Los dos Harkkonen me llevaban presa en su nave, parecía que no tenían ni idea de pilotar, íbamos dando tumbos. Estaba asustada no lo niego, aunque parecían payasos esos dos, el tipo de rojo no paraba de decir estupideces y el otro no hacía más que pelearse con él, aún no sabía cual era su nombre, el de rojo lo había llamado Andrés, Pedro, Vicente, Valentín, Patricia...
Al fin llegamos a lo que parecía un palacio Harkkonen, un momento... ¿un palacio Harkkonen en Arrakis?
En ese momento se me pasó por la cabeza la imagen de mi hermano lleno de heridas, estaba casi segura de que eso se lo habían echo ahí... La sensación de venganza volvía a correr por mis venas, quería asesinar a todos los Harkkonen que ahí habían.
Bajamos de la nave y los Harkkonen me llevaron a una sala sin nada más que una cama, el de rojo se fue y me quedé a solas con el otro.
Me puse en una esquina encogida abrazándome las rodillas y con la cabeza agachada, el otro Harkkonen se acercó y se agachó delante de mí.
-Tranquila, no voy a hacerte nada, de momento.-dijo cogiéndome la barbilla y obligándome a mirarle. Yo no dije nada, solo hice un gesto brusco para que me soltara.
-No seas así, con lo hermosa que eres, el gesto fruncido te resta belleza.-dijo con suavidad.
-¿Qué quieres de mi?-pregunté bruscamente.
El tipo sonrió con maldad y me miró.
-Me llamo Yerik.
-No he preguntado eso.-espeté.
De repente Yerik me besó, fue un beso asombrosamente suave, sin rudeza, yo me aparté de él.
-Te llamas Shalya ¿no?
No contesté.
Yerik sonrió, parecía muy distinto a cuando estaba con el otro sujeto.
-¿Porque me has traído a aquí?-pregunté.
-Mírate, eres una fremen muy bonita, serás un plato de muy buen gusto, hacía tiempo que no sentía algo así, últimamente he estado muy concentrado en mis trabajos como para pensar en el placer carnal.
Esas palabras me aterrorizaron, ¿Quería violarme? Tenía que encontrar la forma de escapar de allí...
Yerik se giró de espaldas a mí, y se quitó la ropa despacio, yo lo miraba con horror, tenía que ocurrírseme algo pronto o me vería obligada a intimar con ese sujeto.
-Soy un tío sensible aquí donde me ves.-Dijo pretendiendo tranquilizarme.
-¡Dejame ir cerdo!-le grité.
-No te va a servir de nada gritar... y si me haces enfadar... te trataré con menos cariño.-Musitó casi en un susurro.
Se giró, estaba completamente desnudo, alguna parte de su anatomía me reveló que la situación le excitaba bastante.
Mierda...
Él se me acercó y comenzó a besarme, yo estaba atada de manos y pies y casi no podía moverme, intentaba resistirme pero era inútil, Yerik me besaba en la boca y el cuello, yo cerré los ojos con fuerza y forcejé un poco, aquella situación parecía divertirle de verdad.
Poco a poco comenzó a desabrocharme el pantalón y me lo quitó, aquello comenzaba a sobrepasarme, de verdad iba a violarme...
Pero entonces mi mente empezó a trabajar, necesitaba escapar de allí y sólo se me ocurrió una forma.
Mientras él lanzaba mis pantalones yo le sonreí.-De acuerdo, si esto es lo que quieres...-susurré.
-Así me gusta, sabes que resistirte es inútil, así disfrutaremos los dos.-dijo él con una sonrisa triunfal.
Me lancé sobre él y le besé con pasión, el me abrazó y empezó a acariciarme la espalda y los pechos, luego yo pasé mis brazos por encima de su cabeza y la rodeé abrazándole, pero aún tenía las manos atadas.
-Yerik... ¿porqué no me desatas? Estaremos más cómodos.-le susurré en el oido después de morderle el lóbulo de la oreja.
-Tienes razón.-dijo él con la respiración agitada.
