sábado, julio 28

¿3 Días?
¿Realmente tres días serán lo correcto?
¿Tres días son convenientes?
Nunca. Mientras salíamos de aquel palacio Atreides tanto Dizliz como Ishir permanecieron en silencio, no estaban de acuerdo ni con mi decisión ni con la del Duque. Sin embargo, no podía discutir con él. Lo hubiese hecho, pero aparte de que ahora trabajo para él hasta cierto punto, yo les necesito. Por ahora.

Llegué a casa, sin despedirme de ellos dos. Miré unos papeles y volví a salir, ni siquiera me fijé en si Shalya continuaba durmiendo. Envíe a todos los Jinetes disponibles a los refugios. Ahora, a causa de las bajas y demás, no éramos demasiados pero los envié a todos. Lo más importante ahora es nuestra gente…
Nuestra gente…


Cuando regresé a casa, al día siguiente, era de noche. Abrí la puerta y vi a Shalya sobre el sofá, aparentaba preocupada, sin embargo al mirarme corrió hacia mi.
-¡¡Azim!!-dijo abrazándome
-Shalya...-Musité, estaba exhausto.- Hola.
-¿Que ocurre? ¿Por que has tardado tanto? ¿Dónde has estado?
-Estuve haciendo unos encargos.-Comenté mientras me acercaba hacia el sofá.- Perdón por haberte dejado sola.
-No te preocupes...-comentó mi hermana.
-¿Y qué has hecho?-Comenté, luego puse mi mano en su cabeza.
-Nada... leer.-dijo encogiéndose de hombros

De repente comenzaron a tocar a la puerta haciendo mucho ruido.
-¡¡Azim!! ¡¡AZIM!!
-¿Qué?-Pregunté mientras corría hacia la puerta, al abrirla vi a aquella persona que tan agitada aparentaba por los golpes.-... Dizliz...

Al abrirla se abalanzó sobre mi cogiéndome de la ropa.
-Tenemos que irnos, TENEMOS QUE IRNOS AHORA.-dijo, estaba muy nerviosa.

Consiguió empujarme hasta afuera, sin embargo la tomé por los brazos y la detuve, intentando tranquilizarla. Luego pregunté, con tono tranquilo, aunque yo realmente también me estaba poniendo nervioso. No sabía por qué pero... algo me inquietaba:
-¿Qué ocurre, Dizliz?
-Ha venido un fremen de un refugio.-dijo mirándome, sus ojos brillaban, estaba apunto de llorar.-estaba herido, muy herido...
-... ¿Y los jinetes que allí se encontraban?-pregunté, sin saber de que refugio se trataba.
-Muertos...
-... ¿qué refugio?-Comenté mientras la soltaba.
-Tu refugio, Azim...-dijo agachando la cabeza.
-Adiós.-Respondí sobre la marcha, luego comencé a caminar.-Shalya está dentro, cuida de ella y no le digas nada.
-Yo voy contigo.-Dijeron Shalya y Dizliz a la vez.

Me giré para mirarlas, realmente estaba demasiado nervioso como para hablar o discutir. Simplemente tomé mi arma y me marché mientras ellas me seguían. En la salida de la ciudad Ishir nos esperaba, junto dos jinetes más. Les miré de reojo y me dispuse a hacer aparecer un gusano, tras subirme a él invité a mi hermana a subir conmigo y nos pusimos en marcha.
Rápido...
Más rápido...
¡¡Muévete joder!!


Me dio la sensación de que aquel gusano iba muy lento, sin embargo, había dejado atrás a los otros cosa que, a no ser que todos los gusanos fuesen lentos, quería decir que yo iba demasiado rápido. Aún así, no me pareció. Shalya se agarró fuertemente a mí, ¿a causa de la velocidad o por la inquietud? Entrecerré los ojos y eso me provocó ir aún más rápido.
-A... Azim.-dijo mi hermana, estaba muy aferrada a mi.
-¿Qué?-Pregunté, aún concentrado en ir más deprisa.
-Ya sabes que a mi me gusta ir rápido en los gusanos pero....
-¿Azim, se puede saber que haces?-dijo Dizliz que se había puesto a mi lado con su gusano.
-¿Ir rápido?-Gruñí, mirándola de reojo.- Tengo prisa.
-Has pasado el límite de velocidad.-Dijo Dizliz mirándome preocupada.

