jueves, agosto 16

-Johann…-Susurró una voz… ESA voz… de nuevo…

Sabía perfectamente que se trataba de un sueño. Hacía mucho que no soñaba. Me encontraba en mi antigua mansión de Giedi Prime, bajé por las escaleras hacia el laboratorio. Entonces oí un llanto de bebé. Lloraba, una y otra vez… Por un momento pensé que tanto llanto me partiría la cabeza. Aún así, me contuve y abrí las puertas del laboratorio de par en par. Había una gran cantidad de sangre en aquel suelo impoluto, sangre fresca que se aproximaba hasta mi, mojándome los zapatos poco después.
-Un sueño surrealista, sin duda.-Comenté, luego bostecé, aburrido.
-Johann…-Aquella voz volvió a hablar, poco después noté como unas manos me abrazaban desde atrás.

Otra vez…
Anya…
Tú no puedes haber vuelto… de nuevo.
Me giré y allí estaba, abrazándome. Su cabello rubio estaba completamente manchado de sangre, sus ojos violetas me miraban fijamente como esperando que la abrazara. Sonreí cruelmente y la aparté de un empujón.
-Al parecer no era para siempre aquella operación.-Comenté, ella me miró asustada.- No me mires así, estúpida. Como la última vez, sé que eres un sueño.
-¿Dónde está nuestro hijo?-Fue lo único que preguntó.
-Murió contigo.
-Mientes, ¡se que sigue vivo!
-Lo sabes porque eres una parte de mi, Anya nunca lo supo.-Sonreí amargamente.- Es decir, no es creíble que Anya pudiese decir lo que acabas de comentar. Así pues, desaparece, no eres racional.

Fue despareciendo lentamente, no obstante, de pronto su cabello se volvió lila. Me mantuve observándole, enigmáticamente, sin embargo aquella apariencia era la de…. La hermana de la baronesa. Desperté bruscamente, como si me hubiesen golpeado en la cabeza. Me mantuve en aquel sillón con los ojos abiertos, mirando al techo. Desde hacía rato se oían gritos en los pasillos de aquel palacio, gritos agónicos de aquellos soldados que habían ido a la guerra y consiguieron llegar hacia nosotros, sin embargo, tal y como se quejaban aparentaba quedarle muy poca vida. No obstante otros gritos interrumpieron la estancia, unos gritos llenos de terror. Aquella voz.. era... Volker. Fui en su busca, lo encontré lleno de sangre, siendo acompañado de Yerik. Este intentaba tranquilizarlo, sin embargo su jefe continuaba chillando, era presa del pánico.
Finalmente se soltó de éste y fue a parar a una esquina, donde se encogió, temblando.
-¿Qué ha pasado?-Pregunté mirando a Yerik de reojo.
-Cuando lo encontré ya estaba así-dijo el chico, luego sacudió la cabeza-.Y el tío ni siquiera iba perdiendo. Mataba y mucho, la verdad.
-Hum...-Me aproximé a Volker y me quedé de cuclillas, a su lado.- Volker.

No contestó, pero sí que me oyó...porque tembló aún más.
La sangre y los muertos solían tener un mal efecto en él, mucha sangre y muchos muertos... Habían creado un shock. Es extraño que siendo un Harkonnen haya llegado hasta general con aquel estado psicológico. Pero... Esto es cosa de mis amigas, las... "drogas"... Lo tomé suavemente por el brazo y le sonreí amablemente, eso provocó que se levantara a la misma vez que yo. Sin duda si esto hubiese sucedido antes de yo tratarle... habría muerto de la impresión.
-¿Me acompañas?-le pregunté, amablemente.- Así descansarás.
-¡Eh!-Yerik intentó decir algo, luego me miró levemente.
-¡Suéltame!-masculló entre dientes, mirándome a mí también con terror.
-Ven para que descanses.-Le dije pacientemente.-Debes tranquilizarte, ¿de acuerdo, Volker?
-¡¡NO!!
-Ay...-suspiré, le toqué en el cuello y se desmayó.
-¡Pero capullo!-Me gritó Yerik.
-¿Ibas tu a calmarlo?-le pregunté.
-...-me miró con odio y calló.
-Adiós.-Tomé a Volker por un brazo, lo cargué y lo llevé hacia el laboratorio.

Lo dejé sobre una de las camillas y me limité a tomar algunos artilugios. Volker no volvería a ser el mismo si yo no hacía nada, sin embargo, no solo quería que regresase a su estado original sino que... Volviera a estar cuerdo y lo viese todo con claridad. Le clavé una aguja en el cuello, una de las que utilizo para los puntos de dolor, y se quejó levemente aún dormido. Luego continué con mi tratamiento hasta que de pronto despertó, despertó chillando pero esta vez sin poder moverse.
-Relájate.-Le aconsejé.
-¡¡Suéltame!!¡¡SUÉLTAME!!-gritó, lo único que podía hacer.
-No te toco.-Respondí, por un momento mi tono sonó burlón.

Me miró con sus ojos enrojecidos.
-Hagas lo que hagas, no pienso volver a ninguna de esas malditas guerras.
-¿Y esta vez quien te obligó a ir?-Pregunté, luego manejé otro de sus puntos de dolor. Apartir de ahora sus palabras tendrían más sentido.

Gritó, luego cerró los ojos con fuerza.
-No eres más que un maldito...matasanos.
-Soy más que eso, Volker...-susurré, abrió los ojos lentamente.- ¡Dime! ¿Fuiste tú mismo el que quiso ir a esa guerra? ¿Tu sed de sangre quizá?
-¿Sed...de sangre?
-Exactamente. Hay algo que te hace actuar sin tu consentimiento, algo que tras apoderarse de ti... te hace sentir una terrible culpabilidad... Te temes.