Seguidamente me desató los brazos y las piernas, nos levantamos y me volvió a besar, nos tiramos en la cama.
Me quitó el top y empezó a saborear todo mi cuerpo con su lengua, su respiración estaba agitada y la mía también, peor no por el mismo motivo...
Le hice un gesto para que levantara la cabeza y nos besamos con pasión, el estaba tan concentrado en el beso que ni se inmutó de lo vulnerable que resultaba su miembro viríl en ese momento, le dí un fuerte rodillazo justo en medio. Él se retorció de dolor en la cama, por un momento verlo ahí indefenso me tentó a coger una de sus armas y atacarle, pero supongo que mi cobardía no me lo permitió.
Él me miró con una mezcla de decepcion y furia, cogí mis pantalones y mi top y me los puse apresuradamente, luego él se levantó aun dolorido y intentó atacarme, pero aun estaba dolorido así que con un par de golpes pude deshacerme de él el tiempo suficiente de marcharme de allí.
Comencé a caminar por los pasillos del palacio, era inmenso, parecía un laberinto, me iba ocultando para que los soldados no me vieran, había un gran número de Harkkonen vigilando cada pasillo, caminaba con todo el sigilo que podía, el corazón me latía con tanta fuerza que me daba miedo que me delatara.
Finalmente pasó lo inevitable, uno de los soldados Harkkonen se percató de mi presencia, comenzó a perseguirme y en cuestión de segundos se sumaron a él una decena de soldados más, dieron la alarma y al final me acorralaron.
Estupendo...
A continuación me llevaron a la Mazmorra y ahí me encerraron, me ataron con unas cadenas y me dejaron ahí durante unas horas, observé el suelo, había restos de sangre seca, se me pasó por la cabeza que podría ser la sangre que habían derramado de mi hermano y me enfurecí, pero al ver que no me llevaba a ningún lado me quedé callada, esperando.
-Bien pequeña inconsciente... -se entreabrió una pequeña puerta de golpe, y por ella entró una mujer que llevaba varias bolsas consigo- ya soy todo tuya.
Yo la miré a los ojos sin decir nada, al final pregunté.
-¿Quién eres?
-No te preocupes por eso ahora... rata -dijo al tiempo que se acercaba a mí y alcanzaba mi barbilla con su mano- parece ser que los fremen últimamente no tenéis nada mas que hacer que meteros en nuestro camino.
Es ella...
-Tú...-la rabia me invadió, estaba segura de que ella era quién...
-Tus ojos... -empezó a reirse como si nada- parece que llevas en la sangre esto de molestar, que, ¿has tenido envidia de la rata naranja? -dijo abofeteándome el rostro.
Sí, es ELLA
-Maldita arpía ¿Qué le hiciste a mi hermano?-dije roja por la furia.
-Le recordé que nadie.. NADIE -volvió a golpearme- debe atreverse a entrometerse en el camino de los Harkonnen... a no ser que desee sufrir, claro.
-¡¡Te mataré por lo que le hiciste a mi hermano!!-grité sin hacer caso a los golpes que me daba.
Esto es el final... me matará... y sin poder vengar a mi hermano... ¡¡MIERDA!!
Forcejeé un poco con las cadenas.
-¡¡Suéltame y pelea maldita BRUJA!!
-Te soltaré cuando me haya quedado satisfecha, y por el momento no estás cumpliendo demasiado -se giró lanzando una daga que me rozó el rostro, y noté como caía sangre por la misma mejilla que antes me había lamido.
Apreté los dientes y comencé a plantearme lo que debía hacer, no tenía muchas opciones, así que decidí callarme o intentar sacarla de quicio, pero eso era algo que se le daba muy bien a mi hermano, no a mí...
-Veo que sigues con la idea de callarte... -se fué a un mueble y trajo con ella un frasco- esto me pareció algo bastante útil... -dijo acercándome el frasco a la cara- dicen que el aceite caliente es bueno para la piel... ¿lo comprobamos?
