domingo, octubre 8

Cuando llegué al castillo oculto me encontré con Rena a la salida. Las dos entramos juntas, y mi hermana Mavra nos encomendó una misión a cada una. Por un momento pensé que me dejaría a un lado, apartada de sus planes, pero luego me explicó que mi misión sería especial, y que pronto, la llevaría a cabo.
Rena desapareció a cumplir las órdenes; destruir la maquinaria de especia.
Mientras, yo regresé a mis aposentos, a descansar por el cansado viaje. No podía dejar de pensar en él... en lo que había pasado entre nosotros, en lo que yo ahora sentía...
Agité la cabeza bruscamente, intentando que esos pensamientos salieran de mi mente, pero me era imposible. Sus ojos... su cabello... su piel... su fragancia... todo estaba gravado en mi, en mi piel.

Desperté al día siguiente. Ya Rena había cumplido y todo había salido perfecto. Mavra no paraba de sonreir, estaba "satisfecha". Mientras, yo permanecía ausente. La noticia me había alegrado, pero aquel fremen se había vuelto en una obsesión. ¿Qué era lo que sentía dentro de mi cada vez que pensaba en él? Nunca antes había sentido nada parecido... pero... aunque me costaba reconocerlo, me moría de ganas por volver a verle.
De pronto, alguien abrió mi puerta bruscamente, era Nust, el guardia fiel.
Nust: ¡Se... Señora!-exclamó.
-¿Qué ocurre? ¿Cómo te atreves a entrar así? Tu fiel y antigüo trabajo hacia los Harkonnen no te da derecho...-
Nust: Lo siento señorita Ilysse.- dijo interrumpiéndome. -Pero es algo muy importante, tiene que saberlo.-
-¿De qué se trata?-
Nust: ... recuerda... ¿Recuerda la muerte del general Strad?
-Jamás podría olvidarla...- dije apretando los puños.
Nust: ... El fremen que lo mató está rondando por esta zona.
El corazón me dió un vuelco, pero reaccioné rápidamente.
-Le mataré.- dije decidida. -Prometí vengar su muerte, y no puedo fallar. ¿Mavra lo sabe?-
Nust: Si señorita, pero ya ha mandado a sus más fieles guerreros para que le traigan su cabeza.
-¡No! Dile que iré yo en persona. No puedo permitir que algo tan importante lo hagan otros por mi.- dije con autoridad.
Nust hizo una reverencia y se marchó corriendo hacia la habitación de Mavra.
Ahora, mi siguiente paso estaba decidido; mataría a ese maldito fremen. Preparé mis armas más rápidas y efectivas, y me equipé con ellas. Salí entonces al encuentro con el desafortunado joven, que al pisar tierra extraña, acababa de firmar su sentencia de muerte.
Al principio miré a mi alrededor, no aparentaba haber nadie en aquella zona. Donde ahora los Harkonnen nos ocultabamos era una zona del planeta algo abandonada, de la cual muchos(incluso fremen) se habían olvidado. Pero al parecer aquel maldito que mató a Strad nos había estado buscando. De pronto ví movimiento y unos guardias que se encontraban por la zona cayeron al suelo redondos. Muertos. Me sobresalté.
Me acerqué al lugar y me aseguré de lo que estuvieran, no podíamos permitirnos perder a más hombres. Me incorporé y vi a alguien de espaldas. Sólo ver su silueta saqué una daga de mi bota derecha, y se la lancé en señal de aviso, pasando muy cerca de su cara.
Alzó la cabeza, como en señal de que había captado "mi indirecta". Le oí reir y luego, lentamente, se giró hacia mi. Al verlo de espaldas y al llevar una capucha no pude reconocerlo pero al verle al fin la cara quedé completamente helada. Era... ¿Azim? ¿Qué hacia él allí?
Cuando se giró poseia una sonrisa algo provocadora, que despareció al verme. Sus ojos se abrieron y quedamos mirándonos fijamente sin decir apenas nada.
Quise correr hacia él y abrazarle, fue mi primer impulso, pero al dar un paso rectifiqué, y me decidí a preguntarle:
-¿Qué haces aquí?- dije sin dejar de mirarle.
Azim: Vengo a...-intentó responder, aún continuaba incrédulo. Aparentaba no querer creer que era yo realmente.- He venido a hacer mi trabajo.-
-Tu... ¿trabajo?-
No podía entender qué quería decir, pero algo estaba claro... él era mi principal objetivo, él había sido quien había matado a Strad...
