Una carcajada, teñida de tristeza, teñida de locura, resonó en las profundidades.
-¿Así que, era eso? Todo esto...Todo mi imperio...¿por un estúpido, insignificante, repugnante ojo? ¿Mi ojo?
La visión se volvió borrosa, quizás por la rabia, o quizás...eran lágrimas.
-Antes que dártelo-la voz pasó a ser fina como un hilo, pero no por ello perdió su fuerza-¡Lo haré desaparecer con mis propias manos!
-¿Qué crees que estás haciendo?-ésta, era otra voz, una masculina...Gritaba de forma demencial- ¡¡Detente!! ¡NO!¡NO!
-¡¡SÍ!!-chilló ella-Contempla,amado, cómo destruyo aquello que TANTO has deseado...
Y luego, todo se volvía rojo. Sangriento.
Abrí los ojos y estiré lentamente la parte superior de mi cuerpo sobre la mesa, mientras la inferior se acomodaba, un poco mejor, sobre la silla. Otra vez, aquella pesadilla.
El profesor me miró, y continuó con la lección con voz temblorosa. Sonreí. Podía ver la frustración en los ojos de aquel hombre, los deseos apremiantes de abofetearme por impertinente.
El mejor profesor en una materia sería aquel que, valorando a sus alumnos lograse captar su atención, corregirlos, educarlos, moldearlos, hacerles amar la asignatura.
Y sin embargo, aquel hombrecillo, el primero de su promoción, no podía ni siquiera gritarme o amonestarme.
Debía quedarse inmóvil, esperar a que la mimada princesa acabase su siesta y rezar porque quisiera continuar con la lección...
Y ella...no quería.
Me levanté de golpe, dirigiéndome a la salida.
-Alteza, su clase de protocolo...-se atrevió a reprochar el acobardado docente.
Apenas me volteé para responder:
-¿De qué sirve el protocolo en un día tan importante como hoy?
Mi profesor bajó la mirada, en silencio.
-Ya me lo suponía-le espeté, burlona, y abandoné la habitación.
El palacio Corrino era un lugar silencioso de por sí, pero ese día ni tan siquiera se escuchaban los pasos de los criados, que deambulaban normalmente de un lado a otro.
Los pasillos estaban vacíos...Pero yo sabía dónde estaban todos, mientras se me intentaba distraer con estúpidas actividades; clase de canto, clase de danza, clase de protocolo.
Empujé con brusquedad la puerta del salón del trono. Todos, excepto mi tío, se giraron para mirarme, escandalizados. Sin embargo, no pudieron decir nada...
La transmisión había comenzado.
La sala entera se oscureció. A la figura de mi tío, en carne y hueso, presente en aquella sala, se le unieron dos figuras más, que fueron perfilándose lentamente: Los líderes Harkonnen y Atreides. Detrás de ellos, borrosos, como una masa amorfa,tal y como nos verían ellos a los situados tras mi tío, una serie de personas; sus respectivos seguidores, la "corte".
En el centro de las tres figuras, otras dos. La primera, una Bene Gesserit, sin duda, con su vestimenta fácilmente reconocible, y su cabeza, desprovista de cabello. La segunda se mantenía en la sombra, pero por el ruido metálico de su respiración pude suponer que se trataba de un horrible Navegante.
Unas controlan la mente de las personas, y otros la navegación espacial. No obstante, nosotros poseíamos el poder...O eso me gustaba creer.
-Nobles Casas: Corrino, Harkonnen, Atreides-comenzó el Navegante, con su voz artificial-.Son tiempos... difíciles.La especia melange escasea. Sin un Emperador...
-Tenemos una Emperatriz-les interrumpió el regente, Alexis, mi tío.
-¿La "niña"? No-siseó la bruje Bene Gesserit, casi con sorna.
¿Y ese tono de voz?¿"Niña"?
-Sin un Emperador, la Casa ha reducido mucho su efectividad...A pesar de los esfuerzos del Regente-concedió el Navegante-.Sabéis que la especia es básica para nuestra supervivencia.Por lo tanto...
Y se giró hacia esa escoria Harkonnen y Atreides...
El Duque alzó la mano. El Navegante asintió...
-Quisiera advertir a los presentes...
-Oh, cállate-le espetó la Baronesa, y luego sonrió fieramente-.Los Harkonnen aceptamos con regocijo el título de...
-¡¡Se me había concedido la palabra!!-gritó el Duque.
-Es cierto-asintió la Bene Gesserit-.Tendrás tu turno, Baronesa.
-Por supuesto que lo tendré-dijo ella, con arrogancia.
