domingo, septiembre 16

¡Necio!

Sin mí, este Imperio...está condenado.

Me senté frente a mi improvisado escritorio. En realidad, era un tocador. Así lo demostraba el enorme espejo. Lo demás estaba oculto entre varias montañas de papeles.

-Nadie...nadie puede prescindir de mí...como si fuera una máquina obsoleta-mis uñas arañaron la madera del tocador.

Luego sonreí con ironía.Él no era estúpido...Después de haber pasado mi adolescencia en ese campo de batalla radioactivo conocido como Salusa Secundus...La probabilidad de ser fértil era irrisoria...

Adonis había descubierto su única baza contra mí. E iba a usarla.

Pero...
¿Por qué?

Qué forma tan lenta, tan poco eficiente para deshacerse de mí.
Podría simplemente, envenenarme.

Pero esos comentarios incisivos sobre mi odiado padre...
La forma lenta, concienzuda y a la vez desordenada y caótica de elaborar sus estragias me llevaban a pensar...


Mis manos dejaron de arañar la madera.

...A pensar que yo lo abandoné una vez...


¿Venganza?¿Se...venga de mí?



-Afortunadamente, él y su familia se han marchado-dijo mi padre-.Espero que ahora puedes volver a tu educación con la misma dedicación de antes.
Alcé mis jóvenes ojos hacia la figura sentada rígida en el trono.
-Yo también lo espero, padre.

Lo recuerdo.
No moví ni un dedo para detenerlo, ni hice el esfuerzo de despedirme o de escribir una sola carta.
Me olvidé de él, la única persona que deseaba tener a mi lado. Lo borré de mi memoria...para siempre.


Pero al menos aquella noche, la de su partida...Lloré.

A la mañana siguiente decidí marcharme con los Sardaukar. Y el resto no tiene relevancia.


¿Así que yo tengo la culpa de que mi querido Adonis se transformara en este...monstruo?

Suspiré.

No puedo acabar esto aquí. No puedo simplemente deslizar unas gotas de veneno en su copa y volver a olvidar. Yo...

Aunque pueda costarme la vida, tengo que saber...Por qué todo ese amor se transformó...en odio.


Me levanté, di unas vueltas por la estancia y chasqueé los dedos. Un holograma se manifestó ante mí. Era una suerte haber incrustado aquellas microcámaras en el cuerpo de los Sardaukar, que se mostraban reacios a contactar conmigo últimamente.

-¿Cabo?-pregunté, extrañada. Se veía una habitación metálica y borrosa.
"...pregunto qué hacían aquí los Corrino"
"Esto no lo haría un fremen"


Las voces eran metódicas y tranquilas. Atreides.

"Sea como sea, procedamos con la autopsia."

El holograma desapareció.
Me mantuve en silencio. Lo que había ocurrido...era obvio.



...



Avancé por el pasillo con paso decidido. Debíamos equilibrar la situación y estar al tanto de las incómodas preguntas que los Atreides harían...

Entonces vi el resplandor de unos ojos azules. Ojos de fremen.
Miré.
No, era simplemente un sirviente...

Seguí andando, hasta llegar a los aposentos del General.
Acababa de salir de ellos.

-General Alexis-le llamé.
-Em.. Emperatriz- se giró él precipitadamente
-Debemos hablar-e hice un gesto imperativo hacia su habitación-.En privado. Y no puede esperar.
-Claro... adelante, pase -me indicó que me adelantara

Le miré una sola vez. Había algo extraño en él. Pero no sabría decir el qué...

Entré sin vacilación alguna. En cuando mi primo cerró la puerta tras de sí, sólo esperé a que se diera la vuelta.
-Hemos fracasado-le espeté.
-¿Fracasado? -dijo él como no entendiendo.

Me impacienté. No tenía un segundo que perder en esto...
-Los Sardaukar, General. Los Sardaukar enviados a Dune están muertos.
- ¿Cómo ocurrió, Emperatriz? -Su rostro se endureció.
-¿Cómo puedo saberlo?
-Entiendo.. ¿Qué aconseja usted que hagamos a continuación?

Le miré en silencio, considerando mis opciones...
-Sería conveniente que tú me aconsejaras...Y yo decidiera, querido primo-siseé.
-Emperatriz.. es su deber velar por su imperio, y, una vez fuera los Sardaukar, las acciones dependen al 100% de sus decisiones.

Mi boca se entreabrió en una mueca de sorpresa. ¿En qué momento comenzó este chiquillo a menospreciarme?

Me levanté con una sonrisa cargada de cinismo entre los labios.
-Aguda observación, joven Alexis-le fulminé con la mirada-.Ya que se os da mejor recordarme mis deberes que evitar que vuestros hombres sean aplastados, cuando esto termine, pensaré detenidamente sobre vuestra candidatura de...general. Quizás pueda encontraros otra utilidad-dije fríamente.
- Entiendo y respeto sus decisiones, Emperatriz -enfatizó la última palabra

Ah, ni siquiera intenta convencerme de lo contrario. Qué desilusión...

-No esperaba otra cosa, joven Alexis-dije desilusionada, dirigiéndome a la salida de la habitación-.Me temo que esta "interesante" conversación ha alcanzado su final. ¿Deseas decir algo más?
- No, mi Emperatriz... eso es todo.

Chasqueé la lengua con desprecio antes de abandonar su alcoba.

Justo antes de escuchar la puerta. escuché un susurro lleno de pena.
-Lo siento, prima...

Me giré. Podría haber vuelto a entrar...
Cerré la puerta.

Yo también lo siento, Alexis. Pero como General...simplemente, ya no eres eficiente.

//Out// Tocho ;_; eso me pasa por dejarlo hasta el final y acumular todas las cosas que contar...Bueno, Corrinos mios, os toca XD y...espero no haber metido la gamba, pq entre recuerdos, conspiraciones y enlazar con Ghassan...x_x//Out//




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