Su gusano no pudo con la presión y redujo la velocidad. Miré de reojo hacia ella. Continuaba teniendo la sensación de que iba demasiado lento, sin embargo Shalya se agarró más a mí, si es que eso podía ser posible, estaba algo... ¿asustada? Fruncí el ceño y bajé un poco la velocidad, quedándome a la altura de Dizliz. Mientras, Ishir y los otros dos estaban bastante atrás.
-Perdóname Shalya.-Me disculpé.

Al fin comenzamos a ver el refugio, estaba... mal. En realidad, mal era poco… había montones de escombros y se oía algún que otro llanto, grito… Pero también risa…
-Vosotros.-Ordené a los dos jinetes que nos acompañaban, señalé una dirección.- Por ahí.
-Sí.-asintieron.
-Ishir, allí.-ordené la otra dirección, luego miré a Dizliz y señalé otro sentido.- Por ahí Dizliz.
-Ajá.-Asintió Ishir, luego me mostró su lanza y se echó a correr.
-Sí, jefe.-dijo ella, desde que había pasado "aquello" no habíamos estado demasiado unidos, pero ella me sonrió con calidez y dijo:-Tranquilos, todo irá bien.-Aferró su gran bumerán y fue en la dirección que le había indicado.

Sujeté mi machete y coloqué a Shalya muy cerca de mí, casi tan pegada como en el gusano. Nos adentramos en el refugio, mientras mirábamos a nuestro alrededor bastante confusos. De pronto noté movimiento, por eso intenté que Shalya no mirase hacia el lugar y luego degollé al que deseaba atacarnos. Le miré de reojo, Harkonnen... Era de esperar. Duque... ha sido un error estúpido el retrasarlo todo...
De golpe Shalya se abalanzó hacia un lado y degolló ella esta vez a un harkonnen que se disponía a atacarnos, yo la miré sorprendido, la ira se reflejaba en su rostro, ella también me miró:
-Ya no soy una cría, Azim.
-Ya.-Respondí, luego refunfuñé mientras continuaba andando- Creces muy rápido...

Shalya miraba a un lado y otro, desesperada. ¿Buscaba a Ghassan?
Era lo más seguro, pero conociéndole habría conseguido librarse sin problemas.
Mi objetivo era llegar a casa lo antes posible, tras asegurarme de que todo iba bien allí me encargaría del resto. No obstante, confiaba en los jinetes que ahora mismo se estaban encargando de todo. Al llegar, la puerta de casa estaba abierta... mala señal.
Le insistí a Shalya que aguardase a mi señal para entrar y me adentré en aquella casa... Olía a sangre. También se oía una risilla que aparentaba buscar gritos de dolor. Al entrar a uno de los cuartos vi a un Harkonnen de pelo naranja, muy parecido al mío, tomando a mi madre por el cuello y torturándola. Últimamente he de decir que he perdido los papeles con mucha facilidad. Herold, Ghassan... todo aquello que sea capaz de afectar a mi familia me... hace hervir la sangre y en aquel momento ver a mi madre en aquel estado... Tomé al harkonnen por el hombro y lo empujé contra el otro extremo de la habitación. De esa manera fue capaz de rociar parte del la habitación con la sangre de mi madre. Ella me miró sobresaltada, pues al parecer había luchado con uñas y dientes contra aquel maldito harkonnen. Ella tenía en su mano la espada de mi padre... y aunque las heridas del harkonnen eran más graves, a ella... a ella la envenenaron... Ese olor... ese olor era el del mismo veneno que Strad me inyectó hace mucho tiempo. Ese veneno... Golpeé al harkonnen tan fuerte que acabó clavado en la pared. Su cara... realmente su cara era parecida a la mía. El odio se ocupó completamente de mí. Con el machete lo atravesé, una y otra vez... y otra... y otra... Gran parte de su sangre estaba ya en el suelo.
No me había dado cuenta, pero Shalya había entrado ya al cuarto. Mi respiración era agitada... agaché la cabeza y me giré hacia mi madre, aún cubierto por la sangre del harkonnen.
-ma... madre...-mascullé mientras me acercaba a ella.

