La sangre salpicaba cada uno de los rincones del refugio.
Todos luchaban con todas sus fuerzas. Peleé, maté y fui herida. Pero no podía detenerme, debía encontrar a mis padres y saber donde se encontraban. A lo lejos vi como mi padre cayó a manos de un harkonnen de pelo naranja. Poco después, mientras me acercaba corriendo, mi madre tuvo su espada sobre el cuello de aquel maldito, y él sobre el de ella. Pero… mi madre no se movió. Él la mató. Ella se dejó.
La sujetó, como para evitar que se golpease duramente contra el suelo. No recuerdo muy bien lo siguiente. Sólo fragmentos. De repente me veo cada vez más cerca de él, sus ojos son como los de los fremen… pero aún así, me lancé al ataque. Poco después estaba en el suelo, clavé mis ojos en él pero poco a poco… perdí el conocimiento. Lo próximo que noté fue dolor. Sólo dolor.
Al volver a abrir los ojos, noté unas vendas en la parte izquierda de mi cara. Llevé la mano y, aunque quería quitar todo aquello, no lo hice. Me mantuve quieta, en silencio, observando la habitación. No la recordaba, en absoluto. Por ello me levanté. Todo a mi
Todo a mi alrededor se giró, me mareé, pero aún así conseguí caminar hacia la salida de la habitación.
Estaba en una pequeña casa, no la reconocía, pero sin duda nunca había estado en una como aquella. Vi al otro lado del cuarto en el que me encontraba la puerta de salida. Comencé a andar de nuevo, casi arrastrando los pies, y cuando estaba apunto de abrir la puerta escuché, a modo de recuerdo:
“Tranquila... ya paso, vas a ponerte bien, yo te voy a ayudar...”
Acto seguido la puerta se abrió y vi a una mujer. Por un momento noté que nunca la había visto, pero poco después me vino a la mente vagos recuerdos. Yo, en aquel cuarto en el que acababa de despertar, hablando con ella. Pero no pude evitar agitarme de sólo recordarlo.
-No deberías moverte.-me dijo suavemente.
-Estoy bien.-mentí, luego la miré fijamente a los ojos.- ¿quién... quien eres?
-Dizliz.-dijo ella con una sonrisa.
-¿Diz... Dizliz?-pregunté.- Hemos tenido... ¿Hemos tenido ya esta conversación?
-Una parecida me temo.-dijo poniéndome una mano sobre el brazo.-Insisto.. deberías descansar.
-Sólo quiero que me digas... quién eres realmente. ¿Eres la Dizliz que mi madre conocía?-Respondí.
-Sí, yo era muy amiga de tu madre.
-Lo sé. Entonces tú debes ser... la Líder de... ... -Me mantuve serena.- quiero unirme.
-Ahora mismo no estas en condiciones de hacerlo Nirahina.-dijo seria.
-Por favor. Estoy bien. Ya no tengo otro lugar a donde ir y... siempre quise unirme.
-Mira, te quedas aquí hasta que yo decida que estas recuperada y luego me enseñas lo que sabes hacer y decido si entras o no. Esas son mis condiciones ¿aceptas?
-Quiero enseñarte lo que sé ahora.-fruncí el ceño y cerré el puño derecho.- Soy capaz. Estoy bien.
-No.-dijo seria.
-Insistiré hasta que aceptes.-Respondí, poco después unos hilos casi transparentes estaban entre mis dedos. Con ellos luchaba, de vez en cuando.
-No me importa, insiste todo lo que quieras, ya te he dicho cuales son mis condiciones, si no las aceptas no tienes nada que hacer.
-¡Estoy bien, pruébame! Si no lo estoy, me marcharé.
-He dicho que no, y no hay más que hablar.-Siguió en sus trece pero sin alzar la voz en ningún momento. Luego se metió en lo que parecía una cocina y me dijo desde allí:-¿Quieres una taza de te?
-no.-espeté, mientras la seguía.- Dizliz, yo no estoy jugando.