-Mataste a Strad, nuestro más fiel amigo... nuestro más fiel... guerrero, y yo, he venido a... acabar con la vida de... su verdugo.
Azim: Entonces has venido a por mi...-susurró.- Yo tenía tanto derecho a matar a Strad como tú a matarme ahora.
-Dime sólo una razón para no matarte, y no lo haré.-
Azim: No puedo darte una razón para que no me mates. yo te daré las mias de porqué lo maté a él: Mató a mi padre y me arrancó los ojos.
Volví a dar un paso, con los ojos más abiertos que nunca, y dejé escapar un grito ahogado. No podía creer lo que decía... pero parecía sincero, y yo... de alguna manera, le comprendí.
-Puedes marcharte... te dejaré escapar... vuelvo a perder el juicio ante ti, vuelvo a ser incapaz de matarte...- dije agachando la cabeza.
Azim: Ilysse yo...-musitó, luego agachó la cabeza.- No puedo irme. He venido a hacer algo y no puedo...-
-¿Qué has venido a hacer aquí?- pregunté incrédula.
Azim: Pues para eso que crees que venía a hacer antes de que supieras mi identidad.-luego agachó la cabeza, no se atrevía a mirarme.
-Sabes dónde nos encontramos y eso es peligroso, no puedo dejarte marchar... tendré que... matarte sino prometes no delatarnos.-
Azim: No puedo hacer eso.-
Dudé por unos segundos, pero debía proteger a mi hermana, y nuestra casa. Eso estaba por encima de todo.
-Entonces... tengo que hacerlo... tengo que...- dije sin poder terminar la frase.
Azim: Haz lo que debas, Ilysse.
Me acerqué a él, y me quedé tan solo a unos centímetros de su cuerpo. Saqué una de mis dagas y se la coloqué al cuello, esperando su defensa.
Sus ojos se quedaron clavados en mi, me miraban con una dureza algo falsa. Su cuerpo estaba en tensión, era como si quisiera atacarme pero algo se lo impedía. Agachó la cabeza, con una sonrisa desconcertante en sus labios.
Fruncí el ceño y le obligué a subir la cabeza con la daga al cuello. Le miré fijamente, y le dije:
-¿A qué se debe esa sonrisa? ¿No vas a defenderte?-
Azim: Defenderme supondría tener que matarte.-respondió.- Pero cuando llegue el momento quizá me quede quieto y puedas tener tu oportunidad para acabar con mi vida. Quizá si acabas conmigo ahora todo será más práctico. Tú quieres matarme y lo harás.Yo soy un estúpido que no puede ni moverse.-
-No quiero matarte. Me gustaría no tener que hacerlo... Tú no puedes moverte, pero yo no tengo nada claro, no sé qué hacer ahora mismo...-
Azim: Mátame Ilysse.-
-¿Sabes? esta situación me recuerda a aquella vez... cuando nos conocimos. Estábamos exactamente igual, sólo que yo en tú lugar, y tú en el mío.-
Azim agachó la cabeza levemente, de pronto abrió los ojos:
Azim: Pero estoy siendo un estúpido ahora mismo al pedirte que me mates. ¡No puedo morir aún!- Con una rapidez increible se alejó varios metros de mi.
Reí ligeramente, y bajé mi mano colocando la daga nuevamente en mi bota.
-No voy a matarte, pero tampoco permitiré que pases de aquí. Y de alguna manera, tendré que obligarte a que no digas dónde nos encontrámos. La vida de mi hermana estaría en peligro, y también la mía.-
Azim: ...¿tendré que luchar contigo entonces?-
-Supongo. Pero no sé en qué acabará todo, porque no permitiré que me mates, pero tampoco puedo matarte yo a ti...-
Azim: Esto es problemático...-masculló mientras sacaba su arma.- Aún así, no tenemos elección. No puedo perder el tiempo.
No podía entender su reacción, pero le imité sacando dos dagas y colocándome en pose de ataque.
Nos lanzamos al ataque, la verdad es que no estaba muy convencida de lo que estaba haciendo y por la cara de Azim y sus movimientos, supe que él tampoco. De pronto, dió tal movimiento con su arma que tuve que esquivarlo con rapidez. No obstante, sin darme cuenta, él ahora estaba tras de mi y chocamos. No fui capaz de reaccionar, simplemente le miré.
