Go-Go me esperaba en las puertas del Gran Salón, paciente. Mientras los guardias abrían las puertas, me dedicó una sonrisa para darme ánimos y me tomó de la mano.
Entramos juntas a la sala. Mientras avanzaba pude distinguir entre los pocos invitados a los ahora consejeros de Adonis, sonriendo nerviosamente.
Ratas. Se movían con los espasmos de una rata.
Quizás lo reconocí porque era la única cara que no intentaba mantener una sonrisa, pero encontré a mi pariende Alexis entre la multitud. A él si podía decirle primo con seguridad. Primo segundo. Lejos de parecer siquiera indiferente, Alexis se mostraba profundamente disgustado, o eso delataba su expresión.
Go-Go me abandonó una vez llegué al altar y se fue a su puesto, unos pasos más atrás. Alcé la cabeza y dirgí una mirada de reojo a mi prometido. Sentí como toda la compostura que había conseguido reunir hacía unos minutos frente a Yubari se desvanecía.
Apreté los dientes.
El juez carraspeó y comenzó con la letanía de siempre:
-Hoy nos encontramos aquí reunidos...
Al mismo tiempo organizaba una serie de papeles; posesiones, dinero, territorios...que le quitaban solemnidad al asunto y lo dejaban reducido a una especie de acuerdo comercial.
- No importa lo que él diga... no te restaré poder, prima -susurró Adonis con una sonrisa- Por cierto... hoy te ves hermosa.
-Gracias-apenas logré a murmurar, al tiempo que sentía como mi mano izquierda se cerraba casi involuntariamente, clavándo mis uñas dolorosamente en la palma de mi mano.
- Vamos a ser felices, te lo prometo -y tomó suavemente mi mano
Sólo pude cerrar mi mano derecha en torno a la suya, quizás más con falta de fuerzas que con suavidad. Sin embargo las uñas de mi mano izquierda seguñian clavándose aún más en mi carne.
-Lo sé-no era más que un gemido lastimero que apenas oí yo.
El juez siguió su charla monótona varios minutos más. Al fin preguntó:
-Por lo tanto, tú, Adonis de Corrino, cuya pertenecia a la Casa queda confirmada en los siguientes documentos-señaló un montón de papeles de una antiguedad puede que de siglos-¿aceptas contraer matrimonio con Altair de Corrino?
- Sí, acepto -contesto educadamente y me miró fijamente a los ojos.
La misma pregunta se repitió, esta vez invirtiendo los nombres.
-Sí, acepto-dije rápidamente, turbada por esa mirada que apenas lograba sostener.
El juez dejó sobre la mesa una pluma dorada y un enorme contrato.
-Firmen, altezas-pidió.
Adonis tomo la pluma y gracilmente firmó; cuando terminó me dio la pluma; la sonrisa ahí seguía, como tatuada en su rostro.
Y sus ojos brillaban.
Unos pocos trazos firmes y mecánicos componían mi firma, que sin embargo esta vez salió ligeramente temblorosa; aunque quizás eran ilusiones mías.
-Puede besar a la novia-dijo el juez sin apenas darme tiempo a posar la pluma sobre la mesa.
Adonis sin apartar su miarada de mis ojos, tomó mi rostro entre sus manos y acercó el suyo suavemente.
- Has hecho un trato excelente... -murmuró.
Sus finos labios se posaron sobre mi mejilla, dandome un frío beso que duró pocos segundos.
- Ahora, Adonis de Corrino; usted es oficialmente el Emperador del Universo
La sala se llenó de aplausos educados como sólo podían darlos los nobles; cada palmada perfectamente calculada y sin armar una pizca de estruendo.
Mi ahora esposo me tomo de la mano y ambos recorrimos el pasillo para salir del gran salon. El sonreía y saludaba con su mano libre con petulancia; una arrogancia que sólo yo parecía alcanzar a ver, mientras el resto de la gente respondía encantada al saludo.
Aún quedaba algo más que soportar: el banquete. Me dediqué a mirar los manjares que circulaban de lado a lado de la mesa con indiferencia, completamente inapetente.
-Su Alteza-susurró un tembloroso mensajero, acercándose a mi lado y tendiéndome una carta-.Un mensaje Atreides...para la familia Corrino...-dirigió una mirada temerosa a Adonis, sentado a mi lado, distraido momentáneamente por varios nobles parlanchines-¿Está bien si...?