-No insistas Nirahina, soy más terca de lo que lo era tu madre, así que no tienes nada que hacer.
-Y yo también soy más terca que ella. Yo no miento en cuanto a mi salud, realmente no fue para tanto.
-Ya pero ¿sabes lo que pasa? Que aquí la que manda soy yo. Y yo fui la que te curo esas heridas, así que ya te dije esas son las condiciones, si no las aceptas jamás entrarás en la brigada, por mucho que repliques, te quejes o lloriquees.-me miro con dureza.
-Creída.-espeté, luego giré la cara y salí de la cocina. Realmente no sabía a donde me dirigía.
-No tienes a donde ir.-espero Dizliz.
-gracias por recordármelo.
-Pero puedes quedarte aquí.-añadió.
-No quiero la lástima de nadie.
-Pues muérete en una cuneta. Si eso es lo que quieres, pero así no vengaras a tus padres.-me dijo con mucha dureza
-Olvídame.-Espeté, luego salí de aquel lugar.
¿Quién diablos se creía que era?
¡Claro que me vengaría, fuese como fuese! No la necesito, en absoluto. Cuando ya estuve afuera me di cuenta de que me encontraba en la ciudad y comenzaba a anochecer. Recordé entonces que no tenía a donde ir, aún así, continué andando con seguridad.
Anduve por la ciudad durante horas, veía a todo tipo de personas pasar a mi alrededor. De pronto noté algo en mi, la herida de la cara supuraba, la temperatura de mi cuerpo aumentaba. Me apoyé en una pared, coloqué la mano en la cabeza y me dejé caer hasta quedar sentada en el suelo.
-no la… necesito.-gruñí, mientras cerraba fuertemente la cabeza.
En ese momento una sombra me cubrió y al alzar la vista la vi, era Dizliz, que me tendía la mano para ayudarme a levantarme.
-Vamos cabezota, te llevo a casa.
Giré levemente la cabeza hacia un lado. No quería la caridad de nadie. Pero cada vez notaba como la herida se ponía peor y peor. Recordé sólo por un instante el rostro de mi madre hablando de ella y... parecía tan feliz cuando lo hacía. Alcé levemente el brazo, sin mirarla directamente, para tomar su mano.
Me guio hasta llevarme a su casa, me llevó a una habitación y me sirvió un poco de caldo.
-¿Me dejas que te mire las heridas?
No pude hablarle. Desde hacía mucho tiempo no dependía de nadie, ni siquiera de mis propios padres. Me costaba verme en aquella situación, pidiendo ayuda de alguien. Le miré a los ojos fijamente y asentí entonces con la cabeza.
Eso le bastó, me curó las heridas con una sonrisa cálida permanente en su rostro, cuando hubo acabado se levanto y se dispuso a marcharse, pero antes de hacerlo se giro para decirme:
-Que descanses Nirahina.
-llama... llámame Nira.-Musité, agachando la cabeza.- y... gra... gracias...
-Esta bien Nira, y no tienes porque dármelas, lo hago encantada.-volvió a sonreír y se marchó.
Mi cuerpo de pronto estaba agotado.
Me dejé caer sobre la cama y poco después conseguí dormir. No me costaría demasiado recuperarme de aquellas heridas, al fin y al cabo había sido herida de mayor gravedad en otras situaciones. Pero... a partir de ahora mi vida sólo rondaría bajo un propósito. Servir a la brigada y eliminar a los Harkonnen. No puedo hacer otra cosa.
Maddy volvió al desierto a las 11:57 p. m.
~ Protagonistas ~








~ Contacto/Participar ~
¡Envía un
email!
~ Créditos ~
-
dafont.com
-
celestial-star.net
-
design-sensation
- Y a todos los que probaron, recomendaron, aconsejaron, observaron o
tuvieron que enviar sus fichas más de una vez por culpa de la webmisstress...Es
decir, a la totalidad de los participantes de este rpg,
¡Gracias!
~ Protagonistas ~




~ Tag Board ~