viernes, agosto 22

Había conseguido la información que el señor Harkonnen me había pedido. Lentamente me escabullí por los pasillos hasta que, finalmente, pude salir. Caminaba hacia la salida de la ciudad y en el desierto no había rastro de una de aquellas tormentas mortales en Dune. Cuando estuve apunto de salir vi a alguien, por la oscuridad no pude reconocerlo y caminaba costosamente hacia el desierto.
Caminé un poco más deprisa y me di cuenta. Era Clement. ¿Qué hacía en la ciudad? ¿Había vuelto a seguirme hacia una misión? ¿Por qué caminaba mal?
-¡Ey!-Le llamé.

Clement pareció no escucharme, pues no se detuvo, pero de repente me di cuenta que caminaba aún más rápido. Entrecerré los ojos, comencé a andar también con más velocidad y volví a llamarle:
-¡Clement!

Él se giró sobre sí mismo, muy despacio. Cuando fijó su mirada en la mía, sonrió extrañamente.
-Hola Azim.-

Le devolví la sonrisa mientras me aproximaba, miré su pie y luego mis ojos regresaron a él.
-¿Qué te ha ocurrido?-pregunté.
-Me caí.- respondió rápidamente.
-¿Caerte tú?-pregunté, continuamos andando hacia el desierto.
-Sí, iba despistado, cuidando más de que la gente de la ciudad no me reconociera, y tropecé torpemente, pero no es nada. Esto bien.- aseguró.
-...-Le tendí mi brazo mientras miraba a otro lado.- Te ayudo.

Clement se apoyó en mi brazo, y comenzamos a caminar mucho más rápido. Parecía tener prisa por llegar. Yo no me fiaba de lo que acababa de decir. Aunque normalmente no me miente, puedo darme cuenta cuando lo hace.
-¿Puedo contarte algo, Azim?- preguntó de repente.
-Claro.-asentí con la cabeza, le miré por un momento.
-Verás, es que, preferiría que mis padres no se enterasen de esto...- explicó. -He conocido a una chica, una fremen.- aclaró con inseguridad. “Una chica” “una fremen” ¿no querrá decir que…? …
-¿Una fremen?-Pregunté, frunciendo el ceño. Sin embargo, luego mi mueca se suavizó.- ... ya veo...
-¿No te sorprende? ¿No vas a enfadarte?- preguntó extrañado. Debería.
-Eso es lo que harían tus padres... -comenté.- ¿no? Y si me lo has contado no es para que actúe así. Aunque realmente espero que sepas lo que haces Clement... Las relaciones con los fremen son hostiles. Puede querer matarte.
-No lo creo. Ella es diferente.- comentó con mucha seguridad.
-¿"Diferente"?-Pregunté, interesado.

Clement quiso hablar pero calló por un momento.
-No sabría explicarte, pero yo lo sé... ella es distinta a los demás fremen... aunque, ahora que lo pienso...- dudó -No sabe quién soy realmente.-
-Quizá si lo sepa no será diferente para ti.-comenté, mirando al frente fijamente.- Clement... deberías tener mucho cuidado con eso...

Clement bajó la cabeza, ahora inseguro de sus palabras y seguramente también dudando de aquella chica fremen.
-Lo siento, Clement.-dije, mirando al frente.- Realmente espero que continúe siendo diferente para ti. Pero para los Fremen somos enemigos, ya lo sabes. No quiero que acabes pasándolo mal por ello.
-Lo sé, Azim, lo tendré en cuenta.- dijo casi susurrando.
-Si necesitas ayuda...-le miré.- Puedes contar conmigo. Pero eso no es necesario que te lo diga, ¿verdad?

