sábado, enero 5

Cuando todo está perdido, o nada tiene sentido, se produce la misma sensación de desolación.

Yo esperaba, contando los segundos que pasabn lentamente, mi fin. Y quizás pudiera arrastrar a alguien más conmigo.
Miré los cadáveres inertes de mis antiguos camaradas de armas y comencé a juguetear con el botón, el detonador de una explosión que acabaría con el refugio Harkonnen...con algún superviviente, si quedaba.

-Tenía que hacerlo...Porque no somos más que una panda de asesinos-me excusé ante los difuntos.

¿Por qué luchar? Eso nunca podría resolvérmelo nadie, ni siquiera el maldito médico que volvió a traer estas dudas a flote.
Sonreí para mis adentros. Nunca he sido un buen patriota...Nunca quise morir por un soberano.

Escuché el sonido de unos pasos. Johann Harkonnen atravesó, sin tan siquiera mirarme, el pasillo hasta su laboratorio. Probablemente me confundió con alguno de los muertos.

Me levanté lentamente, sin soltar el detonador, y avancé hasta la puerta de metal del laboratorio.
Sabía que la explosión debía matarlo, sin embargo, quería hacerlo directamente yo. Tomé una de mis pistolas e introduje la mano derecha en el interior del laboratorio.
-Vete al infierno,-mascullé-Johann Harkonnen.

Y justo en ese instante la puerta de metal se...cerró. Sin piedad. Mi mano se separó de mi brazo y, después de eso, no supe nada, si disparé o no,si escuché el tan ansiado grito de rabia y dolor ajenos o si eran los míos propios...
En un espasmo involuntario, la mano izquierda apretó el detonador.

Todo se volvió blanco.
Dejé de ver...de oír.




Cuando desperté, seguía siendo de día. La somnolencia me ganab terreno poco a poco, debido a la falta de sangre. Casi instintivamente, tomé mi chaqueta y me hice un torniquete en el brazo derecho.
Debería estar muerto...

Miré a mi alrededor. Estaba al aire libre. Irónicamente, la estructura del laboratorio que me había cercenado una de mis extremidades estaba compuesta de puro acero...Y me había escudado de la explosión.
Sonriendo ante la ironía, me levanté, volvía cerme al suelo, y al final conseguí incorporarme. Estaba moribundo, pero me sentía...extrañamente ligero.
Había comprendido que un lisiado, y más de la mano derecha, no podía ser soldado...

Nunca más.





Caía la noche cuando llegué a otro refugio, también Harkonnen, también vacío.
Algo, sin embargo, me hizo entrar.
-Dios-murmuré.

Encontré a mi antiguo socio...Como un cuerpo frío e inerte.
Me senté junto a él con la cara tensa por el dolor y la pena.
-No me digas que no te lo advertí, chaval-suspiré.



Con mi mano temblorosa y torpe clavé su espada sobre su improvisada tumba en el desierto. No sabía cuanto duraría ahí, pero sería seguramente poco.
Como todo Dune es una tumba, es igual.

-Descansa en...
Y allí las fuerzas me abandonaron del todo. Caí, inconsciente.




Me costó un rato acostumbrarme a la claridad. Una chica muy sonriente y un hombre serio se encontraban frente a mi cara. En sus ropas había emblemas Atreides.
-¿...Qué...?-murmuré.

El hombre habló.
-A los chicos-sin duda se refería a los soldados Atreides-les pareció conmovedor que alguien se parase a enterrar a sus muertos en días de guerra y le trajeron hasta aquí, a pesar de ser un sucio Hark...
-¡David!-gritó la mujer, y volvió a sonreírme-.Bienvenido al hospital de Arrakeen. Ahora, por favor, voy a hacerle unas preguntas. ¿Nombre?
-...
-¿Apellido o apellidos?
-...
-¿Tiene familia cercana?
-...
-¿Puede hablar?¡Diga algo, por Dios, ¡hombre!
-Mi...brazo...-se me llenaron los ojos de lágrimas.
-Su brazo...yo...esto...tengo malas noticias...
-No podré volver a ser soldado...
-Si tiene suficiente dinero, puede hacer que le implanten uno biónico-masculló el médico-.No hace falta montar un drama...

Ellos no entendían...
Que mis lágrimas eran de felicidad.


Pasé semanas en aquel hospital. No sólo había Atreides allí. Me negué a recuperar mi mano derecha una y otra vez, por mucho que me lo propusieron.
Y, junto con algunos Harkonnen desilusionados, decidimos colarnos de polizones en el próximo carguero hacia Caladan.
Una vida tranquila como civiles Atreides era lo que nos esperaba.

Entonces...algo decidió el rumbo que daría el resto de mi vida.

Volví al hospital para despedirme y darles las gracias.
La mujer joven, Julia, que resultó ser la jefe de enfermería, gritaba, con lágrimas en los ojos.
-¡Te juro que no cabe ni un solo niño más!
-¡Pero es sólo uno, Julia!-replicaba otra enfermera, con un crío en brazos, de apenas unas semanas.
-¡¡No es posible!! ¿Sabes cuántos huérfanos han quedado tras esta guerra horrible? ¡Y encima...encima es hijo de una asesina y un mercenario, ambos Harkonnen, o eso me has dicho tú...!
Me acerqué sorprendido.
-¿El mercenario Yerik?-murmuré.

Tres pares de ojos me miraron, esperanzados.
Julia sonrió.





El carguero Atreides se elevó y despareció en el firmamento.
Y el polvo del desierto me azotó la cara una vez más. Suspiré.
Sin trabajo, manco, con un niño a mi cargo, aún medio enfermo y solo.
La oportunidad de escapar a Caladan no regresaría nunca jamás.

Dune era...una trampa de la que no se podía escapar. Una tumba.

El bultito que llevaba en brazos se removió, intranquilo.
Miré al niño. Lleno de vida, con un destino y una historia propios. Encendió una chispa de esperanza en mi interior.

Quizás no todo sea muerte en este lugar.

Sonreí ampliamente a la criatura.
-¿Ya nos las apañaremos, eh? Sí, nos las apañaremos.

El pequeño emitió un sonido parecido a una risita, y en ese momento, al mirar las calles destruidas por los bombardeos y las batallas, las casas desvencijadas una vez más y las aceras que habían perdido su empedrado...

Sentí que todo podría mejorar.

Miré de nuevo al bebé.
-Te daré el nombre de tu padre, ¿de acuerdo?.Él era...él se llamaba...-sabía que lo había dicho hacía unas horas de forma correcta, aunque "Patricia" no dejaba de volver a mi mente una y otra vez. Suspiré-.Creo que se llamaba Reik o algo así.

Algunas cosas nunca cambiarán, y tendré lagunas irremediables. Esto no lo ha hecho Dune, sino yo mismo...y la semuta.

El chiquillo no pareció disconforme, siguió revolviéndose, travieso.
-Pues Reik.

Y volví a sonreír, esta vez al cielo.O Cielo. Si es que existía.

Quién me hubiese dicho que aquí, en Dune, podría tener lugar el inicio de algo bueno.


//Out// Ultimo post de Volker! Al final me quedó...hasta tierno...melancólico...extraño,en resumen o_o. Pero me divertí haciéndolo, y espero que vosotros leyéndolo. Un beso!! //Out//




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