sábado, noviembre 17

Cuando abrí los ojos, seguí con la mirada cada rincón de la habitación donde me encontraba... aquella habitación me era muy familiar... dónde... ah... si, en su casa, ahora lo recuerdo todo.
Me incorporé despacio, y quedé sentada en su cama. La puerta estaba entreabierta, y podía escuchar ruidos provenientes de fuera, alguien se acercaba... podía escuchar sus sigilosos pasos...
Vi en ese momento como Azim entraba lentamente, llevaba un vaso en su mano derecha e iba con la cabeza gacha, aparentaba cansado. Sin embargo, poco después levantó la mirada y me vio observándole. Por un momento sonrió, aunque esa mueca desapareció pronto y continuó acercándose a mi.
-Deberías descansar.-Me dijo, luego me tendió el vaso que llevaba.- Bebe, te sentará bien.
-Muchas gracias, no debiste molestarte, yo sólo... quería hablar contigo... por última vez-
-¿Por última vez?-Clavó los ojos en mi por un momento, luego miró hacia otro lado.- ¿De qué se trata?
-No me preguntes ahora... prefiero que lo que tengo que decirte, sea lo último... y aún no me gustaría marcharme...- me sinceré.
-Habla.-Continuó sin mirarme.
Cogí su barbilla con suavidad, y le giré la cabeza, obligándole a mirarme, sus ojos azules aún me hacían estremecer, esa mirada tan intensa... sus ojos me revelaban todo sobre él.
-Mírame, Azim.-
Al principio aparentó no querer hacerlo, sin embargo, sus ojos al final permanecieron fijos en mi. Me hacía sentir que sólo yo existía en aquel planeta, que no había nadie más. Noté que mi respiración se aceleraba, sin embargo, debía continuar hablando.
Seguidamente, agarré su mano derecha, y la coloqué sobre mi vientre. Justo entonces, sentí un golpe seco en mi interior, noté como se sobresaltó ligeramente, pero no exteriorizó ninguna emoción, él continuaba impasible ante la situación.
-Azim... ¿puedes sentirlo?-
-... Sí.-acabó asintiendo al final mientras miraba mi vientre, luego levantó la cabeza. Sus ojos me transmitían calidez.- Se trata de tu hijo. No deberías de estar aquí en la ciudad, sino descansando.
-Te equivocas, ahora no podría encontrarse en mejor lugar... junto a su padre.- dije decidida.
En principio no vi ninguna reacción en él, sin embargo, de pronto noté que la mano que tocaba mi estómago se pegaba más a mi piel y el bebé, en respuesta, dió otra patada. Cuando miré a Azim a los ojos, en su cara se veía reflejada la sorpresa y la extrañeza. Abrió la boca para hablar, no emitió ningún sonido, sin embargo al segundo intento sí que pudo:
-... mientes... ¿verdad?... A nuestro hijo tú...
Negué con la cabeza, y tapé sus labios con un dedo, acercándome aún más a él. Ahora nuestros rostros se encontraban muy cerca, podía sentir su respiración.
-No Azim, nunca le hice ningún daño a nuestro hijo... él siempre ha estado aquí, en mi interior.-
-¿Entonces por qué tú...?-susurró, luego entrecerró los ojos y rodeó mi cuerpo con sus brazos.
-Tenía que hacerlo, debía hacerlo Azim, yo soy una Harkonnen, y tú un Fremen, no podemos estar juntos, ni siquiera pensarlo, no gozamos de esa libertad.-
-Lo sé, lo sé. Pero aún así... no debiste ocultármelo, Ilysse...
-Shhh...- susurré mientras le daba un leve beso en los labios. En ese momento, escuchamos un ruido sordo en la puerta, y cómo ésta se abría. Allí, frente a nosotros, una muchacha de cabellos negros y ropas fremen se encontraba en el umbral, con los ojos muy abiertos y una expresión de horror dibujada en su rostro.
-Di... Dizliz...-masculló Azim, no me soltó ni se separó de mi, solo la miró fijamente.
Miré a Azim extrañada, me separé de él lentamente, ocultando mi abultado vientre y volví a fijar la mirada en la fremen, parecía asustada, y en sus ojos se reflejaba la ira y el coraje.
Probablemente se trataría de una amiga de Azim, una chica de confianza que nunca se hubiera esperado encontrarse a Azim con una Harkonnen, y mucho menos conmigo, la hermana de la baronesa.
-Dizliz.-Azim fue a acercarse, sin embargo ella retrocedió.- Espera. Las cosas no son como tú crees...
Ella le miró duramente, luego clavó sus ojos en mí y por último volvió a mirar a Azim.
-No me niegues lo evidente.. eres un... un...
-No saques conclusiones precipitadas.-Le interrumpió él.
-¿Crees que no se quien es?-alzó la voz la tal Dizliz.-¡¡Es una Harkkonen y tu estabas ...estabas.... ¡¡estas traicionándonos Azim!!
-¡Te equivocas!-Exclamó Azim, luego la miró a los ojos.- Las cosas no son como tú crees.
-Ninguna explicacion que puedas darme va a servirme... voy a tener que.. informar a los ancianos de esto.-dijo mirándome a mí esa vez.
Sonreí con cierta burla, y le devolví la misma mirada de odio a la fremen.
-Tú... no vas a hacer nada.- sentencié fríamente.
-¿Que vas a hacer? ¿Matarme?-dijo ella desafiante.-Adelante.
-Basta, dejad de discutir.-Masculló Azim, luego miró primero a Dizliz para luego observarme a mi.
-Mmm... sería una pena...- dije acariciando la coleta de la fremen - que este precioso pelo se estropeara...- contesté ignorando lo dicho por Azim.
Dizliz sonrió tristemente.
-Deberías dejar que me mate Azim, total, parece que lso tuyos no te importan... La raza de tu amiguita es la misma que hace nada torturó a tu hermana ¿recuerdas? la misma que mató a tus padres... -dijo Dizliz moviendo bruscamente la cabeza para que dejara de tocar su pelo.
-No voy a dejar que os hagais daño mutuamente.-Respondió Azim mientras miraba a Dizliz, luego clavó sus ojos en mi.- Ya basta...
Coloqué ambas manos sobre mi vientre, y salí de la habitación empujando a Dizliz para pasar por la puerta, ella no se dio cuenta de mi estado, pero no podía correr el riesgo, ahora que nos había descubierto, sería terrible que además supiera lo de nuestro hijo...
Pasó un rato, y me entretuve escuchando sus gritos, la discusión pareció terminar, pues seguidamente hubo un gran silencio, seguido de un portazo; Dizliz se había marchado. Azim apareció en la puerta de la cocina, yo me encontraba sentada en una silla junto a la mesa, y él mantenía la mirada fija en el suelo.
-¿Crees que te delatará?- pregunté para romper el molesto silencio.
-Es posible...-respondió aún sin mirarme, sin embargo luego levantó la vista.- Pero no la culpo.
-En realidad no debí venir, creo que ha sido muy inoportuno, no podía habernos pasado nada peor.-
Me levanté con cierta dificultad, pero mantuve el equilibrio y me dirigí hacia él.
-Será mejor que me marche ya, no vaya a venir más gente, creo que con esa chica, hemos tenido suficiente.-
-No puedes irte, aún estás bastante cansada. ¿no es así? No te preocupes por quien venga o deje de venir... Al fin y al cabo se supone que soy un adulto...-
Sonreí levemente, y acaricié su rostro.
-Me encantaría quedarme, pero... es mejor que no nos vea nadie más, aunque seas un adulto y puedas hacer lo que quieras, esto no es cualquier cosa... estas con el enemigo, con el principal enemigo, porque ahora que Mavra se ha marchado... yo soy la responsable de todo.-