-Haz lo que quieras... Aunque tengo la piel perfectamente ¿eh?- ironicé casi sin darme cuenta.
- Tu lo has querido -sacó otra navaja y rasgó mi ropa de arriba a abajo y con un movimiento de muñeca hizo que la cadena se estirara de golpe y mi cabeza quedara recostada hacia atrás, dejando al descubierto mi torso y pecho, entonces, empezó a derramar el aceite caliente.
El dolor se hacía insoportable pero no iba a darle a esa zorra el placer de gritar, apreté los ojos para soportar el dolor.-Vaya ya me venía bien un bañito...-susurré.
-¿Ah si? perfecto, entonces sesión de belleza -posó la mano por la zona que acababa de tocar el aceite- Avísame si duele -dijo con una sonrisa, clavando las uñas en mi piel al tiempo que con la otra mano insistía en abofetearme la cara.
-¿Doler?-reí amargamente.-Qué tontería...-ironicé.
-Oh, ratita valiente.. asi me gusta, veamos cuanto mas podrás soportar.. -volvió a la dichosa mesa, aunque esta vez vino con un espejo de mano- ¿seguimos pues con la sesión de belleza?
-Perfecto...-murmuré.
Ella me cogió del pelo y tiró de él haciendo que mi cara chocara con el espejo y lo rompiese, haciéndome unos cortes en las mejillas y el labio.
Por primera vez no pude reprimir una mueca de dolor, algo que en su rostro provocó una sonrisa triunfal. Me sacó el cristal de la pierna con brusquedad y volvió a hacerle más cortes, cuando se cansó volvió a incrustármelo.
-Ahora.. volvamos al tema.. ¿qué.. hacías ..aquí?-dijo casi inocentemente.
Giré la cara sin mirarla, no pensaba responder.
-No creas que soy estúpida, rata.. se que te trajeron cautiva y que te escapaste, para serte sincera... -dijo caminando mientras mantenía otro fragmento en la mano- con eso hubiera sido suficiente -se giró hacia mi- si hubieras caído en otro lugar, pero no aquí -la cadena.. casi la había olvidado, pero noté como volvía a tensarse.
-Si ya lo sabes ¿Por qué mierda preguntas?-contesté desafiante. La cadena volvió a apretarme el cuello y me hizo toser un poco por la presión.
-Algo tendré que hacer mientras disfrutamos el momento, ¿no es así? -dijo sonriendo- además.. no podía permitir que.. salieras de aquí.. -se iba acercando hacia a mí- no sin ningún recuerdo -volvió a posar su mano sobre mi torso ya herido, y en lugar de dañarme, se situó detrás de mí.
-Justo lo mismo que le hiciste a Azim ¿no?-dije sonriendo amargamente. –Bueno así sabré lo que sentía él...
-Mmm así que... ¿quieres saber lo que sufrió él? adelante, pregúntaselo tú misma -dijo apoyando la mano en su cadera.
Odiaba que hablara de mi hermano, cerré la boca y apreté los dientes.
De repente soltó las cadenas, me mantuve en pié apenas unas décimas de segundo, pero luego caí al suelo, mis piernas no soportaban el peso de mi cuerpo, me dolían a horrores. Levanté la cabeza y vi a esa mujer sonriendo con maldad.
-Oh.. ¿que dices? ¿que no quieres marcharte? Sabía que querrías quedarte un poco más conmigo -siguió riendo, ahora sádicamente al tiempo que me pisaba la cabeza- Este es el lugar en el que debes estar... maldita fremen.
Solo una cosa se me pasaba por la cabeza: asesinar a esa mujer, hacerle todo el daño que le había echo ella a mi hermano, matarla despacio, que sufriera mucho...
¿Pero que estaba diciendo? Yo no era así, yo nunca deseaba esas cosas a nadie, ni a mi peor enemigo, pero esa mujer me inspiraba odio, ira, rencor...
