viernes, julio 25

Un nuevo día se empezaba a abrir paso entre las brumas y los desacuerdos de los 4 planetas mas habitados del universo y mi pequeña tienda, escondida en el más poderoso de ellos, Kaitan, abría sus puertas.
Coloqué en el aparador mis objetos más populares: unos fusiles, algunos lanza-granadas, algunas C-4 y todo tipo de armas de corto alcance, todas ellas reglamentarias por supuesto. Ya que las armas prohibidas…

Son un gran negocio…

Las armas prohibidas no estaban al alcance de cualquiera, ni a nivel económico, pues pedía una gran suma de dinero por ellas, ni a nivel… digamos… moral. Mucha gente era reacia a usarlas, pensaban que si lo hacían el demonio consumiría sus almas cuando pasaran al otro mundo…

Bah… como si no fuera a hacerlo de todas formas…

Bajé al sótano, allí tenia mi laboratorio. Me paseé por él observando que todo estuviera en orden, un par de especimenes se retorcían en sus botes ahogándose en el formol; algunos utensilios, debidamente desinfectados, acariciaban una superficie metálica donde yacía mi último experimento.
Ese laboratorio era mi verdadera pasión, experimentar, creación de armas prohibida y la investigación de las ya existentes. Lo del contrabando era un simple entretenimiento que, afortunadamente, resultaba increíblemente rentable a mis bolsillos.

De repente se oyó el tintineo de la campanita que anunciaba nada más y nada menos que la entrada de un cliente en la tienda, así que me apresuré a subir las escaleras.
Era una figura encapuchada, pero al mismo tiempo, era imposible no reconocerla. Al verme, Valeria retiró la capucha que le cubría el rostro. Cabello rubio y largo, ojos ámbar, y un rostro cada vez menos aniñado. Sonrió al verme, simplemente estirando un poco los labios, sin llegar a enseñar los dientes.
-Vaya, que sorpresa verte por aquí Valeria…-dije con una sonrisa en los labios.

*********************

Me adentre en aquel laboratorio.. yo no debía estar allí, pero hoy en día con dinero se podía entrar en cualquier parte, aquellos dos guardias estarían disfrutando ahora de sus bolsas repletas de monedas de oro mientras yo estaba allí en el laboratorio de Adonis Corrino, fallecido un par de días antes.
Recorrí todo el laboratorio con la mirada, tremendamente fascinada, aquel hombre era un auténtico psicópata, había sangre por todas partes, sangre seca y además de eso… partes del cuerpo, que habían sido mutiladas e investigadas a conciencia.

Me acerqué a una mesa metálica, llena de cosas: papeles, instrumentos.. pero entre todo aquel desorden me llamó la atención una carpeta en la que había una etiqueta donde se podía leer “Proyecto Altair/Valeria”, la cogí y la ojeé por encima…

Fascinante…

Salí de aquel lugar de olor a putrefacción con la carpeta en las manos… y cuatro meses después… ella cobró vida.
*********

Cuando me percate de mi ensimismamiento negué con la cabeza y mire a Valeria, que me observaba con curiosidad.
-Disculpa Valeria.. ¿Querías algo?-dije con una leve sonrisa.
-Sí, venía a...comprar-dijo ella, divertida-.Pero antes, ¿cómo te encuentras hoy, Ángela? ¿Has oído las nuevas noticias?
-Algo he oído…-dije ajustándome las gafas con el dedo índice.- Quieren quitarte tu imperio me temo.-dije para molestarla.
-Oh, no-me corrigió con ironía-.Quieren arrebatarle el Imperio a mi tío. Si éste consigue mantenerlo, más adelante, tendré que arrebatárselo yo a él-se balanceó un poco sobre sus delicadas zapatillas-.Por cierto, ¿tienes un veneno rápido y efectivo que puedas venderme?
La mire arqueando una ceja y cruzándome de brazos.
-¿Quieres envenenar a tu tío?-pregunte.
-¿Qué?-me miró sorprendida-¿Lo dices por lo que acabo de...? ¡Oh no!-negó con la cabeza y sonrió-¡Claro que no! Aun no. Es para mi tutor. Mi nuevo tutor.

“Aun no”… que malicia tan tremendamente encantadora.

Sonrei.
-En ese caso… oficialmente no puedo hacer nada por ti, la venta de venenos así como la de todo tipo de armas es ilegal a los menores de edad.-dije con una sonrisa picara en los labios.
-¿Y extra-oficialmente, podrías?¿Podrías?-juntó ambas manos bajo su barbilla-.Yo podría hacer algo por ti, a cambio.
Simule estar enternecida por esa carita de angelito que Valeria me ponía.
-Como negarme…-dije con falsa ternura.-Veamos que encuentro por aquí.-añadí recobrando mi postura natural y sonriendo antes de darme la vuelta.

Rebusque entre la vitrina que tenia detrás mío y recorrí los botecitos leyendo por encima los nombres de las etiquetas.
-Aja aquí esta.-dije abriendo la vitrina y sacando un diminuto bote de color morado. Seguidamente se lo tendí con una sonrisa.-Con esto bastara.
Me lo quitó rápidamente de la mano y lo observó.
-Perfecto...¿alguna instrucción especial, o funciona como los otros?
-Dos gotitas en cualquier liquido y caerá fulminado en menos que se dice especia.-sonreí, luego se lo arrebate de las manos y negué con la cabeza.-Sin embargo.. no se yo si es ético darte este botecito.. podrías hacerte daño.. pequeña.
Valeria me observó en silencio por unos instantes, mirándome fijamente a los ojos.
-¿Cuánto dinero?-me espetó secamente.
-Diez mil monedas de oro.-sonreí.
-¿Diez mil? ¿Es que también te ocuparás de envenenarle, o qué? Me parece un robo.
Reí.
-Lastima.. tu tutor tendrá una vida larga.. muuuy larga.-volví a reír.
La niña siguió observándome, impasible aparentemente.
-Muy bien-concedió-.Te serán entregadas-y extendió la mano.
-Sabes cual es el trato… hasta que no tenga el dinero en mano... no hay juguetito para la niña.-dije balanceando el botecito frente ella y guardándolo en mi bolsillo.
Valeria se retiró un mechón de pelo de la cara. Pude ver un brillo de odio en sus ojos.
-Pero Ángela, querida-siseó-.Lo necesito ahora mismo...¿Acaso no soy una buena amiga? No me he ido de la lengua sobre tus turbulentos negocios ni nada...
La mire y esboce una sonrisa.
-Esta bien.-dije tendiéndole el frasco.-Confío en tu palabra Valeria.-clave los ojos en ella con frialdad pero sin perder una tenue sonrisa en los labios.
La princesa escondió el frasquito rápidamente, sin darme oportunidad a arrepentirme.
-Pronto sabrás si he...hemos, tenido éxito-sonrió dulcemente-.Hasta pronto, Ángela. Cuídate mucho.
-Cuídate mucho tu también.. pequeña emperatriz.-Sonreí también.-Y ya sabes, si te preguntan por mi…
-Yo no te conozco...A no ser, claro, que los que pregunten sean buenos clientes.
-Eso es.-le guiñe un ojo.-Hasta pronto Valeria.

La pequeña emperatriz se despidió con la mano, antes de salir, haciendo sonar la campanilla de la puerta una vez más.




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