Nos quedamos inmóviles, simplemente mirándonos. Creí por un momento que eran sus ojos azules que me hechizaban, pero no... era él... su forma de hablar, de actuar... sencillamente... Azim.
Por un momento juntó su frente con la mia, me sonrió con calidez y rozó con su mano izquierda mi mejilla. Pero luego, se separó con rapidez y con aquella espada que tenía se dispuso a atacar de nuevo. En ese momento oí pasos, Azim levantó la cabeza y apretó los dientes. Acababa de darse cuenta de algo. Miré de reojo hacia dentro del palacio, en la puerta habían varios hombres armados y entre ellos se encontraba mi hermana... Mavra...
Mavra: ¡Ilysse! ¿Qué estás haciendo?
-Acabando con él.- respondí secamente.
Mavra: ¿Por qué siempre pones tu vida en peligro?
-Sabes que me gusta hacer las cosas por mí misma... y más tratándose del asesino de Strad.-
Mavra: Luego te quejas que no tengo diversión.. si eres tú la que la acaparas y no me dejas nada.... -Mavra dio un paso adelante, parecía querer atacar.
Azim sonrió, giró su cabeza hacia Mavra y sacó un cuchillo: Vaya, la baronesa... es un placer...-luego se carcajeó.- En realidad no.
Mavra: Lo mismo digo, gusano anaranjado...
No pude evitar reirme al escuchar a Mavra, parecía realmente ofendida.
Azim: No creo que la señorita baronesa tenga el derecho de poderse burlar de mi cabello teniendo uno tan... ¿silvestre?-espetó, luego se lanzó al ataque contra Mavra.
Mavra: Es que me gusta la naturaleza, odio este planeta muerto, y más a sus habitantes...
Azim: Me alegro de oir eso.-Luego atacó a Mavra, ésta lo esquivó.- ¡Vamos, ven aquí!
Mavra: Mi aro. YA.
Azim: vamos, dejate de tonterias.-espetó, luego se lanzó al ataque de nuevo. Esta vez rozó un poco el hombro de Mavra.- La próxima vez acertaré.
Mavra: Qué divertido, creo que voy a cortarte el pelo... - un sirviente le entregó el aro a mi hermana, esta empezó a atacar.
No sabía qué hacer ni cómo actuar. Sabía que Mavra podría herirle, tal vez matarle, o tal vez... ser ella la herida... no podía permitirlo.
-¡Basta!- ordené.
Hice una señal con mi dedo índice hacia Azim, y todos los sirvientes que habían acompañado a mi hermana se avalanzaron sobre Azim, al cual capturaron.
-Hermana, es mejor que le utilicemos para sonsacarle información. Muerto, no es de utilidad.-
Mavra: ... está bien. Pero no le miméis.-
Azim: Sí, sí... En vez de golpearme con vuestros puños, hacedlo con barras de hierro. Os será más productivo y así no podré devolverosla. Jeje.-
En un pequeño despiste casi sonrío de alegría. Mavra no se enfrentaría a él, y ninguno saldría mal parado. Aunque no sabía hasta qué punto era mejor capturarle y torturarle.
Los sirvientes se lo llevaron enseguida a pesar de los forcejeos de Azim; era inútil, demasiados para él solo.
Me reuní con Mavra en la sala del trono, y ésta mandó llamar a Rena. La cual acudió enseguida.
Rena: ¿Me llamaba?-
Mavra: Sí.. Rena, tenemos a un fremen... que según un guardia fue el que mató a Strad. Y... ¿te gustaría torturarle?-
Rena: -Sonriendo sádicamente de nuevo- Sería un honor.. ¿qué desea que obtenga exáctamente de él?-
Mavra: Quiero que le saques información sobre qué saben ellos de nosotros. Nuestra situación actual no es muy buena que digamos...-
Rena: Entiendo.. me encargaré de obtener la información.. ¿tiene especial interés en que acabe con vida?
Mavra: Haz lo que te apetezca con él...
-No le mates.- intercedí entonces. -Cuando le hayamos sacado la información, quiero ser yo personalmente quien le mate.-
Rena se fué hacia los calabozos, y Mavra y yo nos retiramos hacia neustros aposentos. Realmente estaba cansada, pero no podía dormir...



