viernes, octubre 6

El fremen de nombre Azim se había comprometido a entregarme toda la información sobre el ataque Harkonnen y también los datos que poseyera sobre los Harkonnen que aún no se habían rendido. En mi opinió, era de esperar que ellos no se dieran por vencidos tan facilmente...
Aunque al principio tuve que arrastrar a aAzim para que se moviera, finalmente comenzó a caminar a su propio paso. él y Will no se habían cadio nada bien, pero eso no era algo de lo que yo debiera preocuparme.
Habían pasado varios minutos ya desde que salimos del palacio, las calles estaban en una extraña calma que me desconcertaba. No obstante, el fremen aparentaba estar bastante furioso pero no por el hecho de aquella extraña tranquilidad, sino más bien era otra cosa lo que crispaba sus nervios.
-¿Está muy lejos ese sitio al que vamos?-pregunté.

Ni me miró.
Creo, quizás, que no me oyó. Fruncí el ceño y volví a repetir la pregunta pero con un tono algo más alto. Se sobresaltó y giró su cabeza hacia mi.
-No, no lo está.-respondió, luego sus ojos volvieron al frente.
-¿Tienes mucha información?
-Algo. Pero la verdad, cualquiera podría atacar esas máquinas de extracción?
-¿Qué?
-No te ofendas, pero los Atreides no sois concientes de vuestra realidad.
-¿A qué te refieres?


Se cruzó de brazos con una sonrisa irónica, luego continuó caminando. YO me mantuve seria, mirándolo hasta que dijo:
-Sois los nuevos "gobernantes" en Dune. Ahora la extracción es vuestra. Sumplantais a los Harkonnen, vuestros peores enemigos... ¿De verdad crees que ellos se iban a marchar sin más? La mejor manera para quitar a alguien del mandato del planeta es hacer que los corino os destituyan. ¿Y qué puede provocar eso?
-La reducción de la extracción de especia.
-Bingo... ¿Y como podría provocarse algo así?
-Destruyendo las máquinas.
-Por lo tanto, debeis protegerlas mejor de lo que lo haceis. Y a la vez se ha de buscar a los Harkonnen que aún se encuentran aquí.

Su mirada se volvió turvia por un momento. Yo me mantuve en silencio y miré al frente. Era como si lo hubiese estado estudiando palmo a palmo. Cuando tuve que informarme sobre el "Jefe de la brigada de los jinetes de gusanos de arena" miles de historias, o más bien leyendas, sobre él llegaron a mi: Que si era un demonio cediento de sangre, que si era inmortal, que con solo pensarlo su brigada sabía lo que tenía que hacer.

Todo mentira, era un hecho que todo eso no era cierto.

Lo que se sabía de él era muy poco, en realidad sus funciones no estaban claras. Y su aspecto, la verdad, era confuso. No era como realmente me lo imaginaba. Pero seguramente por su puesto no podría ser... "cualquiera".
Caminabamos, apenas había gente por las calles. No obstante, de pronto el muchacho se detuvo. Le miré levemente, tenía los ojos cerrados y cierta mueca de dolor. Sin embargo, poco después los entreabrió ligeramente y continuó caminando.
-¿Estás bien?-pregunté, aunque era evidente que no.
-Sí, estoy bien.-respondió,mentía.- Es simplemente que tengo la vista cansada.
-¿Solo eso?
-Sí, solo eso...

Pronto llegamos una pequeña casa, él abrió la puerta y entramos sin más. Todo estaba en penumbra y él aparentaba no estar dispuesto a encender una luz. Quizá sus ojos estaban sensibles aún. Se adentró en el cuarto, al parecer se orientaba muy bien en aquel lugar. Seguramente era su casa.
Pronto llegó al fondo, donde había una mesa de la cual no me había percatado si no hubiera sido porque colocó sus manos sobre ella. Luego gruñó ligeramente y comenzó a ojear unos papeles. Poco a poco, comenzó a formar un gran montón con ellos. Me acerqué, Azim tenía ahora los ojos más cerrados que antes y un sudor frío comenzaba a recorrerle la cara.
-Deberias descansar.-indiqué.
-Luego.-respondió, mientras continuaba colocando aquellos papeles.- La verdad es que no tengo mucha información. Algunos hombres han ido a investigar sobre el paradero de los Harkonnen. Ninguno ha regresado.
-Son persistentes.
-No lo dudes.

Se giró hacia mi, temblaba, y su aspecto, aun en aquella penumbra, era lamentable. Sus ojos ahora estaban muy rojos, como si no soportaran continuar abiertos ni un minuto más. Su cara estaba en tensión.
-¿En serio que estás bien?-repetí.
-Sí.-asintió.- Ha sido un día duro. Me temo que no puedo ir con tigo al palacio ahora... Mañana me pasaré por allí. Dile al duque que lea esto y que mañana le aclararé aquellos puntos que no le hayan quedado muy claros.
-De acuerdo.-asentí, no muy convencida.

Poco después comenzó a colocarme aquellos montones de papel sobre mis manos, poco después apenas era capaz de asomar la cabeza por encima de aquellos papeles. Él hizo aparecer una sonrisa en su rostro y luego fue hacia la puerta y la abrió. Yo le seguí y cuando estaba en el humbral de la puerta le miré levemente. No estaba convencida de que estuviera bien.
-Estoy perfectamente.-respondió, adivinando mis pensamientos.
-Hmp... No te olvides de pasar mañana por el palacio entonces... El duque querrá hablar con tigo de todo esto.-indiqué, mientras señalaba aquellos papeles.
-Ahí estaré.-indicó, luego asintió con la cabeza.

Comencé el camino de regreso y cuando ya estaba algo alejada de aquella casa cerró la puerta. No se le veía bien, pero si él insistia en que se encontraba perfectamente yo no podía hacer más. Pasaron algunos minutos y yo ya me encontraba frente la puerta de la puerta donde se encontraba el duque. Debía de revisar todos ESTOS papeles... demasiado...

Out: u.u ñam xd post choff pq no sabia k poner >-< perdon por mala calidad!




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