Desvió la mirada.
-Mientes.
-¿En serio?-Y clavé mis ojos en él.
-¡Sí!

Sonreí. Había visto muchas veces esa reacción. Retroceder cuando algo parece salirse de las manos, es gracioso ver a un general Harkonnen temer de sus propias habilidades. Saqué dos agujas de su cuerpo, chilló pero esta vez con menos intensidad. Ahora podía mover las manos.
Las cerró y las abrió muy lentamente, com si temiera que fuesen a partírsele.
-Realmente estabas en un estado de Shock lamentable.

Por toda respuesta, cerró los ojos con fuerza y masculló algo. Un insulto, quizás.
-¿Y así da las gracias un general?-Pregunté, divertido, luego quité otra aguja. Esta vez... ¿se reprimió el grito?-Vas mejorando.
-¿Esto es a lo que tú llamas mejorar?-me espetó con desprecio.
-Digamos que hasta hace un rato no parabas de chillar como una niña histérica. Ahora al menos te contienes y eres consciente. Por otro lado, ya hablas de una manera mínimamente cuerda.

Volker tragó saliva.
-Quiero estar...como al principio. Como cuando llegué a este maldito...Dune.
-¿Loco?
-Feliz.
-¿Hablas de felicidad cuando no entendías ni lo que te decían?

El general sonrió enigmáticamente y se quedó mirando al vacío.
Sin duda era un tipo del que podía obtener resultados fácilmente, aunque también era fácilmente inestable. Saqué la última aguja y la mantuve en mi mano mientras la miraba, luego mis ojos se clavaron en él.
-¿Hemos perdido?-pregunté.
-Hemos perdido-confirmó, sin dejar de sonreír
-Es una lástima.-Me giré hacia una mesa cercana, dejé la aguja.-... es patético.
-...patético....-murmuró.
-Pero haré de ti el mejor general que nunca se haya visto.-Levanté la cabeza, luego reí. Aún estaba frustrado por el sueño que había tenido, sin embargo... eso quizá me ayudaría en mi trabajo. Le miré de reojo.- jejeje...

De pronto Volker me miró con terror, pero esta vez también con odio...como si fuera otra persona.
-¿El mejor? Siempre el mejor. ¡Aléjate de mí!-dijo rápidamente, mezclando las palabras.
-Puede que hace tiempo lo fueras, Volker.-Comenté mientras me giraba lentamente hacia él, con las agujas.- Pero... Has perdido mucho con el tiempo.

Siguió observándome, esta vez con puro odio y nada más. Divertido... hum... En realidad no, estoy acostumbrado a estas estúpidas reacciones. ¿Cuantos atreides habían intentando huir de mi laboratorio? ¿Cuantos intentaron matarme? ¿Cuantas personas intentaron escapar de mi? ... Sería un narcisista si lo supiese, supongo. Estaba cerca de él cuando se lanzó contra mi, me tomó por el cuello y comenzó a apretar. Sus ojos estaban apunto de salirse de las órbitas. ¿Tienes miedo, Volker...? No... Me odias. Perfecto.
Sujeté su mano con la mia, presionando correctamente tuvo que soltarme en el acto. Abrió los ojos con fuerza. Luego retorcí su mano hasta que quedó contra una pared cercana, contra la que lo empujé. Una aguja en el brazo. Grita. Otra en el costado. Vuelve a gritar. Una en el hombro... silencio.
-¿Agujas?-dijo con voz sombría, de pronto-.Son los niños los que temen a las agujas.
-¿Y no es bien cierto que en el fondo todos somos unos niños?-Pregunté, luego lo empujé contra la pared y me hice hacia atrás. Justo lo que quería.

Él se mantuvo unos segundos inmóvil, luego se extrajo la aguja del hombro. La observó y sonrió. Luego me miró.
-Tienes la mente despejada.
-¿Por qué me describes? Tu propia muerte es una historia muy interesante...que te daré la ocasión de narrar-se acercó a mí, inyección en mano.
-Quiero verlo.

Gritó y se lanzó sobre mí, me apartó las manos con un golpe de las suyas y luego llevó la aguja hasta mi cuello...Luego me miró a los ojos. Y dejó caer la jeringuilla, aterrorizado.
-¡No!-y volvió a recostarse contra la pared.

Bingo.
Me acerqué a él, me miró temeroso mientras temblaba sin embargo lo tomé por el cuello de la chaqueta y le hice levantar. Una de las agujas que tenía en la mano acabó en su hombro. Cerró los ojos en ese momento con mucha fuerza, aparentó dejar de respirar por unos segundos y abrió los ojos bruscamente. Volvía a ser el de antes.
-¿Qué decías de una muerte?-Pregunté, luego me hice hacia atrás para dejarle espacio.- Pero la próxima vez no te quietes la aguja o volverás a tener miedo.
No contestó, el pelo le tapaba la cara.

Con una rapidez que me pareció increible se avalanzó contra mi, dejandome contra la pared y un cuchillo en el cuello. El pelo continuaba tapandole la cara, pero pude notar que sus ojos brillaban.
-Adiós, matasanos.-Gruñó, sin embargo, antes de poder degollarme moví un poco la aguja de su hombro, provocando que cayese al suelo.
-Lo siento, pero antes de morir tengo que arreglarte.-Le comenté, luego arranqué la aguja y perdió el conocimiento.

Out: Fin, otro post de JOhann. Gracias a Volker.




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