Me encontraba en mi cuarto, recostada. Era de madrugada, pero los llantos de Clement no me dejaban dormir. Cerré los ojos intentando evadirme, pero no lo conseguí; habían tocado en mi puerta. No respondí, no deseaba que nadie me molestara, pero aún así la puerta se abrió, era Johann, y no venía solo.
-Estoy cansada, no deseo que nadie me moleste.- espeté sin mirarle.
-Tengo un regalo para tí, querida.-Dijo Johann, aquella persona que le acompañaba se quedó afuera.
-¡Ya te he dicho que estoy ...!- su presencia me interrumpió.
Aquellos cabellos naranjas... aquella mirada... era él. Me levanté sobresaltada, y me coloqué en pie. Inmediatamente me dirigí hacia Azim, pero Johann se interpuso en mi camino.
-No es quien tú crees.-Aclaró Johann, me sonreía.
-¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Azim..!- exclamé apartando a Johann, abalanzándome sobre Azim.
Para mi sorpresa éste retrocedió, y me miraba como si se tratara de una completa desconocida.
-No seas impaciente.-Musitó Johann en mi oído, me había tomado por los brazos para retenerme y miró a Azim.- No es quien tú crees. Este es Azim Skinner, tu nuevo guardaespaldas.
-Esto debe ser una broma...- Clement rompió a llorar de repente, mis ideas ya no estaban claras... –Él mi... ¿guardaespaldas? Pero...-
-Un placer conocerla, Baronesa Harkonnen.-Dijo él, Azim... hizo una reverencia y luego me miró, como si realmente aquella hubiese sido la primera vez que me veía.
Aquel llanto me estaba volviendo loca, aquello debía tratarse de una pesadilla.
-¡¿Qué le has hecho?!- grité histérica girándome hacia Johann.
Johann se acercó lentamente hacia Clement, lo tomó en brazos y el niño se calmó justo en ese instante. Me miró fijamente, sonriendo, no sé que me transmitía la expresión de su cara, sí me repugnaba o me agradaba.
-Le he curado.-Respondió, con tranquilidad.
-¿Curarle?- repetí. -¡Suelta a mi hijo!- chillé arrebatándole a Clement de sus brazos. -A nuestro hijo, porque éste es nuestro hijo Azim, mírale...- murmuré caminando hacia donde se encontraba Azim con nuestro hijo en brazos.
Azim me miró, sin comprender, luego sus ojos se fijaron en Johann. Aparentaba confuso, no entender la situación. Johann me miraba atentamente, aparentaba estar sonriendo pero si me fijaba aún más, no lo estaba haciendo. Clement comenzó a llorar desconsoladamente.
-Azim.-Dijo Johann.- Toma a Clement y llévatelo afuera. Cálmalo.
-Sí, señor.-asintió, luego me miró esperando a que le diese al niño.
Se lo entregué, y le miré directamente a los ojos, su mirada hacia mi ya no era la misma.
Sentí como los ojos me ardían, y se me nublaba la vista. Me desplomé en el suelo, y comencé a llorar como nunca lo había hecho. Era la primera vez que me sentía tan desdichada.
La puerta ya se había cerrado y Johann se acercaba lentamente a mi. Estuvo poco tiempo de pie delante de mi, luego se agachó y me tomó por la barbilla, mientras sus ojos estaban clavados en los mios. No dijo nada. Sólo quitó aquellas lágrimas de mi rostro y susurró:
-Luchó con Ray. Cuando le encontré estaba apunto de morir. Le cure, hice que una enfermedad que ya tenía desapareciese y... ahora no tiene recuerdos de su vida anterior.-
-¿Eso era... necesario?- pregunté en un hilo de voz.
-hm... Puede.
-Puede... ¿No tienes una respuesta mejor? ¡¿No te das cuenta de que has destrozado de mi vida?!- chillé agarrándole por la camisa, mirándole con odio.
-Sh... -Acarició mi rostro, no pude hacer que me soltase.- Tu vida no está tan mal. Ya no. Sólo tienes que verlo. Para él la relación contigo sólo fue un quebradero de cabeza. Tal fue, que acabó casi muerto. ¿No crees que merece la oportunidad de tener una vida normal? ¿De no sufrir como lo hacen los seres humanos? Ahora es Harkonnen, pero no te recuerda. Ni te recordará. Te protegerá solamente. Así que aprovecha este tiempo para quitar esos sentimientos de tu mente. Eso os vendrá muy bien a ambos.-
-No sabes lo que me estás pidiendo, tú jamás lo entenderías, no eres más que un hombre sin pudor.- contesté dolida por sus palabras.
-Ilysse.-Masculló, luego me sonrió.- ¿Quieres...? ... ¿Quieres casarte conmigo?
Limpié el resto de lágrimas que caían por mi rostro, y sonreí también, intenté levantarme pero me había quedado sin fuerzas, así que me quedé delante de él, mirándole.
-Creo que ha sido suficiente por hoy Johann, no estoy para bromas.- farfullé molesta.