Shalya sujetaba a nuestra madre, no decía nada, sus lágrimas caían encima del rostro de nuestra madre.
-Sha... shalya...-intentó decir ella, sabía que hacía un esfuerzo muy grande.- ... no... no llores hija...
-Mamá...-shalya le cogió la mano.-Eres fuerte, te vas a poner bien, ya lo veras...

Pero tanto Shalya como nuestra madre ya sabía que esas palabras eran un simple consuelo, que no iba a ocurrir...
-...claro que sí...-asentí con la cabeza, acaricié el rostro de nuestra madre.- Eras jinete, tienes resistencia...
-Pero nunca tanta como tú, hijo.-Musitó ella, luego me miró fijamente.- ... lo sé... sé lo que ocurrió hace años, con aquel general...
-¿Que tú qué?-Pregunté, sobresaltado.
-...Es la ventaja de...-tosió, despidiendo sangre.-... haber sido... jinete...
-Puedes continuar madre...-musité, intentando levantarla pero negó con la cabeza.
-no...-Susurró.- Por favor, Azim...

Seguro que Shalya se moría de ganas de preguntar por lo que había pasado años atrás, pero no lo hizo, acarició el rostro de nuestra madre.
-Orgullosa...-susurró, sus ojos se cerraban solos.- De ambos... Sois... los mejores hijos que...

No volvió a hablar...
-Mamá... ¡¡Mamá!! Por favor mamá....-lloraba Shalya.

Agaché la cabeza, físicamente ya era incapaz de llorar pero notaba como lloraba por dentro. Tenía una sensación extraña en el pecho... me asfixiaba... Cerré los ojos de nuestra madre, me puse recto y tras llevar a cabo la pequeña oración que normalmente se suele decir tras la muerte de un jinete yo... Miré a Shalya. Sus lágrimas no se detenían, continuaban fluyendo... caían y caían... Me acerqué lentamente a ella, intenté no temblar ni aparentar nerviosismo, solo tranquilidad para que se sintiese mejor. La abrazé con fuerza y puedo saber que en ese momento mi rostro perdió toda la tranquilidad y la paz. Harkonnen... malditos harkonnen...
En ese momento entro Dizliz, no dijo nada, sólo nos miró y dijo también una oración.
-Shalya...-intenté decir, pero por primera vez en muchos años no me salía la voz.

Shalya seguía mirando a nuestra madre, no decía nada solo lloraba.
-Ya...-musité mientras la hacía salir, se resistió pero la tomé en brazos. No era conveniente que continuase mirándola así.- Dizliz... mirá a ese Harkonnen y ven.

Dizliz hizo lo que le había dicho y salió, miró a Shalya y le acarició al cabeza.
Abracé más fuerte a Shalya e, intentando que no saliese sonido de mi boca pero gesticulando para que Dizliz me entendiera, dije:
-¿A quién se te parece ese capullo?

Dizliz agachó la cabeza, parecía no querer responder, luego levantó la cabeza y me miró y habló gesticulando de la misma forma que yo.
-A... ti.
-hum...-Miré a Shalya y le acaricié la cabeza.- Shalya...
-¿Si? -Dijo ella. Casi no le salía la voz.
-Lo siento mucho...-susurré mientras me agachaba para quedar cara a cara con ella.
-No es culpa tuya, hermano...-musitó, mientras sus lágrimas no cesaban.

