viernes, septiembre 21

Ruidos de espadas chocando. El sonido de la guerra, de la muerte…
-Cabrones…-mascullé mientras me ponía en pie, aún continuaba recordando a aquel puto médico. Busca algo. ¿El qué? No lo sé, pero no me interesa.-… No empecéis sin mi.

Fui al lugar en el que se estaba llevando a cabo la batalla. Oí pasos rápidos por el pasillo en el que yo iba, me escondí en uno de los cuartos pero pude ver como una mujer fremen, con el pelo recogido, y un tipo fremen también corrían, dejando la lucha atrás. Los reconocí rápidamente. Ghassan y Dizliz. Si ellos estaban aquí, significaba que Azim también… que se estaba haciendo el héroe.
-Idiota.-Mascullé.

Regresé al pasillo y continué caminando mientras desenvainaba la espada.
La extendí hacia delante, para verla con el tenue brillo que iluminaba la estancia. Al fín tenía algo que me pertenecía… Reí… reí mientras aún continuaba andando. Iba a tener la pelea que siempre quise, la pelea para la que me estuve entrenando. Y nadie iba a poder detenerme…
Al llegar a la sala donde educadamente Azim me esperaba, le miré de reojo. Respiraba agitado, sin embargo, intentaba ocultarme su cansancio. Sonreí levemente.
-¿Qué pasa, capullo?-Pregunté.- No me digas que esos soldaditos de plomo han podido contigo.

Me miró malamente, no estaba en condiciones, pero para cuando me quise dar cuenta se lanzó contra mi. Bloqueé su ataque, lo pateé en el estómago y cayó hacia atrás, hasta chocar contra la pared.
-¡Que te jodan!-Espeté.- Si vas a luchar como una cría mejor quédate ahí en el suelo y te corto la cabeza.

Levantó la cabeza, para mirarme fijamente. Sus ojos estaban clavados en mi. Realmente no tenía ninguna fuerza. Me esperaba más de él… Estoy decepcionado. La mano que tenía libre la introduje en el bolsillo de mi pantalón mientras me acercaba lentamente, como un ejecutor apunto de llevar a cabo su trabajo.
-Es hora de que mueras, Azim.-Susurré.

Sus ojos estaban clavados en mi, levanté la espada para cortarle la cabeza. No movió ni un músculo. Sonreí amargamente y cuando me disponía a acabar con él, me detuve. No puedo dejar que esto sea tan fácil, que muera sin sufrir. Debe sentirse… desesperado. Y nada mejor que utilizar a…
Saqué el colgante que le había quitado a Shalya y lo dejé frente de la cara de Azim. La mueca de debilidad que había en su cara desapareció, frunció el ceño furioso y se lanzó a para quitarme el colgante. Lo quité a tiempo, haciendo que cayese.
-Vas a lamentar haberlo hecho.-Gruñó, aún dándome la espalda.

Se puso en pie, luego se giró hacia mi.
Su mirada había cambiado, anteriormente por un segundo percibí que se había rendido. Pero ahora…. ¡Jeh! Se lanzó contra mi antes de que fuera a atacarlo, me dejó contra la pared mientras nuestras espadas chocaban. Sonreí mientras dejaba caer el colgante al lado de su cara. Lo miró de reojo y antes de que pudiera defenderme me golpeó bruscamente enviándome a la otra parte del cuarto.
-Puede que sea ahora cuando te tome en serio…-refunfuñé mientras me ponía en pie, lo miré de reojo y sonreí maliciosamente.

No respondió, solo me miró seria y malamente. Sabía perfectamente que, para que luchara en serio, debía provocarlo. Si en realidad… por mucho que digas, somos parecidos… Con la única diferencia de que tú eres una sucia rata.

Al fin comenzamos a luchar, aquella sala que al principio parecía inmensa se nos hacía pequeña y terminamos por destrozarla. Aunque en un principio pensé que no iba a durar ni dos minutos, finalmente fue capaz de darme lucha durante bastante tiempo. Ese bastardo consiguió herirme, de gravedad he de confesar, pero él estaba peor que yo.

Estábamos cada uno en lugares opuestos en la habitación, recuperando el aliento. Me miraba ferozmente, como si pretendiese matarme solamente con los ojos.
-Capullo.-Le llamé, luego sonreí.- Se lo que se te pasa por la cabeza. A pesar de esta pelea y de que me odias, piensas en quién podría ser yo.
-Cállate.-Gruñó.
-Hallarás la respuesta solamente si consigues ver a Shalya antes de morir… bueno, si está entera para entonces.-Reí.- Ese Harkonnen que se la llevó estaba… ansioso. Jeje, oye, ¿de verdad sois… erais todos en la familia así de ingenuos? Porque si es así, no se como habéis durado tant…
-¡¡¡QUE TE CALLES HE DICHO!!!-Exclamó, clavando sus ojos en mi.- ¡¡¡¡NO ERES MÁS QUE UN ESTÚPIDO ERROR, SEGURO!!!! ¡NO SE QUIEN ERES NI ME INTERESA, SUCIA ESCORIA! ¡Y COMO VUELVAS A HABLAR DE MI FAMILIA….!

¿Error?
¿Hablas tú de errores?
¿El señor “como no puedo salvar a los demás, me desespero. Como no puedo ser Dios… me ofusco”?
JEH….