-No es una broma.-Dijo. Nunca había oído aquel tono de voz tan serio en él.- Si me lo permites, seré tu esposo. Te ayudaré a cuidar de Clement, como el padre que para los demás soy. Y también cuidaré de ti.-
Al escuchar sus palabras me desplomé aún más, después de perder a Azim de aquella forma, no sólo me encontraba mal físicamente, sino tambien mentalmente, estaba destrozada, y ahora sabía que Johann hablaba en serio.
-Esta bien.- dije al fin. –Me convertiré en tu esposa, Johann.-
-Me alegro.-Acarició levemente mi rostro de nuevo. No pude evitarlo y lentamente me acerqué y lo besé suavemente.
En ese momento, escuché llorar a Clement, y como un flash, empecé a recordar todo lo vivido con Azim. Todo se volvió oscuro, y perdí la conciencia.
Me incorporé, y respiré agitada, había tenido una maldita pesadilla. Me dirigí al servicio de mi cuarto, y me lavé la cara, la tenía completamente mojada, pero no de lágrimas, no, ya me era imposible llorar. Aquel día, hacía ya muchos años, había sido la última vez que lloré.
Salí de mi cuarto y me dirigí hacia el despacho, allí se encontraba Johann, a punto de salir.
-¿Te vas?-
-Sí.-Asintió, aparentaba cansado.- Debo ir a Giedi Prime, hay asuntos que me reclaman allí. Pero volveré pronto.
-Está bien, que tengas buen viaje.- respondí acariciando su rostro, y tomando asiento. -¡Ah! Y por favor, dile a algún guardia que llame a Azim, necesito hablar con él.-
-De acuerdo.-asintió.
Antes de marcharse, colocó su mano sobre mi cabeza y me besó suavemente, tan sólo rozó mis labios. Luego se marchó. Fuese lo que fuese, el asunto debía ser importante ya que Johann no había vuelto a Giedi Prime desde que vino por primera vez, llamado por mi hermana.
Poco después, alguien tocó en la puerta y entró. Era él.
Al entrar hizo la misma reverencia que la primera vez que le vi, luego me miró seriamente mientras me preguntaba:
-¿Me llamaba, Baronesa Harkonnen?-
-Ilysse es suficiente.- farfullé. –Así es Azim, quiero que vayas a Dune, y destruyas varios refugios de esos malditos fremen. Mátalos a todos, sin distinción, y solicita la ayuda de nuestros soldados que creas oportuna.-
-De acuerdo. Los destrozaré completamente.-respondió.
Sonreí, jamás hubiera imaginado que aquel Azim que recordaba en mis sueños se trataba de la misma persona que ahora tenía delante.
Fuí hasta él, y le miré fijamente. No se inmutó. Aquella no había sido sólo una pesadilla, eran recuerdos de la realidad.
-Sólo una cosa más Azim.-
-Dígame.-Respondió, mientras me observaba.
-Vuelve igual que te vas.- ordené. –Y que sea la última vez que me tratas de usted, me haces sentir... anciana.-
Creo que lo desconcerté. Me miró con la boca abierta, sin saber que decir. Pero pronto recuperó su saber estar y me dijo:
-Volveré. Pero... no puedo tratarla de "tú". Usted es la Baronesa Harkonnen, yo trabajo para usted. No puedo tomarme confianzas.
-Azim... ¡es una maldita orden!- dije fuera de juicio.
-Ah... está bien, pero no se... no te sulfures.-Masculló, mientras me miraba extrañado.
Al ver su expresión se me escapó una carcajada, y golpeé su hombro entre risas.
-Ya puedes irte...- susurré cerca de su oído.
Me miró a los ojos, luego retrocedió y, tras el típico saludo respetuoso que realizaba cada vez que se iba, se marchó en silencio. Aún estaba medio cohibido.
Seguí sonriendo sin poder evitarlo, y alguien interrumpió de repente.
-Yo también iré.- dijo Clement con decisión apoyando sus manos en mi mesa.
-Tú no irás a ninguna parte jovencito, aún eres demasiado novato para estas cosas.- contesté colocando mi mano sobre su cabeza.
-¡No lo soy!-Respondió.- ¡He aprendido todo lo que me han podido enseñar, ahora tengo que utilizar todo eso! No voy a quedarme aquí encerrado mientras los demás hacen el trabajo.-
-¡Qué dolor de cabeza! He dicho que no irás, y no hay nada más de qué hablar, aquí mando yo, ¿entiendes?-
-¡Jah!-Espetó, luego se giró hacia la puerta y cuando estaba a punto de salir por ella.- No pienso ser un niñato mimado y quedarme en "casita". Soy soldado y trabajaré como tal.-
-No olvides que eres el hijo de la baronesa, MI hijo, y es mía la responsabilidad de lo que te pueda pasar.- farfullé
No dijo nada, simplemente me miró de reojo y luego se marchó de allí.
-Cabezota... igual que su padre.- suspiré.
Lo único que me tranquilizaba, es que Azim estaría con él, y aún desconociendo que él era su padre, lo protegería hasta con su propia vida.
*OUT* Aquí hace la entrada la primera Harkonnen, espero que no les resulte infinito, pero al ser un post de entrada, me ha costado hacerlo corto, por lo menos espero que resulte ameno, saludos a todos!! *OUT*
Yuna volvió al desierto a las 12:36 a. m.
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