-Bueno... mm.. -empezó a dar vueltas por la oscura habitación- ya que has decidido quedarte... vamos a conocernos mejor, cariño -se acercó hacia mí y me ató a una silla, y empezó a colocar una serie de artilugios encima mío...
Cuando hubo acabado comencé a notar ardor en el hombro izquierdo, había colocado una especie de cuentagotas con el aceite hirviendo, iba cayendo gota a gota, se hacía insoportable, con cada gota el dolor aumentaba y me quemaba un poco más la piel de ese hombro.
-Perfecto, ya estamos las dos cómodas... dime, qué has visto por el castillo mientras escapabas
-...-no pensaba ceder.
-Con tu amiguito conseguí tener paciencia... bueno, si se le puede llamar así -me abofeteó el rostro- ¡habla!
Noté como las gotas comenzaban a agujerearme la piel, el dolor se hacía cada vez más insoportable, los bofetones que me daba en la cara casi ni los sentía, todo el dolor se concentraba en ese hombro izquierdo...
-Oh, por cierto.. creo que tu pierna tendrá envidia.. solo tu hombro está gozando.. pobrecito.. no hay que ser racista con la pobre pierna -sumándose al dolor del hombro, clavó uno de sus tacones en la herida más profunda de la pierna.
Aunque el dolor era mucho, no podía compararse con lo que sentía en el hombro, cada vez la herida rehacía un poco más profunda, gota a gota, y se me iba haciendo un pequeño agujero a medida que pasaban los minutos.
Seguí en silencio, ella estaba delante de mí mirándome con furia.
-Vale, veo que parece que te gusta y que el aparatito del hombro funciona bien, ahora.. tengo cosas que hacer, pequeña rata, te dejo aquí gozando un rato -dicho esto se acercó y me sujetó más fuertemente de manos y piernas, y me tapó la boca y los ojos con unas vendas muy ásperas de tacto, mientras las gotas seguían cayendo, una.. y otra.. y otra.. hasta que noté que un nuevo goteo comenzaba en el hombro opuesto- Buenas noches, cariño- y se escuchó una puerta cerrarse.
Forcejeé un poco, el dolor ya era insufrible, además ahora era doble, pero era inútil, sólo hacer ademán de moverme ya hacía que sintiera un dolor parecido a mil cuchillos clavándoseme por todo el cuerpo. Poco a poco noté que la cabeza comenzaba a írseme, me tambaleaba dentro de mi misma, y cada vez sentía menos el dolor...
Me estoy muriendo...
De repente todo fue silencio... silencio y paz...
Desperté en una mazmorra distinta, estaba desatada, cubierta de sangre pero no tenía ataduras ni mordaza, ni venda en los ojos, estaba simplemente encerrada en otra mazmorra diferente a la anterior.
Oí pasos, alguien se acercaba, decidí hacerme la inconsciente, no les costaría mucho creerlo...
Eran dos guardias Harkkonen que me vigilaban, les oí comentar que me habían trasladado a una prisión alejada del palacio Harkkonen, para evitar así, que los fremen descubrieran el paradero de éste. Luego se alejaron, oía sus voces a lo lejos pero no alcanzaba a oír lo que decían.
Volví a abrir los ojos y lo primero que hice fue palparme el cuello para saber si aun llevaba aquello si lo perdiera me moriría, por suerte aún lo llevaba... mi colgante, no me lo había quitado nunca desde que me lo habían regalado, era lo que me hacía sentir cerca de mi hermano aunque estuviéramos separados, ya que él tenía uno igual. Me miré el cuerpo, tenía el top y los pantalones rasgados, llenos de sangre, me dolía todo el cuerpo a horrores, no podía moverme apenas, poco a poco noté como se me nublaba la vista...
Volví a quedarme inconsciente...
*OUT* Olassss una vez más tengo que pedir perdon por que sea tan largo el post lo sientoo >__< muchas gracias por molestaros en leerlo y tambien muchisisisimas gracias a Yuki por rolear conmigo n.n espero que os guste el post besitoss sus kierooo*OUT*
Sobrina volvió al desierto a las 9:09 p. m.
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