Ya habían pasado muchas horas, y Rena continuaba en su celda. No podía evitar sentirme culpable, y decidí intentar disminuir su castigo. Bajé hasta los calabozos, y me adentré al más profundo y oscuro; donde él se encontraba.
Al llegar vi a Rena frente a Azim. Éste se encontraba con los brazos extendidos, encadenados, al igual que los pies por el tobillo. Estaba arrodillado, pero con la cabeza bien alta, sin dejar de mirar a su torturadora. Estaba completamente envuelto en sangre, chorreando por todas partes. Rena se tomaba siempre en serio su trabajo, y lo hacía perfectamente. Ella no dejaba de preguntarle a gritos, y éste sólo la miraba, impasible. Avancé hasta la reja, y le ordené a Rena que se marchara. Era mi turno. Ella lo entendió, sabía que la muerte del gran general me había afectado mucho. Para mi había sido casi como un padre.
Cerré la verja tras de mí, y esperé a que los pasos de Rena sesaran.
Luego le miré fijamente, y me coloqué a su altura, también arrodillada.
Me acerqué a él, y saqué de mi bolsillo un pañuelo, con el que intenté secarle la sangre. Al tocarle una herida de uno de sus hombros gruñó, y me alejé levemente.
Azim: ¿Qué haces aquí?-Dejó sus ojos fijos en mi.-
-Intento aliviar tu dolor.- dije con su misma mirada.
Volví a intentar secarle las heridas, pero volvió a gruñir.
-Sé que te duele, pero tienes que aguantar un poco.-
Azim: Como te vean haciendo esto sospecharán. Para...-
-Sh...- musité colocándo mi dedo índice en sus labios mientras continuaba limpiándole.
Azim: Pe... pero...-Su rostro por un momento aparentó estar más tranquilo.
-Pero nada.- le interrumpí. -No puedo permitir que te mueras desangrado, ni que estés en estas condiciones... eres un rehén especial...-
Azim: ¿Especial? Ilysse... no deberias hablar así.-
-Lo sé, y estoy condenada por ello, pero aunque no lo diga, lo pienso... y al fin y al cabo, es lo mismo. No puedo evitarlo, lo siento.- susurré algo fría.
Azim: ... Ilysse... -luego agachó la cabeza mientras apretaba los dientes.
-No digas nada... prefiero no oirlo, no quiero oir lo que estoy pensando... prefiero pensar que intentas decirme lo que realmente quiero oir....... déjalo.- dije agitando la cabeza.
Azim: ... Yo... no quiero que te hagan daño... esto....-levantó lentamente la cabeza.
Sus ojos coincidieron con los míos, y una sonrisa se dibujó en mi rostro. No pude evitarla. Realmente allí, con él, llegaba a sentir muchas cosas... muchas cosas que jamás, ni en años, llegaría a sentir.
No quise incomodarle, pero tenía que hacerlo. Me acerqué a él, y le di un pequeño beso en la mejilla derecha, luego me acerqué a su oído y le susurré:
-Te dejaré solo, no quiero molestarte, pero estaré por los alrededores, nadie vendrá mientras yo no dé el aviso de que he salido.-
Azim: ... Esto se está poniendo dificil, Ilysse...
-No te entiendo...-
Azim: ... tú deberías torturarme... Yo debería resistir... Tú deberías tratarme como escoria y yo a ti como una tirana pero...
-No te sientas obligado a tratarme bien si yo lo hago. Puedo entender que me odies, que incluso quieras mi muerte aunque no puedas hacerlo tú mismo. Pero no me pidas que te haga daño, porque... aunque sí soy la peor tirana... contigo se cambian los papeles.-
Azim: ... es que esto no lo hace nada fácil...
-Pues aunque me cueste reconocerlo, y paresca malvado... me alegro que estés aquí... cerca...- dije mientras me acercaba a él y acariciaba sus heridas.
Azim agazapó por un momento su cabeza en mi hombro, su mirada estaba algo turvia. No obstante, de pronto quitó su cabeza de mi y me miró fijamente.
Azim: Si viene tu hermana...
Negué con la cabeza.
-No vendrá, ya te he dicho que hasta que yo no salga de aquí, nadie más vendrá.-
Azim: ... Ilysse... No es correcto que tú...
-Azim por favor... no estropees este momento... y dime... sé sincero... ¿qué sientes por mi? ¿odio?-
Azim: Debería pero... no puedo.-agachó la cabeza.- Soy un idiota.