Le quité las lágrimas con mis manos, luego le dí un beso en la frente y miré hacia el cuarto. Ese tipo... era... muy parecido a mi. ¿Se serviría de eso para luchar con mi madre? Dejé a Shalya abrazando a Dizliz y fui hacia el cuarto, de nuevo. Nada más entrar algo me empujó y me dejó contra la otra punta del pasillo, siendo posible que Shalya y Dizliz lo viesen todo.
-¡Qué pasa, capullo!-Gritó el

Harkonnen... Aún... aún seguía vivo...
Lo alejé de mí de un puñetazo, tomé el machete y me lancé contra él. Esta vez el que quedó contra la pared fue él, entre la pared y mi hoja.
-Jajajajaja...-rió.- No sabes la cara que puso cuando me vio... ¿Azim? JAJAJAJAJAJA... no... En realidad no....
-...Muere.-Espeté, pero había conseguido colocar la hoja de su arma entre su cuello y la mía.
-Lo siento, pero no.-Comentó, divertido, luego me alejó de él con una estocada.
-... Más a salir muerto de aquí.-Gruñí.
-Que entretenido...-Musitó él.
-Shalya.-Dije sin perderlo de vista.- Ve con Dizliz a buscar a Ghassan, he visto tu cara mientras nos dirigíamos hacia aquí. Id a buscarlo.
-Gracias... muchas gracias, Azim.-dijo marchándose.
-No es... nada...-musité, luego miré al Harkonnen.
-Que romántico, ¿realmente querías quedarte a solas conmigo, eh?

No le respondí, simplemente le gruñí y para cuando por fin se fueron aquel tipo y yo comenzamos a pelear. Realmente me dejé llevar por las apariencias, aquel capullo y yo quizá solo éramos parecidos en el físico pero jamás en la forma de pelear. Pronto sonrió, su sed de sangre aparentaba no tener límites. Aquellos ojos amarillos brillaban divertidos mientras peleábamos. De pronto se detuvo y comenzó a revolverse el pelo mientras su respiración, al igual que la mía, era agitada. De su cabello comenzaron a caer unos polvos de color naranja, dejando ver mechones de pelo de color blanco. Mientras hacía todo ello, por algún motivo, reía. Pasé por alto su diversión y me lancé de nuevo al ataque. Esta vez acabó de nuevo en la habitación donde el cuerpo de mi madre descansaba en paz. La miró de forma extraña mientras se separaba de la pared. Gruñí, no supe muy bien lo que su mente retorcida estaría pensando. Sin embargo, con un semblante serio en su rostro, tomó entre sus manos la espada de mi padre. Eso me enfureció aún más, y tras señalarle con mi espada le espeté:
-Suéltala, rata.
-Tengo el mismo derecho que tú a tenerla, Azim.-Me indicó.

¿El mismo derecho que yo, tú?
Hablaba de forma tan soberbia que yo realmente sabía que nunca más iba a poder controlar mi ira con alguien como él. Me lancé sobre él y forcejeamos con la espada, no iba a permitir que alguien como él la manejase. Jamás. Acabé pateándole, echándolo del cuarto y entre empujones y estocadas acabamos fuera.
-¿Te digo la verdad?-Comentó mientras se quitaba el sudor de la frente.-Creí que no aguantarías ni diez minutos conmigo... Tienes apariencia de ser débil.
-Aquí el único que aparentas ser débil eres tú.-Le gruñí.- Ya deberías de haber estado muerto con todas aquellas apuñaladas que te he dado. Además, mi madre te dejó bastante herido también.
-Dicen que es uno de mis defectos... Ser tan resistente. Sea como sea... ¿Serás capaz de seguirme el ritmo, Azim?
-No vas a durar demasiado de todas formas.

Comenzaba a pelear de nuevo, estuvimos así... No se muy bien por cuanto tiempo. El resto no existía, realmente mi deseo mayor en aquel momento era matarlo. Ya, a lo lejos, no se percibía el sonido de lucha por lo que supuse que los harkonnen habían sido erradicados. Solamente me quedaba... Ese.
Estabamos cansados... Pero no iba a rendirme hasta cortarle el cuello a esa mala copia. A lo lejos oí gritos, órdenes, era Ghassan... Pero no podía quitar los ojos de aquel tipo, justo cuando me iba a lanzar de nuevo hacia él oí a Ghassan llamando a mi madre. Los dos giramos la cabeza hacia él a la misma vez, se silenció y nos miró:
-Uh, si la buscas...-Comentó el otro, sin embargo no le di tiempo y me lancé a él haciéndole un corte en el brazo. Quedó varios metros alejado de mi.-... ha... muerto.
-¡¡¡CABRON!!!-Grité mientras iba hacia él de nuevo.