Noté que levantaba la cabeza levemente, sin embargo luego clavó los ojos en mi para mirarme de forma significativa. Suspiró, por un momento no entendí su reacción, pero al final colocó su mano sobre mi cabeza y susurró:
-Ya sabía que eras el enemigo, fueses o no la responsable de todo, sin embargo no puedo dejar que te vayas de esta manera porque no estoy seguro de que llegues sana y salva a vuestro nuevo escondite.
-Estaré bien, ahora me encuentro mucho mejor... pero si insistes, me quedaré un poco más.-
-Azim... quiero confesarte algo.-
-¿Confesarme?-preguntó, extrañado.- ¿de qué se trata?
-Verás... cuando tuvimos ese encuentro, aquí en el pueblo... y yo estaba con Johann...- dije entrecortada
-... me acuerdo... ¿qué ocurre?
-Cuando llegamos a nuestro escondite... Johann y yo... terminamos besándonos y... en fin...-
-¿y en fin...?-clavó sus ojos en mi, sin embargo, luego miró hacia otro lado.
-Acabé siendo suya.- sentencié.
-....ah.-fue lo único que respondió, continuó mirando al suelo.
-No significó nada.- aclaré
-...ya.-dijo.
Nos quedamos callados unos segundos... pero no soportaba aquel silencio.
-Azim, lo lamento.- dije sin pensarlo.
-En realidad yo...-comentó de pronto.- cuando... te vi con él... me sentí... ... yo tuve algo de una noche... con alguien...
Le miré a los ojos, parecía realmente arrepentido.
-¿Con quién ...?-
-... Dizliz.-Luego entrecerró los ojos mientras me miraba.
-Esa chica... es odiosa, no sé cómo pudiste...-
-... y ese medicucho es demasiado arrogante y tenebroso.-clavó sus ojos en mi.
-En realidad... es dulce... en el fondo...- dije mirándole de reojo.
-¿No me digas?-espetó Azim, luego se alejó de mi cruzándose de brazos.
No pude evitar sonreír al ver su reacción. Caminé hacia él y le abracé por detrás, aferrándome a su espalda. Podía sentir su calor, y oler su fragancia... Azim... ¿qué me has hecho?
-Ilysse...-me miró de reojo.- ¿Qué hay realmente entre Johann Harkonnen y tú?
-Sólo compartimos... apellido. Sólo eso.-
-¿Es familia tuya?-preguntó mientras acariciaba mi rostro, dulcemente.
-No lo sé... espero que no.- murmuré mirando hacia otro lado.
-... creo que deberías descansar...-me musitó al oído.
-Sí... me siento cansada...- dije girando mi cabeza de manera que quedáramos de frente. Le dí un leve beso, y me dirigí hacia la habitación, me tumbé sobre la cama, rápidamente caí rendida ante el cansancio, y me dormí.

*OUT* Por fin aparecio Ilysse!! xDDD siento el retraso, ahora con las clases y las practicas que a veces me ocupan todo el dia, hasta que no me habitue, me es mu dificil, y además coincidir con la gente ^^U espero que le sguste, muxas gracias por la ayuda a mi querida Diz! y a mi querido Azim!! *OUT*




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