Le arrebaté el mensaje de las manos.
-Claro que lo está-gruñí.
Al usar mi mano izquierda para abrir el envoltorio, advertí que la había tenido cerrada desde la ceremonia. Al moverla poco a poco, el guante comenzó a teñirse de rojo. Hice caso omiso de ello y abrí el mensaje. Decía:
Futuro emperador Adonis:
Yo, Brian Atreides le prometo que en el plazo de una semana como usted pide no tendrá un aumento del 200% de producción en especia, sino que el aumento será de un 250%.
Pero tiene que entender que cumpliendo con sus expectativas, la casa Atreides les pide que le den soporte militar para poder luchar contra los Harkonnen. Ya que para ambas familias son un obstáculo para nuestros objetivos.
Atentamente
Brian Atreides
- Oh, ¿Asi que esa es la respuesta del Atreides? -Adonis tenia su rostro encima de mi hombro, leyendo el mensaje.
Giré la cabeza lentamente hasta encontrarse nuestras miradas.
-¿Qué has hecho, Adonis?
- Nada de importancia, esposa mía -hizo un inquietante hincapié en la palabra "esposa"- simplemente y debido a las exigencias de la cofradía espacial, le ordené al duque aumentar la producción... No te comente nada por no incomodarte en este gran dia -y tomó mi barbilla entre sus dedos.
-¿A un 200%?¡Eso equivale a una declaración de guerra!-observé que Adonis no me miraba a mí. Al poco, el mensajero huyó despavorido de la sala- ¡Adonis! Dune es mío, ¿me oyes?-aunque desaba gritar, mantenía la voz en un susurro inaudible para los demás comensales-.No vuelvas a entrometerte.
- Lo prometo -contesto fríamente.
Moví la cabeza bruscamente para que su mano me soltara la barbilla y le ofrecí el mensaje.
-Lee. Parece alguna clase de...broma pesada. Me hace pensar si la Casa Atreides está liderada por bufones.
Adonis leyo la carta rapidmente y esbozo una especie de sonrisa
-¡Debe ser una broma! ¿Que se le otorgue armamento? ¡Qué divertido es el Atreide! -dejó escapar una discreta risa y se llevó la copa a sus labios- Esto es basura -y arrugó la nota entre su mano.
-Ni siquiera vale la pena molestarse en responder-una mueca de desprecio asomó a mi rostro.
- Lo que tu digas, esposa -los ojos de Adonis no se apartaban de los mios, aún cuando bebía de su copa.
-Aún así...-dije, apartando el plato de comida aún sin tocar-.Debería vigilar los movimientos Atreides. Los he descuidado últimamente.
Me levanté de mesa, atrayendo algunas miradas curiosas.
-¿Ya te vas? -preguntó inocente Adonis
-Sí. Lo lamento-respondí de forma mecánica-.Te veré más tarde, esposo.
Adonis sonrio una vez mas y asintio
- De acuerdo.
Abandoné el comedor rápidamente.Lejos de dirigirme a mi despacho para revisar los datos sobre Dune, tomé la dirección contraria y huí a mis aposentos. Nada en la faz del Universo podría hacer que el planeta de la especia dejara de recibir toda mi atención...
O eso pensaba, hasta entonces.
Simplemente no deseaba saber nada. Llegué a mi habitación, asegurando la puerta y me apoyé en una pared, sin molestarme en encender la luz. Deslicé mi cuerpo hasta quedar sentada en el suelo. Me abracé a mí misma.
Vamos a ser felices, te lo prometo.
-¡Lo fuimos!-gemí-¿Acaso no te acuerdas?¡Lo fuimos!
A la par que la visión del ojo derecho se hacía borrosa, la cuenca del ojo izquierdo era asaltada por un dolor atroz.
A los ojos mecánicos no se les permite llorar. Simplemente no pueden.
Aún así, cuando volví a abrir los ojos y me liberé del dolor, ambos lados de mi rostro estaban húmedos.
//Out// Boda, drama...bueno, espero que hayamos conseguido Arashi y yo resumir bien una boda sin hacerla muy toston x_x! Y aqui entraran un par de personajes nuevos, ademas. Para los atreides...eh...correos esta muy mal y las cartas no llegan...seguid esperando la respuesta...=DUU //Out//
Kaori volvió al desierto a las 11:45 p. m.
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