miércoles, diciembre 6

Acababa de robar una pedazo de nave enorme, naturalmente mi arrogancia no permitía reconocer que nunca había pilotado una nave así que me cargué al piloto MAL HECHO, porque no sabía como ponerla en marcha.
Comencé a tocar palancas y chismes, botones, mecanismos y la puta nave seguía sin encenderse ni elevarse.
-Estúpida nave... te juro que como no arranques te voy a...-mientras decía esto de un puñetazo al panel de control y ¡¡MILAGRO!! La nave comenzó a elevarse.
-Vaya... veo que te va el sado querida... bueno ya se como tengo que tratarte...-murmuré.
Me senté frente a los mandos e intenté deslizarme por el aire con suavidad y discreción. Y digo INTENTÉ, porque no lo conseguí en absoluto, la nave se movía a trompicones, aumentaba o disminuía su altura a placer, no a placer mío, sino al suyo.

Poco a poco y moviéndose por el aire haciendo mas eses que una procesión de borrachos, llegué a sobrevolar lo que parecía un refugio fremen, intenté aterrizar con cautela, pues no quería ser descubierto, y repito INTENTÉ pues volví a fracasar y me estrellé contra la arena. El golpe no me causó lesiones, pero si a la nave amante del sado, así que supongo que ella se sentiría satisfecha.
-Asquerosa nave... refunfuñé.
Me metí en el refugio después de ver a unos soldados atreides entrando en él.
-¿Atreides aquí?-me pregunté.
Decidí seguirles y junto a la entrada del refugio habían unos trajes de soldado que no dudé en tomar prestados para disfrazarme.

Fui andando por el refugio muy bien disfrazado, nadie se imaginaba que Yerik ¡¡YERIK!! Les estaba espiando, pobres inocentes, pobres ilusos, pobres desgraciados...
Iba ensimismado en mis pensamientos egocéntricos cuando una mujer chocó contra mí.
-Disculpe jovencito, no sabe cuánto lo siento de verás...

La mato... ¡Ah no! Recuerda que eres un soldado Atreide, no puedes asesinar a una fremen.

-No... esto... no importa señora... ¿esta usted bien?-pregunté, la amabilidad no era lo mío. Me fijé en que era una mujer de unos cuarenta años, era atractiva, su rostro reflejava la belleza de la que había gozado en su juventud y que aún conservaba. Tenía los ojos azules como el agua y un pelo de color rojo como mis ojos esperalda que llevaba decorado con unas orquillas que formaban una pequeña coleta medio rizada. Llevaba un delantal de color blanco sobre una falda oscura y que le llegaba por las rodillas, tenía una blusa de un color azulado algo gastada y vieja.

-Pues... la verdad es que no hijo, no estoy bien... -contestó la mujer mientras yo la ayudaba a levantarse del suelo.
-Vaya... ¿Se ha hecho daño?- pregunté para aparentar preocupación, aunque mi tono era algo seco.
-No no... tranquilo, es solo que echo de menos a mis hijos, son estupendos, jinetes, y ahora se han ido...
Parecía que a la mujer le gustaba darle al palique, pensé que era una buena oportunidad de extraer información de ella así que comencé rápidamente a hacer trabajar mis neuronas.
-¿Jinetes de gusanos?-pregunté aparentemente interesado.-A mi me chiflan esos temas ¿sabe señora? ¿Por qué no me cuenta más sobre sus hijos?
-Ah será un placer-dijo la mujer con una amplia sonrisa, parecía que estaba encantada de hablar de sus hijos.

Patético...

Con total confianza me llevó a su tienda, allí estuvimos hablando largo rato, la mujer fremen, una tal Nasila, me contó que su hija, la menor de los dos hermanos, estaba en una mision con el líder del refugio, un tal Ghassan, me explicó también que ?algunos de los míos? habían ido con él. Fingí saber algo sobre esa misión pero poco a poco fui sacándole más información, me enteré de que lo que iban a hacer era vigilar las máquinas de extracción de especia para evitar que los Harkkonen (como yo) las destruyesen y también para ayudar a los Atreides a recolectar mas especia, una especia de trato que tenía el líder con el duque Atreide.

Esta mujer es un manantial de información, menuda suerte chocar con ella...

