miércoles, julio 30

-¡Estoy preparado!- espeté mirando fijamente a Azim.
Nos encontrábamos en la zona de entrenamiento. Como cada día, entrenaba durante 5 horas para no perder el ritmo y convertirme de una vez en un soldado como él.
Comenzamos el entrenamiento con una estocada suya, la conseguí esquivar con destreza, sonreí.
-Parece que pronto podré convertirme en un adversario digno para ti.- dije con orgullo.
-No te confíes.- contestó, y acto seguido me rozó con su sable y consiguió cortarme el uniforme sin hacerme daño.
Aquello me enfureció y me concentré aún más, tenía que conseguir que mi madre, la baronesa, viera con buenos ojos el que yo fuera también a luchar, como un soldado harkonnen.
-Azim, la baronesa te llama.- interrumpió un soldado en pleno entrenamiento.
-Está bien, Clement, mañana continuaremos, estás mejorando.- dijo Azim antes de irse.
¿Para qué podría madre estarle llamando? ¿Alguna nueva misión? Era mi oportunidad.
Seguí a Azim y al soldado de cerca, y escuché toda la conversación entre madre y Azim. Un nuevo objetivo, acabar con todos los refugios fremen que pudiera, no podía faltar.
-¡Yo también iré!- exclamé apoyándome en la mesa del despacho de mi madre una vez hubo terminado de hablar con Azim.
Ilysse no entró en razón, no iba a darme su permiso, pero aún así, iría igualmente. Ya estaba preparado, y tenía que estrenarme de una vez. Corrí hacia la salida, y vi a Azim esperándome, parecía saber que yo le acompañaría.

Una masacre se presentaba ante mis ojos, aquello no era ni la mitad de satisfactorio que los entrenamientos. Me sentía fuerte, capaz, y ningún fremen aguantaba más de tres segundos ante mi. Utilicé las técnicas más sencillas, aquellos fremen no tenían la preparación suficiente para estar a mi altura. Azim se encontraba unos cuantos pasos por delante de mi, su habilidad era única, perfecta, algún día sería como él.
Llegamos por fin al que parecía el último refugio de la zona, y como en los demás, acabamos con todo el mundo sin distinción. Azim acababa de matar al jefe del refugio y a su mujer, cuando vi a una joven en cuyos ojos se reflejaba el odio y el temor. Quise acabar con ella, pero Azim no me lo permitió, debíamos dejar a alguien vivo para que pudiera informar de lo ocurrido al resto de los fremen.

Volvimos al palacio, y me dirigía mi habitación, necesitaba un baño, estaba cubierto de sangre y aunque la sensación de matar me gustaba, el olor a la sangre me desagradaba, por lo menos el de la sangre fremen.

Fui hacia la zona de entrenamiento, quería recuperar las horas que había perdido aquel día. Aunque fue entretenido luchar por primera vez en tierra enemiga, no podía acomodarme y dejar de entrenar sin más. Comencé a buscar a Azim con la mirada, mientras ahora en aquella zona sólo habían soldados descansando y contando “batallitas”. No les presté atención y continué mi camino.
-¿Acaso el señorito ha aprendido la lección?- Oí detrás de mi.

Me paré, aunque no me giré. “Estos tipos buscarán cualquier ocasión para pelear contigo, simplemente por ser el hijo de la baronesa. No caigas en su trampa, no vale la pena que te rebajes.” Eso era lo que siempre me decía Azim, sin embargo no podía mantenerme quieto cuando les oía insultarme. Si era más fuerte que ellos, no tenía por qué aguantarlos.
-¿Me has oído, niñato?- Espetó el mismo de nuevo.-No puedo creer como Skinner pudo permitir que fueras. Aún eres un crío, un bebé, un inútil, un…
Enmudeció de golpe cuando de pronto me vio delante de él, la cuchilla reluciente de mi espada estaba sobre su cuello. Los que se encontraban allí quedaron en silencio, mirándonos. Intentó atacarme, lo pateé haciendo que se diera un gran golpe contra la pared y le coloqué la punta de la espada justo en el cuello.
-La próxima vez que vuelvas a dirigirte a mi, sea para lo que sea, te mataré.- dije seriamente.- Y no lo hago ahora porque no sobran soldados.-

Me giré lentamente y caminé hasta salir de allí.
Afuera Azim me esperaba, apoyado en la pared mirándome fijamente, con una leve sonrisa. No sé muy bien por qué, pero por su cara supe que lo había escuchado todo. Comenzamos a caminar en silencio por los pasillos.
-Gracias por no dejarme sin un soldado.- comentó poco después, de forma distraída.
-… ¿Lo viste?- pregunté mirándole de reojo.
-Está claro que sí.- asintió.- Aunque te he dicho que no te dejes llevar, me ha gustado como guiaste la situación poco después. Ese tipo, Rodolf Reltih, te tiene muchas ganas pero de alguna manera teme que algún día respondas con todas tus fuerzas.-
-Es un cabrón.-Refunfuñé mientras me cruzaba de brazos.
-Sabes que la baronesa posiblemente me regañará por haberte permitido venir, ¿verdad?-
-¿Qué? No debería, vine porque quise.
-Pero yo me encargo de tu entrenamiento y de tu seguridad. No tengo salida.- tras susurrar eso, suspiró.- En fin… Entrenemos hasta que me mande a llamar de nuevo.-

Le miré fijamente. Yo no había dicho para qué había ido por allí, pero él lo sabía.
Sonrió y se encogió de hombros, luego comentó:
-Sé que te quedaste con las ganas en la misión de hoy.-
Me conoce a la perfección, había interpretado mis intenciones al pie de la letra. Entonces continuamos con el entrenamiento que había sido interrumpido unas horas antes.


*OUT* Aqui está Clement, ya tenía ganas de postear, espero que os guste!! saludosss!! y muxas gracias a super Lore!!! *OUT*




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