Tras la interrupción, el Duque continuó hablando, con un gesto duro e insondable.
-Advertir a los presentes de que una Casa con tantos asesinatos a sus espaldas, y muchos de ellos, como el de mi difunto padre, sin ser juzgados ni castigados, no puede gobernar el Universo. La noble Casa Atreides, sin embargo...
En ese momento, se armó un fuerte griterío. Los hologramas de los otros dos líderes aparecían, se fragmentaban y desaparecían, lo que significabaque estos se movían violentamente. "Buitres, ladrones, perros" eran los insultos más débiles que resonaban en ese momento...
Y yo observaba, boquiabierta, como unos extraños repartían mi Imperio a unos seres que parecían más sedientos de poder que nosotros.
-¡SILENCIO!-gritó la Bene Gesserit. Sí, no cabía duda, era una de las "Madres", las brujas más poderosas. Su uso de la Voz nos hizo callar a todos al instante.
Era el turno de los Harkonnen.
-Los Atreides no queréis que gobernemos-empezó la Baronesa-porque acabaríamos con vuestra pequeña Casa en un abrir y cerrar de ojos-ahora, se dirigía al Navegante y a la Bruja-.Dadnos el poder a nosotros, y si queréis especia...Porque eso es lo que quieren todos, la tendréis. Lo que hagamos después con el universo...Eso, es cosa nuestra-diría que casi se relamía al decir esto.
Mi tío no esperó a que nadie le concediera la palabra.
-Por encima de nuestro cadaver,miserables. Nadie se sentará en el Trono del León sin antes luchar por él...Venid-dijo, desfiante-, que recompensaremos vuestra "lealtad"...os daremos la muerte que merecéis desde hace algún tiempo.
La Bene Gesserit sonrió y miró al Navegante.
-Está decidido, entonces-dijo éste-.El problema que ocasionó la especia, lo resolverá la especia.
-Aquel que controla Dune-entonó la Bruja-controla la especia. Aquel que controla la especia, controla el Universo. ¡¡Que la guerra por el Trono se decida en Dune y sólo allí!!
Esta vez, reinó el silencio. Dune, el planeta desierto. Aparecía ante nuestros ojos como el peor de los infiernos...
-La Casa que consiga controlar totalmente el planeta-siguió la Gesserit-obtendrá el título de Emperador. Mientras, todas las casas mantendrán sus títulos como hasta ahora; la Casa Corrino seguirá ejerciendo sus funciones de Emperador. La guerra sólo podrá tener lugar en Dune; queda totalmente prohibido atacar cualquier otro planeta o a cualquier otra persona fuera de Dune.
-Estas son las cláusulas del contrato-gorgoteó el Navegante-.Si alguna de las Casas no está de acuerdo, la disputa se llevará entre las dos restantes... Pero la especia...La especia debe fluir. ¡Siempre!
Silencio, pero sólo por unos segundos.
-¡Los malditos Atreides ya residían en Dune! Perros, juegan con ventaja-la Baronesa se giró hacia los suyos-¿A qué esperáis?¡Moveos!¡Vamos!-primero desapareció su imagen, por último sus gritos dejaron de resonar en la sala.
-Os estaremos esperando...a vosotros también, Corrino-afirmó el Duque, y su holograma también se desvaneció.
Alexis miró a los ojos a la Bene Gesserit.
-Hemos gobernado, gobernamos y gobernaremos. El Universo no puede existir sin los Corrino.
Con un gesto imperativo de su mano, cortó la transmisión.
-¿Debo enviar tropas a Arrakis?-preguntó algún militar.
-Cuanto antes-dijo mi tío, sin moverse del sitio. Parecía sumido en una profunda reflexión, quizás consternado.
Poco a poco, algunos pares de ojos pasaron a contemplarme, a la pequeña intrusa que no debía estar escuchando como su reino peligraba.
-Buenas tardes-sonreí cortésmente, con la cabeza alta.
Finalmente, los ojos de mi tío se volvieron hacia mí.
Yo mantuve mi sonrisa, impertérrita.
-¿Va todo bien?
//Out// Introducción lista! Estoy un poco oxidada, así que espero que os haya gustado. Para las intervenciones de los líderes me he basado en partes de un videojuego y partes del libro, así que siento si no he acertado con lo que dirían vuestros PJs, espero no haberos...descolocado demasiado :3.
Bueno! Ya se acabaron los posts de prueba, ahora...a postear y a divertirnos! ^^
Un abrazo~! //Out//
Kaori volvió al desierto a las 1:45 a. m.
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