Ghassan se quedó mirándonos fijamente, boquiabierto.
-¿Qué...?¿Cuál de los dos...?
-Aunque sería divertido jugar con este paleto...-rió el otro.- Yo soy el falso, tengo el pelo blanco.
-Cállate.-Le ordené señalándole con la machete.
-Que mandón se pone a veces, ¿eh?-preguntó el Harkonnen con burla, mientras miraba a Ghassan.
-...-.Ghassan ignoró completamente al otro, quizás por la confusión, y se dirigió a mí-.Azim, tenemos que irnos-su tono no dejaba sitio para las réplicas.
-¡No me ignores!-Chilló el otro, por un momento parecía una perreta. Sin embargo, luego sonrió satíricamente.- Puedes irte, chico. Debo... Matarle. Dune no es lo suficientemente grande para los dos.
-Azim, esa lucha tendrá que esperar. Vámonos-insistió el líder.
-¡No!-Gritó el Harkonnen, se lanzó hacia nosotros y coloqué mi arma. Impactando ambas.- ¡¡MUERE, MUERE, MUERE!!


Escuché un ruido de armamento. Ghassan apuntaba al peliblanco con ese lanzagranadas que, irónicamente, los Atreides le regalaron. Pero como yo estaba demasiado cerca, no se decidía a disparar.
-Pero si... se mueve.-El Harkonnen abrió los ojos con fuerza, demostrando un brillo de locura bastante especial.- ¡¡¡Atrévete, paleto!!!

Fruncí el ceño, por un momento me había tranquilizado... Le di un codazo en la cara al Harkonnen, no sin él antes clavarme un cuchillo en el hombro. Lo hice alejar de un golpe de espada, luego agaché levemente la cabeza mientras me quitaba aquel maldito puñal.
-Azim, por una vez en tu vida obedece al líder-dijo Ghassan en voz muy baja; me costaba oírlo...-y ¡AGÁCHATE!-gritó de pronto.

Le hice caso y justo en ese momento escuché un fogonazo y apenas un segundo después...una fuerte explosión. El peliblanco gritó y ambos caímos al suelo en medio de una inmensa polvareda.
Varios cascotes me cayeron encima, sin embargo pude quitarmelos de encima sin dificultad. Lo primero que hice fue mirar a mi alrededor. El Harkonnen no estaba por ningún lado ni tampoco lo oí hablar, acto seguido me dispuse a buscar a Ghassan.
-¡Ghassan!-Le llamé.
-¡Ahí estas! ¡Ahora...corre, vamos!-a unos pocos metros vi su silueta haciéndome señas apremiantes.

Asentí y fui detrás de él.
-Maldición, maldición, maldición-lo oía murmurar mientras corríamos en dirección a la salida.
-Es tipo...-musité y luego miré hacia atrás.- ... no está.

¿Quién diablos era?
No tenía ni idea ni me interesa... ... Realmente... Sí que lo hace. Mi madre le confundió conmigo, todos al verle a él me ven a mi. Entrecerré los ojos y en poco tiempo ya estabamos afuera. De la entrada del refugio salía una gran chimenea de humo. Cómo pudimos llegar a esto...
-Al suelo-murmuró Ghassan, prácticamente dejándose caer y cubriéndose la cabeza con las manos-¡Va a estallar!