Clement negó con la cabeza, y esbozó una pequeña sonrisa.
-Gracias Azim.- contestó. -Por cierto, ¿y tú qué? ¿nada que contar?- comentó con interés.
-El señor Harkonnen me encargó algo.-comenté.- He terminado y por eso vuelvo. ¿Y tú que haces en la ciudad? ¿Has vuelto a pelearte con tu madre?
-Más o menos...- contestó con desgana. -Pero... no te preguntaba por eso Azim, quería decir que si tú no tienes nada que contar acerca de las chicas.- dijo con tono... ¿pícaro?
-Pues...-por un momento palidecí, al recordar la petición de la baronesa. Continué mirando al frente.- No. No tengo tieeeeempo para eso...
-Vamos Azim, te has puesto muy pálido, y me cuesta creer que no tengas ninguna aventurilla por ahí.- murmuró dándome un codazo en el abdomen. -Vamos, vamos, cuéntamelo.- insistió.

Nunca podría decirle que su madre...
-En serio Clement, no tengo asuntos de ese tipo desde que estoy en Dune.-respondí, mirándole de reojo.
-¡Qué raro!- exclamó. -Bueno, entonces tendremos que salir un día tú y yo por ahí...-
-Eso no es necesario.-respondí, mientras ya comenzábamos a adentrarnos en el desierto.- ...

Clement me dió dos palmaditas en el hombro, con aquella sonrisa extraña que solía mostrar y continuamos caminando en silencio. No tardamos en llegar al palacio, me di cuenta de que por la dirección que estaba tomando en los pasillos iba hacia su cuarto. Le retuve.
-¿No piensas pedirle a tu padre que te cure eso?
-No es necesario, ya está curada.- contestó.
-Puede que te hayan ayudado.-entrecerré los ojos y le miré.- Pero sólo por precaución.
-Preferiría que papá se enterara lo más tarde posible... así evitaré dar explicaciones.-
-Está bien.-Asentí, luego me dirigí hacia el pasillo que llevaba al laboratorio.- Vete a descansar.
-Gracias, una vez más...- le escuché murmurar antes de perderle de vista.

Al llegar al laboratorio, toqué a la puerta y no tardó en abrirse. El señor Harkonnen me hizo entrar, se sentó tras una mesa y yo comencé a narrar, palabra a palabra, lo dicho por el Duque. El señor Johann había apoyado su cabeza en la mano, mientras me miraba. Pero, aún cuando terminé de contarle todos los datos que había obtenido, continuó mirándome en silencio. Parecía esperar algo más.
-¿Qué harías tú, Azim?-preguntó, un rato después.
-Señor yo…. Evidentemente, aunque nos cueste admitirlo, los fremen tienen ventaja en cierta manera al conocer este lugar. Aunque hayamos vivido aquí durante años, ellos están acostumbrados a moverse libremente en el planeta. Por ello, considero que son a los primeros que deberíamos eliminar. Siempre se comete el error de eliminar, en primer lugar, al enemigo más débil. Pero… Es al fuerte al que hay que destrozar. Ya que si éste desaparece… el débil no tendrá posibilidad de ser ayudado.
-¿Atacarías directamente a los fremen?
-En primer lugar probaría su fuerza.
-¿Su fuerza?
-Atacaría con unos soldados de destreza media a un lugar donde haya una gran concentración de Fremen. Ahí, sólo queda observar sus reacciones y la rapidez con la que los eliminan.
-En definitiva. Lo que harías primero sería probarles. ¿Y acto seguido…?
-Prepararnos para su forma de actuar. Cuando ocurra el encontronazo directo, sabremos sus capacidades.
-¿Dónde atacarías?
-En la ciudad fremen de la que el Duque me habló. Aprovechando entonces que de esta manera se podría provocar el temor. Claro está, no nos identificaremos. Podríamos ser tanto Corrino como, lo que somos, Harkonnen.

El Señor Harkonnen se irguió y me miró directamente. En la mesa había documentos, muchos, más de lo normal. Aún así no había ojeado ninguno desde que yo estaba allí. Poco después, asintió con la cabeza.
-Ve.-Ordenó.- haz lo que consideres. Infórmame cuando vuelvas y… puedes llevarte a Clement.
-Sí, señor.-Asentí, me incliné levemente en señal de respeto y salí de allí.

Out: gracias Clement




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