-Tienes razón. Eres idiota. ¿Quién podría sentir por una Harkonnen algo que no fuera odio o repulsión?-
Como hablando para mí misma me levanté, y me acerqué a la reja agarrándola.
Azim: ¿Y qué harkonnen podría sentir algo por un Fremen?
-Yo. Ilysse Harkonnen.- dije secamente dándome la vuelta hacia él.
Me acerqué nuevamente, y me senté lo más pegada a él que pude. Cuando pude sentir su respiración en mi cara, le acaricié su cabello anaranjado... ahora algo sucio.
-Yo, Azim.-
Azim: No deberias... olvídate... Yo maté a Strad...-
Sus palabras me hirieron, y sin querer le dí una bofetada.
-¡Estúpido!- grité. -¿Por qué tienes que recordarme quiénes somos, o qué hemos hecho? ¿No entiendes que no me importa que seas fremen? ¿Qué en este momento en quién menos pienso es en Strad?...
Yo le quería mucho... pero su destino acabó en aquél momento. Azim simplemente se defendió... otro hubiera hecho lo mismo en su lugar... Y ahora nada resolvía vengar su muerte con la de Azim... estaban a mano. Strad mató a su padre, y Azim se defendió al mismo tiempo que vengó al mismo.
Azim: ¿Y tú no entiendes por qué te digo todo esto?-levantó la cabeza, intentaba parecer frío pero al encontrarse con mis ojos no podía continuar con ese aspecto.
-¡No!- le grité aún estándo cerca suyo.
Azim: Porque no quiero que por mi culpa estes... tan... confusa.... No quiero que tu hermana se entere de lo que sientes hacia mi y que por eso... por eso te...
-Mi hermana no se enterará, pero creo que entiendo lo que pasa. Bueno, me voy, te dejo solo, entiendo que mi presencia no sea de tu agrado.- me despedí con la mano algo pasota, y abrí la verja para salir.
Azim: ....-le eché un ultimo vistazo, su cabello cubría parte de sus ojos pero aún así pude saber que me miraba.
Me quedé un instante quieta, mirándole, quería que en aquel momento me dijera algo y me detuviera...
Azim: Disculpa.-no fue capaz de decir más, luego desvió la mirada.
Sonreí, y me acerqué a él, me agaché levemente, y cogiendole por la barbilla, le dí un leve beso en los labios. Pude sentir por un instante sus labios junto a los míos, y cerré los ojos con la esperanza de que no se terminara nunca.
-Lo siento, pero tenía que aprovechar que no puedes evitarlo.-
Azim: Eres algo perversa...- pero en su voz podía notar simpatía.
-¿Quieres que te demuestre lo perversa que puedo llegar a ser?- contesté con ironía.
Azim: ... Intentalo.-respondió, mientras sonreía.
Sonreí y volví a acercarme a él, terminando de romper su camiseta, rasgada por la tortura de Rena. Luego besé su cuello mientras le abrazaba y acariciaba su espalda algo herida.
Azim: Aún no tengo suficiente muestra de tu maldad...-respondió, su voz sonaba algo pícara.
Volví a sonreir. Su actitud me gustaba, me seguía la corriente, aunque no sabía si por puro placer, o por algo más...
Cerré la verja con llave, y la guardé entre mi ropa sin que él se diese cuenta, luego saqué otra llave, y le quité las cadenas de los brazos. Cayó desplomado hacia mí, tenía los brazos adoloridos, y no aguantaba más la misma posición.
Azim: Eso ha sido un golpe bajo.-Luego se sentó en el suelo mientras me tomaba de la mano.
Le quité entonces la de los pies también. Quería que en aquel momento, fuera completamente libre, no quería obligarle a nada.
Aún me tenía sujeta por la muñeca derecha y sin esperarmelo, haló de mi y quedé apoyada en él. Con su mano derecha acarició mi mejilla mientras ahora en su rostro había una sonrisilla que me era agradable.
Azim: En realidad... No debiste hacer eso.
-¿Tu crees?- dije entrecerrando los ojos sintiendo cómo acariciaba mi mejilla.
Azim: Sí, en realidad todo este rato... quería que te marcharas porque... No iba a poder aguantarme durante mucho rato...