-¿Como vuelva a hablar de tu familia qué?-pregunté.-¿Qué me harás…? Mírate… eres un mierda. No sirves ni siquiera para salvar a tu familia ni a tu mejor amigo cuando debiste… ¡Te culpas por todo! ¡PORQUE TODO ES CULPA TUYA! Y esa relación tuya… eres un traidor en todos los sentidos.

Abrió los ojos con fuerza, atónito.
Sí, me refiero a la relación que mantienes con Ilysse Harkonnen…
Sonreí triunfal, mientras aún me continuaba mirando sin comprender como conocía todo aquello.
-Vamos colega… no te ofusques.-Comenté divertido, luego me encogí de hombros.- Al fin y al cabo… Siempre has sido un perdedor, aunque para todos aparentabas ser “ganador”. Tranquilo, yo se la verdad.
-¿No entiendes el significado de la palabra… “Cállate”?-Preguntó mientras permanecía con la cabeza gacha, luego la levantó. Ahora estaba tranquilo. Maldito estúpido...-… Quizá el hecho de que seas un crío maleducado haya influido. Cállate significa mantente en silencio, déjate de regodearte y lucha. Quizá solo hayas venido para hablar, pero yo no. Tengo cosas mejores que hacer que hablar contigo.

Esas palabras en cierto sentido me ofendieron, tanto que consiguió acabar con mi buen humor. Ya no quería hacerlo sufrir, ya no quería jugar con él. Ahora quería matarle de la manera más sangrienta posible. Me lancé al ataque, me estaba esperando, por lo que bloqueó mi ataque y provocó que retrocediera un poco. Luego se lanzó contra mi, haciendo que cayera al suelo. Estuvo apunto de cortarme la cabeza con su machete, sin embargo atravesé su costado con mi espada y luego lo pateé. Acabó lejos, dejando un rastro de sangre.
-¡Si quieres suicidarte, dímelo!-Espeté, mirando una herida que me había hecho anteriormente y luego el rastro de sangre.
-… en realidad…-Masculló, luego se puso en pie de nuevo y me miró de reojo.- Solo buscaba esto.

Al abrir la mano, ahí estaba el colgante que yo le había quitado a Shalya.
Quedé boquiabierto, luego miré a mi bolsillo impresionado. ¡Ese maldito hijo de puta…! ¡Me distrajo para…!
-¡¡¡¡VOY A MATARTE HIJO DE PUTA!!!!-Grité mientras me lanzaba hacia él.

Aunque en aquel momento a causa de la furia no fui capaz de darme cuenta de sus movimientos, al recordarlo todo con tranquilidad puedo decir que guardó el colgante en su chaqueta, para luego mirarme fijamente y sonreír… ¿aliviado?
Le ataqué una y otra, y otra, y otra vez… Más de cincuenta estocadas en un minuto, de las cuales muchas llegaron a su destino y otras tantas no. Aún así, dejaba un gran rastro de sangre detrás de si, sangre que acababa mezclándose con la que salía de mis heridas.
Para estar tan débil, luchaba y aguantaba…
Demasiado…
Una de las veces, en la que me tomó despistado, con su mano izquierda me golpeó en la cara llegando a partirme la nariz con el golpe que me propinó con la palma de su mano. Retrocedí y me golpeó un par de veces con el machete, haciendo heridas bastante profundas y cuando estaba a punto de dar un golpe mortal se tambaleó. Aproveché entonces, golpeé sus piernas y cayó al suelo. Se retorció en el suelo y alejé su machete de él.
Le miré con la respiración agitada, mientras aún el odio estaba en mis ojos.
-Bueno… colega….-susurré mientras me acercaba lentamente.-Digamos que una basura como tú, tan resistente, tiene que morir aquí y ahora… Si no… acabarás molestando. Es una pena… no sabrás quien soy.

Desde que empecé a hablar se había dejado de retorcer, me miró de reojo… No podía moverse. Podía verlo en los ojos. Desesperación, odio, impotencia… Levanté la espada para acabar con su vida, cuando noté una mano en mi hombro. Iba a segur atacando, sin embargo, al mirar de reojo vi al medicucho.
-Basta.-Dijo, luego sus ojos fueron a Azim.- Es suficiente.
-¿¡Pero qué dices!?-Espeté, luego lo cogí del cuello de la camisa.- ¡Lárgate si no quieres que te mate a ti también!
-Bueno…-Respondió, luego sonrió de una forma que no me gustó nada.- Mírale.. vino hecho una mierda… Y tú no quieres matarlo en ese estado, ¿verdad?
-¡Deja de creer que lo sabes todo!
-¿Pero no es así…?
-…. Créeme… vas a enfrentarte a él en otra ocasión si le dejas vivir… y es entonces… cuando esa pelea te va a gustar porque estará preparado. Ahora… déjale.
-¡Calla…!

Miré de reojo a Azim…
Estaba retorciéndose como un condenado. ¿Duele cabrón, duele? Solté al estúpido aguafiestas y fui hacia Azim, le pateé moviendolo un poco y luego me giré para marcharme de allí. Espero que estés preparado la próxima vez, porque si no… haré todo lo posible para hacerte sufrir y luego te mataré de la forma más lenta posible… Hermano.


Out: Fin. Gracias a Azim y Johann




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