Entrecerré los ojos y miré hacia el refugio, por un instante, sin embargo Ghassan haló de mi y acabé en el suelo. La explosión esta vez fue casi el triple que la anterior. Los trozos de piedra caían del aire, miles de trozos. Levanté la cabeza rápidamente y quedé sentado, allí, en la arena.
Ghassan se sentó a mi lado, sacudiéndose la arena.
-Fue descubierto. Ya no tenía...ninguna utilidad. Utilizamos parte del armamento Atreides para...hacerlo.
-Ya veo.-Dije en voz baja.- ¿Sabes quien era ese...?
-No. Ni me importa. Ahora estará en el infierno.
-El infierno...-refunfuñé, luego le miré.-Creo que es de ahí de donde ha salido. Ghassan, ¿a dónde han ido los demás?
-Deberíamos encontrarlos si nos damos prisa-se levantó, dejando caer más arena-.Le ordené marchar hacia la ciudad.
-Vamos, pues...-susurré mientras me levantaba. De pronto me dolió el ojo derecho, lo tuve que cerrar y al abrirlo noté que algo caía por él. Al tocarme con la mano y observarla, vi sangre.

Agaché la cabeza, intentando ocultarlo y comencé a caminar. Sin duda debíamos darnos prisa. Ir a la ciudad... debía de ser algo temporal, supongo...
-¿Has visto a mi hermana?-pregunté.- ¿y a Dizliz?
-Muy brevemente. Pero están bien-me mir´de reojo-.Azim...
-¿Hum?-Refunfuñé, descolgué de mi espalda un martilleador.
-¿Por qué? ¿Tanta fuerza tienen los Harkonnen que el mismo día que están enzarzados con un guerra contra los Atreides-se giró para mirarme-pueden permitirse mandar a un ejército tan grande a un simple refugio?
-Sobre eso...-recordé la imagen de mi madre muerta, le miré fijamente.- Los atreides la aplazaron tres días.
-¿¡Qué...?!-por un momento, preció que iba a gritarme, pero luego se dio cuenta de algo-...¡Azim, tu madre...!¿La has visto?!
-Ese tipo te lo dijo.-Intenté mantener la frialdad, luego le dí la espalda.-La mató.

Hubo un largo silencio. Escuché el crujido de las ropas de Ghassan al hacer una reverencia.
-Ella era una buena mujer. Rezaré por ella.
-Gracias.-Coloqué el martilleador en el suelo y lo hice funcionar.- Aunque... eso no puede evitar el hecho de que he llegado tarde, otra vez. Aún así te lo agradezco mucho.

Me dio la espalda y se cruzó de brazos.
-Haz algo con ese ojo o se te caerá-dijo secamente.
-Que se caiga.-Gruñí.

No me contestó; siguió mirando al horizonte.
Le miré de reojo, intenté sonreir pero... No pude. Volví a centrarme en el martilleador y en poco tiempo conseguimos transporte para llegar a la ciudad. Le miré de reojo, realmente... podía haberse marchado sin avisarme. Quizá... Jeh...
-Ghassan.-Le dije en voz muy alta, para que me oyera.- El refugio entero tendréis todo lo que necesitéis. Yo me encargo de ello. ¿de acuerdo?

Me miró apenas un segundo. Luego volvió a girarse.
-No te contestaré...sólo por hecho de que acabas de perder a alguien. Sin embargo te recomiendo que no hagas promesas de ahora en adelante.
-No es una promesa. Prácticamente es un hecho.-Le espeté mientras no le perdía de vista.
-Oooh-dijo con cinismo-¿En serio?
-No voy a discutir contigo.-Respondí, luego miré hacia adelante.
-Doscientos treinta y cuatro litros de agua-murmuró-.Y ahora no tenemos nada. Así que al menos que puedas conseguir todo ese agua...Te pido que te calles.

Le miré con una sonrisilla, luego continué mirando hacia adelante.
-Se puede negociar.-Le indiqué.- Solo hace falta saber a quien debes de acudir y como...
-Pues negocia y cómprate otro cerebro-masculló irritado.
-¿Y busco un dos por uno, así te relleno ese hueco que tienes en la cabeza, y con el que no sabes qué hacer?-Respondí.
-Esta conversación ha terminado.
-Bahhh...-Refunfuñé.- No vas a tener la última palabra.

Me miró, enarcó una ceja y siguió esperando a que apareciera el gusano, en silencio.

Out: Bueno, finnn =3 gracias a Maroncita y a Kaori-chan por su gran ayuda ^^




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