioso.
-No cambies de tema.-refunfuñé, avergonzada.
-Estoy bien Nira, pero tampoco lo hagas tú, respóndeme.-
-Eh pues...-me levanté, de forma distraída.-... ¿a que esta casa es acogedora?
Me alejé un poco y comencé a caminar por el cuarto. ¿Que por qué no le he golpeado? Pues porque estoy más débil, pues porque no tuve tiempo, pues porque... realmente... sí que me ha gustado. ... .... No, no y no. No puedo decir algo como eso.
-Creo que eres encantadora.- comentó en voz alta.
-¿Ah?-pregunté, girándome y quedando con la boca abierta.
Clement se levantó de la cama, quejándose un poco al apoyar el pie, y cuando estuvo a mi altura, tiró de mi y me abrazó fuertemente.
-¿Clement?-pregunté, mientras le miraba fijamente.
-Déjame estar así un poco más, sólo un poco...- susurró cerca de mi oído.
Asentí levemente. No sabía lo que le pasaba, no sabía lo que ocurría, sin embargo yo también le abracé mientras continuaba mirándole fijamente.
-Nira, ¿puedes contestarme?- insistió.
-yo...-musité, mientras apartaba la mirada de él.- supongo que... .... no me desagradó.
Clement se separó de mi lentamente, y colocó una mano sobre mi barbilla nuevamente.
-Nira, mírame.- pidió con un dulce tono de voz.
Me costó hacerlo, pero dirigí mis ojos a los suyos y me mantuve en silencio. Colocó su mano sobre mi rostro y lo acarició mientras sonreía. Luego su expresión cambió. Se puso muy serio, y vi como se acercaba a mi, a medida que iba cerrando los ojos.También cerré los ojos poco a poco. Podía notar su respiración muy cerca de la mía, pero a pesar de que ya no podía quedar mucha distancia entre nuestros labios, no se rozaron. Abrí los ojos de nuevo, y vi como Clement sonreía, mientras me miraba fijamente. Me sonrojé.
Colocó sus manos en mi espalda, e hizo que me girara, y empezó a caminar hacia adelante, obligándome a mi a hacerlo hacia atrás. Giré la cabeza como acto reflejo para ver qué tenía detrás, pero él agarró mi cabeza con suavidad y me besó. Continué caminando hacia atrás, hasta que tropecé con algo. Era la cama. Clement dejó de besarme, y se colocó sobre mi sin hacerme daño.
-Pero Clement....-musité.
-¿Estás incómoda?- preguntó dándome un pequeño beso.
Me sonrojé un poco más. Yo... Aunque mi mirada se perdió en la habitación regresó a él de nuevo. Pero si ni siquiera le conozco.... Aún así...
-No.-respondí en un susurró.-
-Nira, no quiero hacer nada que te moleste, así que si quieres que pare, sólo tienes que decírmelo.- comentó amablemente, pegándose más a mi.
Buena idea. Detente. Pero levanté un poco la cabeza y le besé suavemente, luego regresé a mi posición anterior y le miré. Él sonrió y volvió a besarme, esta vez más intensamente. De repente, escuché voces fuera, era aquel estúpido al que le había pateado sus partes bajas.
-ese...-musité, luego miré a Clement.
-¡Nirahina, abre ahora mismo!-Gritó el calvo, desde afuera.
-Creo que... tienes visita.- masculló él quitándose cuidadosamente de encima, y poniéndose en pie torpemente.
-Discúlpame.-Musité, rápidamente me puse en pie.
-¡Nirahina!-Chilló el fremen que estaba afuera. Parecía estar apunto de abrir la puerta a cabezazos.
-¡Espera!-Le respondí.
-¿Qué hago?- preguntó Clement cojeando.
-pues...-le miré apenada.- Le entretendré. En cuanto lo aleje de la puerta sal. Es un tipo bastante extraño y no sé de quién se trata, pero creo que tiene que ver con la propietaria de esta casa.
-Ehh... está bien, haré lo que pueda, pero no te aseguró que sea silencioso.- dijo mirando su pie vendado.
-No te preocupes.-Musité.- Siento que tengas que salir así. Ten cuidado. Espero que no te hagas más daño.
-Descuida, estaré bien, y... gracias por todo.- murmuró caminando hacia la cocina para ocultarse.
Le sonreí levemente y fui hacia la puerta principal. Abrí. El calvo estaba agitado y parecía estar apunto de derribar la puerta. Le miré, con los ojos entrecerrados y mueca de pocos amigos. Estaba nervioso pero al verme se alegró y me abrazó. Me dijo que había alguien pegando palizas por ahí. Le separé bruscamente y lo distraje, dejándolo de espaldas a la cocina y a la puerta de salida. Clement cojeó hasta la salida, y antes de irse, me miró fijamente mostrándome una amplia sonrisa, y después de picarme un ojo, salió cojeando de la cabaña.
Cuando creí que podría estar lo suficientemente lejos, eché al calvo de allí.
Out: Thanks Clement. Perdón por lo largo, pero es que no podía cortarlo. Procuraré que no ocurra de nuevo.
Maddy volvió al desierto a las 6:19 p. m.
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