Luego me contó que su hijo, el líder de los jinetes de gusanos estaba gravemente herido, pero que no sabía como, se había marchado. Eso me pareció muy interesante ya que significaba que estaba deambulando en mal estado y que era un blanco fácil, seguro que si le llevaba al jefe su cabeza conseguiría mucha pasta.
Cuando la mujer ya se había desahogado lo suficiente, decidí que había llegado la hora de marcharme, pensé en matarla, porque estábamos los dos solos, estaba apunto de hacerla cuando se acercó a mí y me enseñó una foto, en ella se veía una familia fremen, Nasila, el que su puse que era su marido y dos chiquillos, los dos hijos de los que me había hablado tanto y que me iban a ser tan útiles. Los dos hermanos habían salido a la madre al parecer, ya que la cría lucía una melena larga rosa y el niño un pelo anaranjado, se veía una foto bonita... me asqueaba. Sonreí con falsedad, me despedí de Nasila y salí, no había montado ningún follón (aun) pero tenía mucha información y eso supongo que también era útil.

Al final no maté a la fremen, pero no por compasión ni mucho menos, a mi me daba igual su historia familiar o todo lo que le pasara, pero no podía arriesgarme a que me descubrieran, me senté en un lado junto a una especie de... ¿fuente? No, no era eso... era como una reserva de agua para todo el refugio o algo así, la cuestión es que me senté allí y empecé a reflexionar sobre todo lo que esa mujer me había contado.

Me quedé mirando de forma perdida hacia a lo lejos, pero de pronto me di cuenta de que una Atreides que estaba acompañada por dos soldados me miraba fijamente. Iba vestida de forma algo diferente al resto de sus compañeros, su cabello era de un color bastante extraño y sus ojos, verdes, estaban centrados completamente en mí. Permanecía pensativa y aparentaba asqueada, de pronto comenzó a caminar hacia mí. Decidí quedarme en mi puesto, quieto y algo rígido.
Ella seguía mirándome, comenzaba a sentirme molesto, así que la miré con pasotismo y dije arrastrando las palabras:
-¿Quieres algo nena?
-¿Quién diablos eres y qué haces aquí?-Espetó.
-¿Qué te pasa? ¿no tienes ojos en la cara? ¿O eso verde son dos ranas?- pregunté asqueado.-Soy un soldado y estoy en mi... hora de descanso. -Dije sin mucho convencimiento.
-Tú no eres un soldado.-Respondió, luego me agarró por el cuello del uniforme.
-Eh Eh EEEEEEEEHHHHHH-dije en un tono vacilón y casi de advertencia.-Calmate cariño, sí que soy un soldado, novato, pero soldado al fin y al cabo...-mentí.-Ah y otra cosita-hice un gesto brusco para que me soltara y luego me arreglé la ropa levemente arrugada-A mi NADIE me toca ¿vale guapa?
-Definitivamente tú no eres un soldado.-Luego bajó la voz y sus ojos quedaron fijos en mi, me fulminaban.- Eres un Harkonnen, ¿verdad?
-Jeje...-reí por lo bajo...-y tu eres una pesada ¿te lo han dicho alguna vez?-contesté con descaro.
-Sí.-respondió seriamente, luego me cogió por el cuello.
-Te he dicho que A MÍ NADIE me toca muñeca...
-No puedes exigir nada cuando te metes donde no te llaman.-Espetó, luego me arrojó contra una de las paredes con la que me di un gran golpe.- ¡Soldados!

Tras ella, se presentaron cinco soldados con rapidez. La miraron, ella hizo un gesto hacia mi y ellos lentamente comenzaron a acercarse mientras empuñaban sus armas.
-Vaya vaya vaya... parece ser que al final el jefe tendrá las cabezas que tanto pide-murmuré sonriendo con suficiencia y sacando mi espada.
Los soldados se lanzaron contra mí, el primero se quedó sin cabeza, vino con mucha lentitud. Con el segundo forcejeé un poco y un tercero me molestaba por la espalda pero dejó de hacerlo cuando le propiné un codazo en las costillas y al girarme le rebané la cabeza. Seguía forcejeando con el segundo cuando el cuarto y el quinto se abalanzaron sobre mí, parecía que el cuerpo a cuerpo se les daba bien, pero hubiese sido más fácil para ellos dispararme, al parecer, querían lucirse ante la tía violenta esa rara.
Me libré del segundo estampándolo contra la pared y rompiéndole el cráneo, al cuarto le hundí la espada en el cuello y le hice un gran agujero en la garganta y finalmente, me deshice del quinto con un par de cortes en los brazos que lo dejaron indefenso y tras esto, hundiéndole la espada en el abdomen.