-Piensa bien lo que vas a hacer... piensa que tienes la oportunidad de acabar conmigo... nuevamente me tienes en tus manos.-
Azim: Podría decirte lo mismo...-juntó su frente con la mia.- Diablos, que facil sería si te matara y ya. Todo terminaría pero... No sería capaz. No puedo hacer algo asi.
-¿Sabes? Si tengo que morir... me encantaría que fuera en tus manos. Azim... yo...-
Azim: Ese deseo yo no lo puedo conceder.-luego apoyó su cabeza en la pared.- Sería igual que antes... estaría apunto pero... No sería capaz de moverme.
-Dime Azim... ¿tú me deseas?- pregunté sin más, colocándo mi cara frente a la suya.
Azim: Si no lo hiciera ya me habría ido, me habría liberado sin mas ahora mismo.
Tomé su cara entre mis manos, y volví a besarle. Aquella situación era estresante, en aquel lugar... después de lo bonito que había sido la primera vez... en su casa... pero no me importaba, estaba con él, y creía haber entendido, que sentía lo mismo que yo...
Azim: ... Ilysse...-masculló en mi oido.- Odiame, será más fa...-no le dejé terminar, coloqué mi dedo indice sobre sus labios.
-Calla, y hazme sentir la gloria a tu lado...-.
No hizo falta que le dijera más, me hizo hacia él y comenzó a besarme. Luego sus labios bajaron hasta mi cuello, mientras me abrazaba con fuerza. A veces sus besos eran confusos, pues aparentaba querer darmelos pero luego, por un momento, dudaba... Seguramente aquella situación le cohibía tanto como a mi.
-Azim... no quiero sentir esto... me estás volviendo loca...- susurré.
Azim: Has sido tú quien empezó... ahora... acepta las consecuencias.-en ese momento me besó con tanta pasión que estuvo apunto de ahogarme. Mientras acariciaba cada parte de mi cuerpo.
No pude contenerme, sus manos me doblegaban, no podía hacer nada, sólo dejarme llevar por la pasión que sentía. Sentí su piel en cada rincón de la mía, y sus ojos, tan fijos en mí como nunca... jamás me había sentido así... tan satisfecha...
Ahora Azim se encontraba encima de mi, aunque estaba débil aún poseia bastante fuerza. Por un momento se quedó quieto, mirándome. Confuso. Por un momento, aparentó recobrar la cordura. Parecía haber vuelto a la misma opinión de antes, en la que quería apartarme de él.
Entonces le abracé muy fuerte, antes de que pudiera alejarse.
-Azim... te...-
Azim: no digas nada de lo que te vayas a arrepentir, Ilysse.
-Te quiero.- musité finalmente sin dudarlo más.
Azim: Oh, eso no...-respondió, luego me hizo levantar la cabeza.- ¿Sabes lo mal que está eso viniendo de ti?
Fruncí el ceño, y le aparté la mirada.
-Ya, claro, piensas que una Harkonnen no puede sentir más que puros sentimientos a los que llamáis "malos" o "negativos"- espeté quitándole de encima mío.
Azim: No me refiero a eso. ¡Me refiero a que si tu hermana se entera de que le vas diciendo "te quiero" a un fremen te cortará la cabeza...! Me gusta que sientas eso por mi pero... para ti... No es bueno sentirlo.-
-Ni para ti es bueno que lo sienta. No hace falta que me mientas Azim. Sé perfectamente lo que sientes por mi. Y ahora, me largo de aquí, creo que he sido ya lo suficientemente estúpida comportándome así.-
Azim: ¿Que crees que siento yo?
-Si dices que me deseas, simplemente sientes pasión por mí, pero cuando la llama se apague, podrás acabar conmigo como tanto deseas, porque el verdadero sentimiento que aflora en ti hacia mí, es el odio Azim.-
Azim: Aún parece que no me conoces, Ilysse.-entrecerré los ojos.- Yo no me dejo guiar por la pasión. Si sintiera eso podria matarte... Pero... No es... "solo eso".
-En fin, es absurdo, no es conveniente que siga aquí...- dije molesta.
Azim: ... Te estoy diciendo que...-masculló, luego apretó los dientes.
-¿¡Qué!?- espeté encarándole.
Azim: Que te quiero.-luego se puso en pie, al lado de las cadenas que antes le apresaban.- Atame antes de que venga alguien y se de cuenta de que me has liberado.
