martes, agosto 22

-¡Maldita sea!- dije mientras golpeaba una mesa y seguidamente un ruido ensordesedor fue acompañado de un profundo silencio.
Había roto dos copas que estaban sobre la mesa que había golpeado, y aunque los cristales impactaron contra mis pies haciendome leves heridas, ni siquiera pude sentirlo. El coraje que estaba invadiendome era mucho mayor, y me cegaba por completo. Los malditos fremen habían matado a bastantes de los nuestros, y aquella situación de pensar que nos estaban invadiendo me ahogaba.
-Iré a preparar las dichosas trampas... así me relajaré un poco...- pensé.
Mis cabellos empezaron a cambiar de color, y mi rostro se deformó. Ahora era una dulce chica con ojos verdes y cabello rubio, ropas ligeras y un esbelto cuerpo.
-Así nadie podrá resistirse...- reí.
Mientras caminaba por los pasillos del lugar, contoneaba las caderas de forma muy sexy, era una costumbre, pero a veces incluso me provocaba a mi misma.
Despedí a Rena que voló hacia otro lugar, supongo que a cumplir las órdenes que le había dado mi hermana Mavra. Luego me dirigí hacia la misma.
-Hermanita querida, ¿preparada?-
Mavra: Siempre lo estoy... por cierto, bonitos ojos.
-Gracias, lo sé, precisamente estos maravillosos ojos verdes los usaré en el día de hoy...-
Mavra: Debemos darnos prisa, los malditos de Atreides están por llegar.
Seguí a Mavra hasta los confines del castillo, y en cada rincon, en cada esquina... en cada estancia, colocamos las trampas. Mavra lo ideó casi todo, yo solo me tuve que encargar de los pequeños detalles, y de colocarlas para que no nos descubrieran.
Pasaron varias horas, y por fin terminamos. Mavra me dijo que iría al palacio oculto en Dune, ya que su presencia alarmaría y sería sospechoso, yo estuve de acuerdo y la despedí.
Ya casi cuando el sueño me invadía, se oyó un ajetreoso ruido de pisadas y gritos en todo el palacio. Habían llegado los Atreides. Por fin. Altair se comportó tan hipócrita y estúpida como siempre, hizo un par de gestos con la mano, y sus sirvientes supieron qué debían hacer. Los Atreides habían llegado a altas horas de la noche, y tenían que descansar. Supuse que algún tipo de recibimiento falso y ridículo le hicieron, pero no pude verlo. Hubiera sido demasiado arriesgado, ya que, aunque nunca nadie podía saber quien era yo realmente bajo una apariencia falsa, si tomaba el aspecto de alguien "no conocido" era demasiado revelador.
Dejé que la noche pasara, y que todos dumieran para poder actuar. Corrí hacia donde suponía que se encontraría Rena, y hablé con ella en susurros:
-¡Shh! ¡Rena!- dije mientras me dirigía a ella entre la oscuridad únicamente interrumpida por algunos rayos de la luz de la luna.
-Ven conmigo, es hora de actuar.-
La mercenaria me siguió con paso corto, silenciosamente caminábamos por el pasillo donde se encontraban las habitaciones de los Atreides, que dormían ahora plácidamente.
Por debajo de dos puertas pude ver luz, Rena y yo nos escondimos tras un muro, y vimos salir de uno de los aposentos, a una mujer delgada, con un largo cabello negro, y unos ojos intensos de color azul. Sus ropas eran livianas, de un suave rosa pálido. Con una vela en la mano, se metió en la habitación contigua, donde también había luz.
Rena me miró desconfiada, y le hice una señal para que se quedara espiando. Y así, mientras caminaba hacia la habitación de donde había salido aquella damicela, me fui transformando en ella misma. Justo cuando puse una mano sobre el pomo de la puerta, miré hacia Rena, y unos largos cabellos negros taparon mi ojo derecho, dificultándome la visión. Sonreí, y entré.
Entonces le vi, un hombre de mediana edad, acostado sobre una cama que anteriormente había pertenecido a los Harkonnen, con sábanas de licra, de un color blanco perla; el Duque Atreide.
-Mi señor, olvidé deciros algo.- musité mientras me acercaba. El anciano me miró a los ojos, y sonrió levemente.
Duque: Dime Haydee.
-Olvidé deciros que...os amo- susurré en su oído dejando que algunas cabellos cayeran en su pecho.
El Duque se incorporó sonriendome, y yo me limité a seguirle el juego. También sonreí, y acerqué su cara a la mía. Nuestros labios se rozaron, y se fundieron en un largo beso. Las grandes manos del Duque me recorrían todo el cuerpo. A pesar de ser un viejo estúpido, era muy sensual. Mientras le besaba, me quité el camisón, y quedé completamente desnuda ante él, claro, con un cuerpo que no me pertenecía. Sin saber por qué, sabía que aquella mujer era la concubina del Duque, creí recordar que Rena me había hablado algo sobre el tema, pero en aquel momento, solo podía pensar en cómo matarle. El anciano se colocó sobre mi, y se quitó todas sus prendas, mientras tocaba con dulzura mis pechos. Estaba sintiendo placer, y a la vez asco. Quería quitarme al viejo de encima, pero sabía que si lo hacía, terminaría descubriéndome ante sus ojos, y aquella noche, debía morir...
-Os amo mi dulce amor... hacedme vuestra, tomadme.- supliqué entre leves gemidos.
Duque: Ahora mismo, mi dulce y querida Haydee.-
El Duque me colocó encima suya, y empezó a besarme mientras me agarraba el pelo hacia atrás. Justo en ese momento, antes de que empezaramos la función, alguien que sólo yo noté, comenzó a entrar en la habitación...

*OUT* Aqui esta mi primer post! espero que guste XD ya estoy introduciendo ya el sexo y eso XD, wenu queria hacerlo asi, Haydee estoy convertida en tu XD, wenu espero que no te moleste o.o y espero haberlo echo bien, puede que tenga fallos -.-U espero que me los digan para rectificarlos. Besines, ya con el post sigue otra eprsonita ;P *OUT*




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