-Harkonnen, sin duda...-Refunfuñó aquella mujer, luego se lanzó al ataque contra mía.
Con ella la cosa cambiaba, de hecho, se hacía más interesante. Forcejeamos entre golpes y filos de espada, ella era muy rápida y su técnica era mucho superior a la de los soldaditos moñas que acababa de liquidar.
La hoja de su arma pasó varias veces cerca de mi cuello, pero ella sin darse cuenta se quedó contra la pared. Arremetí con fuerza, pero con eso solo conseguí que mi espada quedara clavada en la pared. Mientras intentaba sacarla, tuve que esquivar un par de golpes que intentaba asestarme. Es más, uno de ellos acabó alcanzándome... Por fin saqué mi arma y continuamos con nuestra lucha, la gente del refugio comenzaba a darse cuenta de lo que ocurría. Fue entonces cuando pensé que debía, quizá, marcharme... Las cosas podrían ponerse muy feas.

¡¡¿¿PERO QUE COÑO ESTABA DICIENDO??!! YO, YERIK, ¡EL GRAN YERIK! No podía irme sin más y dejar ahí esas cinco hermosas cabezas que había ganado.

Tenía que librarme de esa tía que comenzaba a resultarme molesta, la herida que me había echo en el brazo dolía bastante, pero no me iba a rendir, tenía que pensar en algo para irme, pero antes poder coger las cabezas. Matarla era lo más fácil, pero por una vez seré humilde, era una mujer fuerte, un pedazo de mujer, en otras circunstancias me la hubiese querido tirar pero tal y como estaban las cosas... Volviendo a mi prepotencia, YO no podía perder el tiempo matando a esa mujer, pues me iba a llevar algo de tiempo y tenía que irme cuanto antes, sino, todo el refugio se percataría de mi presencia y eso aunque YO fuese YO no era bueno...
-Ven aquí escoria.-Espetó, cuando me dirigí hacia las cabezas y las recogí. Luego me giré y me defendí de uno de sus ataques.
Corté las cabezas de los tres soldados que me faltaban y las metí en una bolsa mientras esquivaba más ataques incansables de la mujer, luego le di una estocada que la hirió en el hombro levemente, aproveché ese momento para colocarme bien y poder salir corriendo, pero antes de eso dije:
-Lo siento mi amor, pero me voy, compréndelo, lo nuestro nunca abría funcionado.-Dije en tono burlón y riéndome descaradamente.
Me giré para escapar pero en ese momento noté que algo había pasado cerca de mi oreja y de esta comencé a notar que salía algo de sangre. Me llevé la mano hasta ésta, y cuando la miré estaba llena de sangre... En el suelo, delante de mí, había una pequeña daga y al girarme ví a la mujer sonriendo mientras se sujetaba el hombro y se disponía a acercarse.
Me agaché y recogí la daga, la lamí con una sonrisa maliciosa y me la guardé.
-Gracias por el regalo de despedida, yo también te echaré de menos cielo.-Dije a modo de despedida, luego me giré y eché a correr tan rápido que en unos instantes ya no se la veía, llegué a donde estaba la nave, echaba un poco de humo, ¿pero le iba el sado no?
Subí en la nave y en un par de golpes volvió a elevarse, comenzaba a saber manejar aquel trasto, y me dirigí a donde estaba el jefe, le llevaba cinco cabezas y una buena información, además tenía farlopa

¿Me pagaría bien no?



*OUT* Bueno, siento que sea muy biblia xDD aquí otro post de Yerik, ya le ireis conociendo, ah por si alguien AUN no lo ha pillado, la mujer que habla por los codos es Nasila, la madre de Shalya y Azim xDDD Muchisimas gracias a Lore por rolear cnmigo magistralmente como siempre TK y alos demas gracias por molestaros en leer un posty tan largo jeje espero que os guste besossss n.n *OUT*




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