El corazón me dió un vuelco al escuchar sus palabras. No podía creer que me estuviera diciendo eso.
Fuí hasta las cadenas, y agarré una de sus muñecas; la até.
-Azim... ojalá esto fuera diferente... ojalá pudiéramos...-
Azim: Lo sé, lo sé... Ahora date prisa.-
Miré a Azim molesta, parecía estarme dando largas para que me fuera cuanto antes.
-¿Quieres que me vaya? Pues no lo haré. Me quedaré aquí contigo, y además... vendré seguido a verte...-
Azim: Pa... ¿para qué? Será sospechoso. No.
-No puedes impedírmelo, y mucho menos así.- dije colocándole la última cadena en los pies.
Ahora se encontraba igual que antes.
Azim: Hm...-luego cerró los ojos, girando el rostro hacia otro lado.
-Azim... ¿por qué no aprovechaste que antes estaba indefensa para escapar?- susurré mientras le acariciaba la cara.
Azim: Porque soy idiota.-respondió, mientras estaba aún con los ojos cerrados y el ceño fruncido.
-Me encanta que lo seas...- besé sus suaves labios, y me apoyé en su pecho.
Azim-suspiró-: te diviertes a mi costa...-
-No es cierto... tú también me quieres... ¿no?-
Azim: Ya sabes que sí...
-No me gusta verte así... te quitaré las cadenas de nuevo.-
Azim: No. Llevas mucho aquí. Sospecharán...
-Pero yo quiero estar contigo Azim... sino estoy yo, estará Rena, u otro que te haga daño, y no quiero que eso ocurra.-
Azim: pero sospecharán si estas mucho aquí. Y más si ven que estoy... como "Rena" me dejó.
-Ok, ok... me iré.- espeté levantándome de su lado.
Azim: ...
-¿Y ahora por qué no dices nada?-
A veces me parecía que no era yo misma... nunca pensé que me comportaría así con alguien, definitivamente me tenía hechizada...
Azim: Es que si te digo algo te enfadarás o te alegrarás. Ambas cosas quieren decir que te quedarás aquí. Y yo creo que estarán sospechando ya que algo no va bien.-Susurró muy bajo, luego miró hacia la reja, yo hice lo mismo. Ahí staba Nust mirandonos de reojo.
-¿A qué te dedicas Nust? ¿A espiarme? ¿Desde cuando tienes autoridad para desobedecerme? Creí dejar muy claro que cuando estoy haciendo algo, no requisito ayuda.-
Nust: Señorita... Es que la señora Mavra... quería hablar con usted y... me mandó a buscarla.
Azim: Precioso.-ironizó, intentaba hacerse el arrogante.- Quizá quiera saber cuanto me ha sonsacado la señorita Ilysse... ¿No? Pues vaya, no ha podido conmigo. No creo que aunque traigais a todos los Harkonnen que aquí teneis.... Podríais sacarme algo.-tras eso me miró de reojo, de alguna manera lo hacia para que Nust no sospechara.
-Tsk... maldito...- dije mirando a Azim. -Pronto hablarás... estoy segura.-
Yo también intentaba guardar las apariencias.
-¿Qué coño miras? Lárgate de una vez. Iré enseguida.- ordené mirando a Nust que salió corriendo desapvorido.
-Pobre imbécil...- pensé en voz alta.
-Eso es lo que tiene ser un novato.-susurró Azim, mientras miraba hacia la dirección donde antes estaba Nust.
Me acerqué a Azim y le dí unas palmaditas en la espalda.
-Ouch...-masculló.- Eso duele, ¿sabes?
Me llevé una mano a la boca.
-¡Lo siento!- exclamé.
Luego besé su herida, y llevé mi rostro junto al suyo para besar sus labios antes de irme.
-Ten cuidado Azim. Estaré velando por ti.-
Azim: No hace fal...-no le dejé terminar, le besé suavemente y luego me di la vuelta para salir.
Abrí la reja y volví a cerrarla al salir. Me quedé un momento mirándole a través de ella, pero rápidamente, antes de que pudiera arrepentirme y volver con él, salí de allí. Mi hermana solicitaba mi presencia.


*OUT* Post algo eterno, pero es bueno leer xD, me estan saliendo asi ultimamente, se sienteee ;P wenu, asias por la colaboracion de Yuki y de Bop *-* y como no! de Dark_Lorena *-* te kero lore! *OUT*




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